Los griegos utilizaban a las mujeres para la reproducción y las tareas domésticas, a los hombres para el placer (Anthony Grayling)
José Guadalupe Isabeles Martínez
En un siglo lleno de aparente apertura, liberalización, sea ésta comercial, económica, política o cultural, siguen en pie los muros de la intolerancia y la incomprensión, temas tabú y más todavía aquellos grupos sociales y sistemas políticos que reprimen al ser por su condición mas no por sus actos. Se criminaliza así la natural condición humana a tener preferencias sexuales diferentes.
A unos cuantos pasos de los procesos electorales 2012, aunque ya tenemos en puerta procesos en diversos estados de la República, el momento se convierte en idóneo para que uno de los grupos más discriminados y olvidados de la sociedad mexicana, el Colectivo Lésbico, Gay, Bisexual y Transgénero (CLGBT), hagan valer sus exigencias en materia de derechos humanos. Son estos tiempos que han de aprovecharse a fin de garantizar acciones políticas en materia de diversidad sexual.
Mariaurora Mota Bravo, investigadora y activista a favor de la diversidad sexual, ha señalado que la palabra homosexual, “fue usada por primera vez en Alemania en 1868 y el término heterosexual data de alrededor de 1930” (Freddy Mariñez Navarro, coordinador, Compromiso ciudadano. Participación y gestión pública en Nuevo León, EGAP, 2009). No obstante, es conocido que en la antigua Grecia, donde el concepto de democracia adquiriera vida por primera vez antaño, los hombres practicaban la homosexualidad.
Mucho tiempo antes de Cristo, Grecia ya era la primera civilización en aceptar abiertamente las prácticas homosexuales. Era normal y natural. Más de 2 mil años después, esta condición natural ha sido reprimida por distintas civilizaciones que se asumen como ‘avanzadas’. En este aspecto como en tantos otros, la realidad contradice abiertamente la legislación, documentos oficiales, o pronunciamientos que en la materia puedan existir.
Ante las imposiciones religiosas y de grupos meta conservadores, se ha moldeado a sociedades enteras para que crean y acepten ciegamente que las conductas lésbico, gay, bisexual, transgénero, entre otras, sean tomadas como anti natura o contra las “leyes naturales” de dios. Igual se pasó a etiquetar la homosexualidad dentro de la clasificación de enfermedades de la Organización Mundial de la Salud, misma que en 1990 la OMS dejó de observar como tal.
Relata Mota Bravo, que la noche del 18 de abril 2007 un policía del municipio de Monterrey, Nuevo León, detuvo a “dos mujeres jóvenes” que “iban tomadas de la mano caminando por la calle.” Fueron a parar a las celdas municipales. Se les acusó de cometer “faltas a la moral y a las buenas costumbres.” Tras pagar 300 pesos de multa les dejaron en libertad. El hecho es, como bien lo apunta la investigadora, que la homofobia es un claro producto de la ignorancia y el desconocimiento.
Lo que propone Mota Bravo, es que los procesos electorales sirvan para expresar las demandas de todas las personas que componen en México estados y municipios al CLGBT, a todos quienes han recibido tratos de inferioridad de las políticas públicas de sus gobiernos, así como excluidos de la toma de decisiones.
Se hace necesario el activismo del CLGBT, en aras de organizar foros de discusión donde se invite a candidatos oficiales de partido, a discutir temáticas relacionadas con sus derechos. Mota exhorta a estos grupos de la diversidad sexual a formular cuestionarios para que la sociedad conozca la postura o ideología de los candidatos al respecto, como: ¿qué derechos debe tener una persona homosexual, una mujer lesbiana, una persona bisexual o transgénero?, ¿participaría usted en la Marcha del Orgullo Gay?, ¿por qué?, ¿estaría usted a favor de campañas para eliminar la homofobia… y en general en contra de la discriminación sexual?, etc.
Tras los foros públicos, se sugiere la elaboración de un documento de compromisos firmado por los candidatos en caso de obtener el triunfo electoral. Dependiendo el orden de gobierno, se propone modificar reglamentos de Policía y Buen Gobierno –en lo municipal- y redefinir las faltas administrativas como “infracciones a la moral” y “buenas costumbres.” En una generalidad, las propuestas variarían de si son aspirantes a alcaldes, diputados locales o federales, gobernadores, etc.
En parte es como deben utilizarse estos tiempos para contribuir a una verdadera emancipación social y democratización. Habrá que seguir combatiendo las contradicciones del liberalismo en toda la extensión del término, de la globalización, de la supuesta tolerancia, de las libertades humanas, culturales... En nuestra época, estas visiones deterministas de lo que es natural y lo que no lo es, de lo que es bueno o malo, deben extinguirse; en un mundo donde las prácticas de la diversidad sexual deben tomarse por cosa de lo más natural, pero siempre garantizando el bienestar de terceras personas.
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