jueves, 17 de marzo de 2011

La hazaña de Monterrey


(En la imagen, el Palacio de Gobierno del Estado de Nuevo León)

José Guadalupe Isabeles Martínez

En 1880 y a 3 años de vivir bajo la consigna porfirista de “Paz, Orden y Progreso” se organizó en Monterrey la primera exposición industrial de la región.

“Tengo orgullo de ser del norte…”, parecen decir las agrestes montañas que rodean una de las ciudades más notables de México: Monterrey. Domesticando su tierra brava y libre, extremosa hasta el capricho, los regiomontanos hicieron de la adversidad su aliada. Hoy esta capital norteña se coloca al frente de la industria nacional, proyectándose más allá de nuestras fronteras para mostrar al mundo la realidad y el potencial de las empresas mexicanas. ¿Cuáles son estas empresas, quiénes las dirigen, cómo conquistaron los retos y enfrentaron el futuro? La hazaña de Monterrey es la historia de hombres y mujeres que apostaron a la tenacidad y al trabajo para forjarse, día a día, un presente pleno de promesas para el futuro.

Monterrey es sin duda la ciudad de más desarrollo industrial del país, es difícil imaginarlo cuando no cuenta con las condiciones favorables naturales que le permitan hacerlo. Sus condiciones geográficas no le proveen de un potencial agrícola como en otras zonas del país. Sin embargo, en Monterrey han sabido aprovechar las oportunidades, “sean o no sean” totalmente legales porque el hecho puede estar muchas veces a discusión, aseguran historiadores industriales norteños.

Durante la guerra de secesión de EU (segunda mitad del siglo XIX), por ejemplo, se fomentó el comercio con el vecino del norte. La guerra civil propició las ventas de algodón a los secesionistas del sur al igual que la importación de mercancías a Monterrey. Actividades tales como el contrabando, que vinieron a proliferar de la mano de la inestabilidad en Estados Unidos.

Por otro lado, gobernadores como Bernardo Reyes fomentaron el impulso de la ciudad regiomontana. Reyes como gobernador, sacó adelante fielmente la política de Díaz apoyando al empresariado regio. A 200 kilómetros de la frontera norte, mucho facilitaría las cosas esta situación privilegiada.

Los beneficios de la guerra civil en EU permitieron que los capitales obtenidos se invirtieran en actividades productivas de Nuevo León. Fabricas de hilados, almidones, sombreros, pastas, y cerillos surgieron como parte de la visión empresarial y de progreso.

En 1880 y a 3 años de vivir bajo la consigna porfirista de “Paz, Orden y Progreso” se organizó en Monterrey la primera exposición industrial de la región, lo que fortalecía la decisión de que el progreso de Nuevo León no tenía otra opción que fincarse en el desarrollo industrial. Al “protector de la industria nacional”, es decir, a Porfirio Díaz eran dedicados la mayor parte, sino es que todos los reconocimientos. En 1888 se realizó la segunda exposición, y celebraban la llegada del ferrocarril a la ciudad haciéndole una de las más conectadas del país.

Un elemento indiscutible del fortalecimiento industrial y empresarial, se dio con la fusión de capitales a través de las familias reconocidas y destacadas así de sus respectivas uniones y/o matrimonios, como aquella de los Calderón con los Muguerza, los Garza con los Sada, los Milmo entre otros, que formaron prominentes familias que de generación en generación han robustecido a las empresas.

La zona fabril de Monterrey comenzó su desarrollo a principios del siglo XIX con el surgimiento de Cervecería Cuauhtémoc. Su fundador don Isaac Garza Garza, nacido en 1853 de una familia encumbrada, hijo de un padre ex alcalde de Monterrey y quien pretendía llenar de templos a la ciudad (su padre), fue pionero en el emprendedurismo neoleonés.

Isaac Garza se casó con Consuelo Sada. Esforzado, propuso a su socio José Calderón comprar la fábrica de hielo de la ciudad a la que de inmediato le añadieron una pequeña procesadora de cerveza.

El 8 de noviembre de 1890 se estaba ya construyendo la primera fábrica de hielo y cerveza S.A., en tan solo 12 meses vendió 200 mil litros de cerveza formado un capital de 2 millones de pesos.

Muerto Calderón, don Isaac Garza emprendió nuevas aportaciones a la industria. Se sustituyeron los barriles por prácticas cajas de madera (luego de cartón), los tapones de corcho cambiaron por las corcholatas, entre otras medidas que dieron muy buenos e innovadores resultados.

Uno de sus hijos, Eugenio Garza Sada (Fundador del Tec de Monterrey), hereda parte de las tareas empresariales tras la muerte de su padre Isaac.

Empresarios como el Ing. José Antonio Fernández, comentan que en el camino el grupo Monterrey ha tenido que defenderse de los ataques del centro del país encabezados por los gobiernos post revolucionarios, en relación a los sindicatos de corte corporativista que tuvieron la intención de cambiar su relación con los trabajadores en Monterrey. Comenta que entre un grupo de empresas de Monterrey han tenido desde toda la vida su propia generación de energía eléctrica que también la CFE trató de cambiar.

En 1973 asesinado Eugenio Garza Sada, su hijo Eugenio Garza Lagüera, retomó las tareas de su padre con mayor protagonismo. El grupo de empresas que ya poseían pronto se convirtió en FEMSA.

A finales del siglo XIX la incipiente industria cervecera mexicana dependía totalmente de la importación de botellas. Intentando resolver esta dependencia los empresarios regiomontanos pensaron en una solución de ese reto.

Se estimularon en Monterrey fábricas de vidrios y cristales que no tuvieron éxito del todo. A una de ellas posteriormente le fusionan con una representación de un empresario estadounidense en México que sí contaba con la tecnología para la producción. Así comenzó Vidriera Monterrey S.A.

No obstante la vidriera enfrentó serios problemas en relación a la adaptación de la máquina productora con las materias primas utilizadas, al igual que con las inversiones. El asunto se solucionó y en 1912 ya estaban operando de nuevo. No obstante, por la Revolución mexicana la producción se suspendió, volviendo a abrir en 1915.

Una vez sorteada la crisis de la Gran Depresión, vinieron otras compañías como Vidriera Mexicana, Cristales S.A., y Vidrios Planos S.A. Las fábricas fueron separadas para no causar daño al grupo en su conjunto con las huelgas que se presentaron y los potenciales paros obreros, de ahí que cada cual se manejara como una asociación independiente.

En cosa de 35 años la expansión permitió a Fomento Industrial y Comercio, conglomerado regiomontano, aglutinar unas 70 empresas dentro y fuera del país, lo que dio origen a Vitro S.A., que no es un único producto ni solo envases de vidrio (como es sabido), sino que va desde el manejo de “cristalería, vidrio plano, automotriz, fibra de vidrio, es una serie de productos”, asegura Federico Sada González. Al 2001, el grupo Vitro era considerado el tercer productor de envases de vidrio más importante del mundo con más de 100 fábricas en norte, centro y América del sur.

Por otra parte, en 1903 abrió sus puertas la compañía Fundidora de Monterrey, productora de acero. El negocio fue mal y los bancos acreedores tomaron el control de la empresa. Sin embargo Fundidora se restableció y empezaron a verse los resultados. En un momento se esperaba que Lázaro Cárdenas nacionalizaría la empresa. No obstante la presión del gobierno no fue suficiente para hacerlos ceder.

Lamentablemente, con José López Portillo, Fundidora fue nacionalizada y pasó a engrosar la lista de paraestatales. Se dijo que mucho influyó la falta de materia prima que del estado de Durango ya no se les permitido extraer, en otras palabras, en defensa del derecho a sus recursos naturales les fueron bloqueadas estas actividades. Fundidora pidió un crédito que se hizo imposible de pagar con la devaluación de 1976 en México.

El 8 de mayo de 1986 el Diario Oficial de la Federación (DOF) anunció la quiebra definitiva de Fundidora Monterrey, pero a este momento ya había nacido Hylsa, otra siderúrgica que había sobrevivido a las diversas presiones del entorno.

Don Lorenzo Zambrano, abuelo del actual presidente de Cemex, emprende una nueva compañía en el sector del cemento (1920). Cementos Portland Monterrey toma el lugar, y se empieza a expandir a nivel nacional adquiriendo otras cementeras.

Con la crisis de la deuda externa de 1982 los industriales más poderosos de Monterrey vieron seriamente afectadas sus operaciones por las crecientes deudas e intereses que se exponenciaron tras la devaluación del peso mexicano. Pese a la crisis, Cemex fue de las pocas empresas que lograron mantener un ritmo de crecimiento relevante.

Era necesario de cualquier manera emprender nuevas actitudes y estrategias que permitieran actuar con visiones renovadas y asumirse como empresarios e industriales más audaces. Desde el punto de vista del empresariado, la globalización y en particular el TLCAN fue de lo mejor que le pudo haber pasado al país.

Cemex por ejemplo, se convirtió en la cementera más grande de México, comenzando así su internacionalización adquiriendo compañías en España y otras partes del mundo como Egipto.

Fue así como en gran parte se ha escrito la historia de la cuna industrial-empresarial del país: Monterrey. Una historia de esfuerzo de la mano de una clara cultura del trabajo que se ha tejido durante años y años.

Un pasado al que hoy es necesario retornar en aras de abrazar los ideales empresariales de antaño, tales como el ahorro, el compromiso, la honestidad, el respeto, la ética, al igual que la responsabilidad social empresarial, pero sobre todo una visión a largo plazo que garantice el mejor devenir histórico de Monterrey y Nuevo León reconstruyendo su propio futuro, porque hoy ambos lugares se encuentran sumidos en una incuestionable, sino involución, sí decadencia.

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Recurso:

La hazaña de Monterrey [videograbación] / producción general, Diana Roldán y Stasia de la Garza. 2001. Editorial Clío. México Nuevo Siglo.

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