“Una milicia bien regulada, siendo necesaria para la seguridad de un Estado libre, y el derecho de su pueblo de tener y portar armas, no serán infringidos” (EU, Segunda Enmienda constitucional)
Es este el argumento del gobierno septentrional para no detener la venta de armas, no solo de Barack Obama sino de cualquier gobierno estadounidense, sea republicano o demócrata. Se trata de una disposición constitucional que consagra el derecho. Nada parece poder hacer México cuando las armas allá se venden como golosinas, y con más razón cuando hablamos del mayor productor de armas y equipo bélico del planeta.
Cuando el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores en la Cámara de Diputados, el congresista por el PT Porfirio Muñoz Ledo, dice que en ninguna parte del mundo se ataca de esta manera en que hoy lo hace México al crimen, tiene toda la razón. Ni Francia, Italia, España, ya no decir del propio EU. Nadie actúa con tal ofensiva. Los riesgos a correr son pues, claros. Baste nuestro dolido ejemplo.
En la edición 1792, la revista Proceso presenta un reportaje producto de la visita a 36 armerías en Arizona. En él se desnuda la facilidad –que no es ningún secreto- con que cualquier ciudadano que cumpla con “los requisitos” legales puede adquirir desde una simple pistola, hasta un AK-47 o lo que necesite para ‘defenderse.’
Cualquier residente legal puede hacerlo siempre y cuando sea para “uso personal.” En Arizona es más fácil comprar 10 rifles que obtener el crédito para un auto. Además, la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (Bureau of Alcohol, Tobacco, Firearms and Explosives, ATF), sólo cuenta con 220 agentes y 165 inspectores para vigilar más de 8 mil 600 armerías establecidas. En El Paso, Texas, por ejemplo, se venden por lo bajito 850 armas mensualmente, aunque nadie lo sabe con exactitud. Lo cierto es que ni a Obama ni a su Congreso interesa regular los hechos, lo que no necesariamente implicaría una violación a la Segunda Enmienda.
Mientras la ATF lanza experimentos en México sufrimos asolados. El ejemplo es la reciente operación Fast and Furious (Rápido y furioso) con la única finalidad –supuestamente- de rastrear las armas que se venden en EU, lo que vale decir ha sido un fiasco, además de que ni al gobierno federal de EU mucho menos a México habían advertido de esto, aunque el embajador Carlos Pascual ha dicho lo contrario (CBS News, 03 de marzo 2011). En estos momentos, miles de armas han sido introducidas a nuestro país bajo el consentimiento de la nación de la bandera estrellada. Tan sólo en lo que va del sexenio panista se han confiscado más de 65 mil armas a los carteles mexicanos.
¿Qué podemos pensar entonces cuando las estructuras de poder estadounidenses muestran una doble moral? EU debe seguir justificando el gasto militar impulsado tras Irak y Afganistán. Y México es un estupendo escenario para eso. Como ya lo aseguró el subcomandante Marcos en su reciente epístola, EU el gran fabricante de armas genera un negocio redondo: suministra helicópteros, vehículos, armas y todo tipo de equipo al gobierno mexicano, y por el otro alienta la comercialización de arsenales a la delincuencia. ¿No es esto criminal?
La oficina de información pública del gobierno (Government Printig Office, http://www.gpoaccess.gov/) ha divulgado que para el año fiscal 2010 el presupuesto del Departamento de Defensa fue de 663.7 mil millones de dólares; en 2011 será de unos 708 mmdd (el más grande de la historia); y para 2012 se estima en poco más de 701 mmdd. Más allá del “yo creo” o el “yo pienso”, las cifras hablan por sí solas. La guerra y las armas son un negocio exultante que nadie quiere frenar. Sin embargo, la esperanza la tenemos todos en un cambio al régimen de gobierno mexicano en 2012. Habrá que ver si en la praxis esto se da, porque en la teoría se finca su clara imposibilidad.
PD. El alcalde de Columbus, Nuevo México (pueblo invadido por Pancho Villa), Eddie Espinoza, fue detenido por tráfico de armas y drogas. Lo malo es que esto no es nunca portada ni de diarios estadounidenses ni mexicanos.
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