(Traducción: José Guadalupe Isabeles Martínez)
Mientras el desastre por el reactor de Fukushima en Japón atrapó al mundo, Pakistán tranquilamente observaba un importante hito en su propio programa de energía nuclear. La planta nuclear número 2 de Pakistán, Chashma comenzó la operación y era conectada a la red de electricidad el 15 de marzo, justo 4 días después de que el terremoto y tsunami golpeó Japón e inició lo que es ahora uno de los peores accidentes nucleares de los que se tenga registro. La semana pasada en la víspera de su visita a China, el primer ministro pakistaní Yousaf Raza Gilani fue comisionado a Chashma 2 e indicó que China construiría dos reactores nucleares adicionales en el mismo sitio. Con los pakistaníes pasando horas en la oscuridad día tras días, debido al “load shedding”, un eufemismo para administrar los cortes de energía, nunca la energía ha sido más crítica para Pakistán.
De acuerdo a cifras de la Compañía de Energía Eléctrica de Pakistán, el déficit de oferta de electricidad actual es en promedio de 3000 megawatts, lo que es probablemente suficiente para brindar energía a alrededor de 3 millones de hogares en Pakistán. Esta escasez exige un alto número en relación a la población, especialmente en el verano cuando las temperaturas exceden los 115 grados [Fahrenheit]. Los efectos más dañinos para el déficit eléctrico resultan económicos. El país mismo se encuentra ahora en una especie de trampa 22: la economía moribunda limita las grandes inversiones en cuanto a la capacidad de generación eléctrica o de rehabilitación, pero no registrará un mejoramiento dramático sin más electricidad consistente.
La habilidad de Pakistán para cumplir con sus requerimientos de energía, se encuentra limitada por su relativamente pobre calidad de carbón, la naturaleza de la energía hidroeléctrica en un clima monzónico, y los retos políticos y de seguridad aprovechando con efectividad las reservas de gas natural en su provincia de Baluchistán. Pakistán tendrá que buscar su seguridad energética a través de una mezcla de fuentes internas y externas. Como un elemento de un plan de largo plazo para la diversificación de energía, la energía nuclear tiene sentido para Pakistán, como lo tiene para muchos otros países. Pero es una solución no efectiva de acuerdo a las necesidades de energía de Pakistán.
Con la suma de 300 MW de Chashma 2 a la red, Pakistán ahora produce 725 MW de energía nuclear, un 2.4 por ciento de la capacidad total y actual instalada. Se planea incrementar la producción de energía nuclear y para dicho fin Pakistán firmó contratos comerciales con China en 2009 para la construcción de 2 plantas nucleares más en el lugar donde se encuentra ahora Chashma. Cada uno de estos reactores producirá 325 MW, pero no estarán completos hasta el 2016, cuando menos. Es de hacer notar que los reactores son diseños de primera generación que carecen de las características de seguridad modernas y los cuales China ya no construye para su propio país. Hasta el momento, Pakistán tiene un registro de seguridad nuclear muy bueno, pero un diseño más nuevo sería preferible.
Si el déficit de electricidad de Pakistán permanece relativamente constante durante este periodo –un supuesto razonable dada la economía estancada de Pakistán– estos dos reactores adicionales únicamente se acercarán al déficit del suministro en un 20 por ciento. Para ocasionar mella real y significativa en la escasez de Pakistán, reactores mucho más grandes serían necesarios. El propósito nuclear de energía del país en esta escala, actualmente enfrenta obstáculos económicos y políticos difíciles que lo hacen altamente impráctico.
Los obstáculos más difíciles son políticos. Estados Unidos, Francia, Reino Unido y otros se han resistido a las peticiones de cooperación y por buenas razones. Primero, un acuerdo de tal magnitud sería difícil, si no es que imposible vender a sus respectivas legislaturas. En Estados Unidos, por ejemplo, no hay apoyo en el Congreso para un acuerdo nuclear con Pakistán dadas las percepciones negativas de su registro de proliferación, con un arsenal nuclear creciente, y supuesta ayuda en curso para grupos militantes que están asesinando a soldados estadounidenses en Afganistán. La muerte de Osama Bin Laden puede empeorar la situación en la medida en que los estadounidenses sospechan complicidad con las fuerzas de seguridad pakistaníes.
En segundo lugar, un acuerdo requeriría al Grupo de Proveedores Nucleares (NSG, por sus siglas en inglés) – los 46 estados suministradores nucleares los cuales establecen las directrices para el comercio nuclear – para hacer una exención a sus reglas, que actualmente no permiten el suministro nuclear a Pakistán. (El contrato nuclear de China en 2009 con Pakistán, es inconsistente con estas reglas, pero China argumenta que los reactores son antiguos porque los contratos originales datan desde antes de que China se uniera al NSG. China es el único Estado dispuesto a vender reactores nucleares a Pakistán). Los gobiernos participando en el NSG apenas apoyaron el esfuerzo de EU a fin de otorgar una exención a India, a pesar del alto interés de la industria nuclear en el mercado de India. Un esfuerzo similar hacia Pakistán, el cual tendría que pasar por el consenso, en este momento tiene poco apoyo excepto por China.
Los argumentos económicos en contra de la energía nuclear han sido bien ensayados –los reactores nucleares son incomparablemente caros, toman muchos años en construir y deben operar por largos periodos para que así sean efectivos en cuanto al costo. Pakistán se encuentra cerca en relación a ambos, el crédito y el efectivo. En 2009 el acuerdo con China se caracterizó por un precio de descuento por los dos reactores y por tasas de préstamo concesionarios, términos que ningún otro Estado o vendedor de reactores ofrecería. De hecho es dudoso si algún vendedor de reactores estaría dispuesto a aceptar el riesgo político y financiero en que se envolvería con un proyecto en Pakistán dada su inseguridad interna. Y simplemente no existe un mercado nuclear suficiente en Pakistán para los intereses de las industrias nucleares internacionales, mismo que sea de tal magnitud que les impulse a cabildear en sus gobiernos para alcanzar un acuerdo.
No obstante la necesidad de más opciones inmediatas para incrementar la generación de electricidad, Pakistán permanece comprometida con la energía nuclear. De hecho Fukushima no pareció desalentar el entusiasmo de los oficiales pakistaníes, a pesar de las preocupaciones en materia de seguridad. Ellos permanecen en la ofensiva en búsqueda de un trato nuclear civil, análogo a aquél negociado con India en el inicio de 2005. Dados los obstáculos a más opciones generalizadas de energía nuclear descritas aquí, el interés de Pakistán ha de ser considerado más simbólico que práctico.
Rehabilitar la transmisión de electricidad de Pakistán así como el sistema de distribución en aras de incrementar la eficiencia, reconstruir o reemplazar el envejecimiento de las turbinas en instalaciones hidroeléctricas, incorporar sistemas de ciclo combinado hacia nuevas instalaciones de generación eléctrica térmica, son las 3 formas en que Pakistán podría incrementar la electricidad disponible en el corto plazo. Ninguna de estas opciones potenciales se enfrenta a obstáculos políticos y económicos como la energía nuclear. Y dadas las preocupaciones globales de seguridad nuclear, todas estas opciones con inherentemente más seguras que operar con más reactores de primera generación. Inversiones simbólicas en energía nuclear no sirve a los intereses de corto plazo de la gente en Pakistán. Ellos necesitan energía y no tiene que ser nuclear.
Del original: The Myth of Nuclear Energy in Pakistan.
Carnegie Endowment for International Peace.
Twitter: @joseisabeles
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