domingo, 20 de marzo de 2011

Un renacer municipal contra gobiernos neoliberales y conservadores

Le emocionaba lo de tenerlo todo y controlar a todos, el que Roma le perteneciese” (William Howard, Calígula, 1981)

Al hablar de la Edad Media nos referimos a la Europa antigua (siglos V al XV d.c.). Se distinguen 2 fases, aquella de la Europa abierta y otra cerrada. Aunque el asunto es mucho más complejo, todo gira aquí alrededor de la divinidad. Posteriormente brota el renacimiento, el ser humano renace y la divinidad es de alguna manera sustituida por un claro antropocentrismo. Ya no es el alma lo que importa sino el conocimiento humano no religioso. Una avalancha de cimientos de lo que serán a la postre transformaciones profundas viene a triunfar a través de las artes, la arquitectura, cultura, de la política…

Sayula es este sujeto colectivo que más ha sido tomado por un objeto sin valor. La clase política ha gobernado arropada por una élite económica local. Más allá de eso, esta relación simbiótica no ha estado a la altura que exigen sus funciones mucho menos con los desafíos que impone el devenir. Su empequeñecimiento es innegable. Por más que hoy sigan personificando a quienes deciden y construyen (si es que le podemos llamar así) el futuro, pero más allá nuestro propio presente. En Sayula aún no se entiende la homogeneidad pasiva de este grupo de legisladores locales (regidores) ni su visión “ranchera” de hacer política, como asegura un buen colega.

Sayula ha padecido hasta hoy gobiernos neoliberales, gobiernos que contribuyen al desmantelamiento de programas sociales. No hay políticas públicas de corte social. Es tan pobre la visión de esta administración del PRD que sus políticas se ciñen casi por completo a “obra pública.” Nadie conoce aquí la política social, educativa, de salud, de seguridad, económica, la de procuración de justicia, de empleo o cultura. No hay visión, misión, mucho menos vocación, para muestra los Juegos Panamericanos 2011 que vienen, donde Ciudad Guzmán será subsede, ¿y Sayula? ¿Qué hemos conseguido?

Se han dejado las tareas públicas y de Estado, al mercado. Que sea el mercado quien provea los empleos, la mano invisible del neoliberalismo quien resuelva las carencias educativas. Que sea Soriana quien ofrezca 900 mil pesos para un terreno donde se monte ¡por fin! una universidad. ¡Oh, qué maravilla! Ya hasta la gente cree que Samuel Rivas Peña es el artífice de que ellos vengan a instalarse. ¿En cuánto tiempo recuperará ese dinero Soriana? ¿Cuál es la calidad de sus ofertas laborales? ¿De qué universidad hablamos? ¿De una marca patito?

Soriana es un claro ejemplo de neoliberalismo local, donde el Ayuntamiento con tal de aprovechar y capitalizar una iniciativa de negocios privada, prostituye la administración pública a la lógica del capital. Sayula desea conocer los estudios de costo-beneficio realizados al respecto. Es decir, qué habrá ganado Sayula de aquí a –por ejemplo- 20 años con esta tienda. ¿Los beneficios a ese plazo resultan incuestionables para que en lugar de irse se tenga qué quedar? ¿Dónde está la responsabilidad social empresarial?

Habrá que renacer, dejar de lado esta irrisoria divinidad y culto ejercidos a un alcalde que si bien se le agradece estar donde está, no se le puede dejar de exigir y hacer notar sus actitudes estilo Yunque. Sí, una especie de yunquismo localista es lo que observamos, donde quienes le rodean parecen estar jurados al líder y a dios.

Ya no se vive en el tristísimo y deshonroso periodo de Cayo Julio César Germánico mejor conocido como Calígula, quien cayó en la más grande afrenta para el Estado romano, al nombrar a su caballo Incitatus, cónsul del Imperio. Sin relatar tantas obscenidades que eran tomadas por tolerables y aceptables, tratándose del emperador y dios Calígula.

Aquí los que se creen dioses son otros, llegando al absurdo de agraviar las libertades de un municipio liberal, para divertirse y tomar cerveza en una discoteca, cantinas, bares, billares, etcétera. Consagrando las disposiciones de horarios e ilegítimas de Samuel Rivas Peña en un reglamento mal escrito –véase Reglamento para restaurantes, restaurant-bar, fondas… discotecas y billares- que en lugar de dar, prohíben derechos en un buen arrebato de poder.

Por más que los fines teleológicos e idealistas no parezcan ser parte de la dinámica sayulense; aun cuando no se posea una noción clarificada de progreso en nuestro entorno local; hoy debemos perseguir ese renacimiento sayulense que nos permita a través de las artes, la cultura, el activismo social, de la protesta, entre otras, buscarnos y encontrarnos a sí mismos, recuperar aquello que aparentemente hemos perdido: la curiosidad y los sueños.

PD. El carnaval y sus fiestas reflejaron el irrevocable liberalismo social, lo que no vemos aún es un liberalismo político.

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