Una vida normal no existe, sólo existe la vida. Un ser humano normal, tampoco, sólo existe un ser humano. Es todo.
José Guadalupe Isabeles Martínez
Es natural que siempre se queda uno sin decir todo lo que debía decir. Quienes plasmas sus ideas y las ideas de otros por la escritura siempre dejan algo sin decir a fin de complementar esas ideas, de colocar una base más sólida, de justificar lo que han dicho para no ser cuestionados después, para responder a las interrogantes que pudieran surgir durante la lectura de un texto.
Mientras logro calmar la turbulencia mental que estos días ha hecho presencia en mi mente, quiero compartir algunas experiencias relacionadas. No es fácil escribir algo para los demás, aunque en ocasiones el que escribe lo hace para sí mismo y puede ser que nadie termine entendiendo lo que el autor trataba de transmitirle, precisamente porque no estaba enfocado en transmitir algo a un tercero sino a él mismo. Siempre hay un reto, sin embargo cuando se escribe para establecer un diálogo con otros el reto es aún mayor.
En 2007, cuando inicie a escribir, lo hice por obligación. Fue el Dr. Eduardo González Velázquez, experto en migración e historia de México, en el Tec de Monterrey, Campus Guadalajara, quien en la asignatura inmediata anterior nos pedía escribir artículos o simples comentarios y publicarlos en periódicos.
La tarea parecía simple. Esto es lo que hoy vemos en el periódico Horizontes, de Sayula, Jalisco, donde han sido varias las personas que, del Tec de Monterrey, Campus Guadalajara han enviado escritos. Los han presentado con bombo y platillo y más temprano que tarde han dejado de escribir. Envían uno, y debut y despedida.
Quizá no resulte igual con lo de Horizontes, porque los alumnos han sido en su mayoría o todos estudiantes de ingeniería. Pero, si seguimos profundizando veremos que solo se ha contribuido a prostituir el mismo medio periodístico, tal como ocurre en El Sur de Jalisco, que es un periódico de ciudad Guzmán. A mí me publicaban antaño cuando escribía para Siete Días, era porque Salvador Nava León imprimía sus ediciones ahí, lo mismo ocurre hoy con Horizontes.
Después de dar por terminada mi relación con Nava León, mis publicaciones dejaron de aparecer en la web de El Sur. No obstante, hemos sido testigos de que otros estudiantes, y si no me equivoco, todos o casi todos del Tec de Monterrey, Campus Guadalajara, han hecho uso de este diario en Guzmán para enviar lo que parecen más tareas (por obligación y no por convicción) como las que a mí me pedía el Dr. González Velázquez, que al terminar el curso empecé a escribir más abiertamente. Y si digo que estos diarios sólo se prostituyen, es porque suele ser una, dos, tres publicaciones, cuando mucho, y todo termina ahí. El compromiso es cosmético.
Pero vamos a descartar lo anterior, pensemos que sí existe un genuino interés de los estudiantes en expresar lo que sienten, y que ha sido una coincidencia que sean del Tec de Monterrey, Campus Guadalajara, desde donde yo comencé a escribir para “El Correo Ilustrado” de La Jornada Jalisco.
Es interesante entonces que la gente se interese por escribir su sentir, pero para poder hacerlo hay que estar mínimamente informados. Y para informarse hay que aprender a leer muchos materiales, leer de todo sin hacerle el feo a las cosas, hacer un esfuerzo por atender visiones, ideologías, actitudes y posturas diversas, sin discriminar, de lo contrario no habrá tal enriquecimiento en nuestros textos y en nuestra formación.
A Salvador Nava León no puedo sino agradecerle la oportunidad brindada, principalmente porque fue parte de una etapa de crecimiento como escritor en el medio. Sin ser ufano, el trayecto ha sido de dos aspectos: aprendizaje y crecimiento. Ambas cosas en conjunto con la retroalimentación que proveen los lectores han servido para madurar la fuente de todas las ideas y transformaciones: la mente, como asegura Fidencio. Si no se ha leído lo suficiente o por lo menos en abundancia y con criterio amplio e imparcial, los resultados en la lectura pueden llegar a ser mediocres y nadie les tomará en cuenta.
La situación en Sayula es interesante. Hay muchos periódicos comparados con otros municipios de alrededor, donde no hay si quiera uno solo, pero la calidad de nuestros medios periodísticos deja mucho que desear. No estoy aquí para juzgar a ninguno, sino que la prensa en Sayula se puede servir de estas palabras para mejorarse. El periodismo suele ser de pacotilla, pobre, mediocre. Se escribe como se habla y viceversa, aunque no necesariamente es una ley. Se terminan atendiendo los intereses personales, algo tan banalizado que aleja a cualquiera que pudiera estar impregnado de ello. No se prioriza la información que se muestra en los diarios.
Es extraño, pero –y no me lo tome a mal- creo que el hombre es un ser repugnante, en lo general; en lo particular hay excepciones a la regla y encontramos personas extraordinarias, seres humanos valiosos. El hombre es incongruente por naturaleza, hoy dice A mañana dice B. Lo que tal vez más risa nos llega a causar es que en público se aceptan cosas “socialmente aceptables”, porque es lo que todos piensan que está “bien” o lo que quieren oír, pero en lo privado solemos contradecir aquello que antes asumimos frente a desconocidos. Aunque claro, hay quien no oculta en público su pensar respecto a algo.
Me estaba preguntando si en los países asiáticos, como Japón, donde en general se tiene un sentido de vida distinto a occidente, y la competencia no existe como la conocemos, es decir creemos que ellos prefieren actuar correctamente antes de aceptar un soborno, por ejemplo – me pregunto cómo se vive el sentido de competir con alguien más en esos lugares, ¿son individualistas?, ¿son egoístas?, ¿harían algo por conseguir su cometido por encima de otros? Esas son mis interrogantes. Quiero pensar que esto también existe allá, aunque el nivel de predominancia sea menor, que en México.
El ser humano es extraño, y no hay ciencia exacta que termine por componer el comportamiento social, de ahí que se diga que las ciencias sociales constituyan las ciencias más escabrosas a resolver. No, esto no se resuelve con ecuaciones, ni integrales ni derivadas. Al menos no ha ocurrido hasta ahora. Somos malos y somos buenos, aunque habría que definir primero qué es eso de “bueno” y “malo.” ¿Existe tal cosa? Vemos el soccer y hacemos nuestros ídolos a individuos que no hacen más que patear una pelota, aunque nunca hayan leído un libro completo; tanto como se idolatra al Papa Juan Pablo II, pese a haber sido encubridor de pederastas.
Pero cuando se debaten estos temas resulta que nos quedamos en la superficie de las discusiones, no atendemos al rigor de los argumentos. El otro día, por cierto, Orlando Pintor, de Sayula, escribió en mi Muro de Facebook: “Chinga tu madre.” Lo hizo porque no le gustó mi comentario sobre Wojtyla, de que el nuevo santo no vendrá a resolver los problemas de México y el mundo. Le escribí y le dije que sentía haberlo molestado, pero que si deseaba escribir algo lo hiciera con respeto. No perdí el tiempo con él y comprendí que le hacía falta madurar su mente y dejar de ver como los caballos: solo hacia el frente o en una sola dirección.
Así me pasó con el señor Hugo Rodríguez Vázquez, de Horizontes. Quien el 31 de julio 2009 publicó en el blog del mismo periódico en Sayula, información en clara relación conmigo. Me acusó de llamar ignorantes y mediocres a los sayulenses, en un video que cargué en YouTube por la elección de Samuel Rivas Peña. Era cierto, fueron los adjetivos que utilicé, pero no con la saña que el señor Hugo utilizó al escribir su crítica destructiva. Me llamó “seudo intelectual” y me acusó de ser prepotente. Prefirió enredarse en críticas personales que discutir el tópico que traté aquella vez.
En fin, que mi discurso fue aburrido y cantinflesco, y que todo eran estupideces. El ejemplo de este señor a quien algunos los tienen en alta estima (y no sé por qué), sirve para ilustrar que al debatir y discurrir nos quedamos en las formas y no vamos al fondo del asunto. Le damos la vuelta al círculo pero no debatimos el núcleo del mismo. Nos vamos por la tangente. Nos concentramos en descalificar a la persona en su condición de tal cosa, pero no al tema capital de que se trata. Así le pasó a Hugo.
El hecho de escribir y de dirigir un periódico o cualquier medio de información no es fácil, pues hay que separar a) nuestras afinidades políticas de b) el compromiso social del medio, del compromiso con la sociedad, y esto es algo que no han entendido muchos, ¿por qué? Porque tienen que comer, porque necesitan el dinero que se juegan y obtienen en sus negociaciones con empresarios, autoridades, asociaciones, para publicar o no información, etc., etc.
Como conclusión, no debemos juzgar si alguien escribe una vez y nada más, hay que criticar pero siempre constructivamente, y no tratando de seguir destruyendo lo que tenemos. Ojalá y hubiera más personas que en Sayula, Jalisco como en todas partes, escribieran sus pensamientos. Muchos aseguran que no son vanidosos, pero la vanidad es uno de los más grandes pecados en este planeta, si me permiten utilizar el término semántico.
Sin embargo la vanidad existe. Y al menos en occidente y en México, todos buscamos ser reconocidos por algo, así sea algo mediocre, pero deseamos que alguien conozca de ello. Los reflectores se buscan de una y otra forma, ¿no es así? Se busca ser reconocido y aceptado, al menos, por uno mismo.
PD. Todavía me pregunto por qué mi buen amigo Francisco Israel Orozco López, me dejó de hablar. Sus razones tendrá, claro, pero nunca me las ha hecho saber. ¿Ve por qué le digo que el ser humano es muy extraño? Por ello, así como digo que una “vida normal” no existe, igual sostengo que un “hombre bueno, normal…” (o póngale el adjetivo que desee), tampoco existe, sólo existe el “hombre”, el “ser humano”, y punto.
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