José Guadalupe Isabeles Martínez
En Jalisco, los partidos políticos por más que se digan democráticos no practican una política interna democrática, el adjetivo resulta más antidemocrático que otra cosa, o por lo menos oligárquico. Aquellos partidos que para nuestro lamento llevan grabada la consigna revolucionaria, tampoco ejercen políticas compatibles a ello. Nada plenamente democrático mucho menos revolucionario ha de esperarse de las organizaciones políticas allende sus estructuras.
Anteponiendo el idealismo, la realidad oligárquica de los partidos se muestra salvable, pero al restarle la búsqueda del ideal nos estrellamos con un mal incurable: la oligarquía. Por ello coincidimos en que el PRD Jalisco es emblema de la oligarquía partidista, una que en lugar que sumar termina restando al casi nulo crédito del sistema de partidos mexicano. El domingo 22 de mayo (2011) transitaron las elecciones internas en el PRD estatal de cara a renovar su dirigencia, el mismo grupúsculo cancerígeno se vuelve a mantener en el poder.
Por más que se haya hecho uso de mecanismos formales para el ‘cambio’, el resultado sigue siendo el mismo: nada nuevo. La mafia que se adueño de México, como asegura Andrés Manuel López Obrador, también se adueñó del PRD Jalisco. Vaya paradoja. ¿Puede haber democracia partidaria cuando quienes se creen dueños de la Universidad de Guadalajara (UdeG), y la gobiernan de hecho y de derecho, continúan monopolizando el control de la dirigencia perredista? El llamado Grupo Universidad cuya cabeza se encarna en el clan de los hermanos Padilla López, Raúl y Trinidad, no soltó sus tentáculos del botín.
El nuevo dirigente del PRD, es Roberto López González quien –por si fuera poco- detenta el poder político como secretario general del Sindicato de Trabajadores Académicos de la UdeG (STAUdeG), habiendo sido elegido para el cargo de líder sindical durante el periodo 2009-2012. Hay que decir que el puesto se lo debe al Consejo General Universitario (CGU), máximo órgano de gobierno de la UdeG (quien lo nombró), que a la vez agrupa a los incondicionales del poder detrás del Consejo: los Padilla López. Un sindicato a modo y utilizado por el Grupo Universidad como brazo político y de estabilidad o desestabilidad –según convenga. El charrismo sindical de hoy, y una mafia que se cura en salud antes que desbaratarse.
No pasemos por alto la ruptura anunciada entre el liderazgo formado por Enrique Alfaro Ramírez, alcalde de Tlajomulco y hoy por hoy, en Jalisco el más destacado ejemplo de izquierda perredista. Tras los constantes choques entre el grupo político alfarista –el Colectivo Sol Naciente-, y el Grupo Universidad, el distanciamiento y golpeteo político desde y de la propia cúpula perredista en contra de Alfaro, ha sido incuestionable. Más allá del alejamiento político, que no les ha bastado, José Antonio Magallanes dirigente saliente del PRD, se encaprichó en obstaculizar y echar abajo la creciente y ejemplar carrera política de Alfaro construida en Tlajomulco. No lo ha logrado.
Esta oligarquía de que hablamos ha asestado un duro golpe a las aspiraciones por la candidatura a gobernador del munícipe Alfaro Ramírez, sobre todo a la democracia partidaria, a la cual se encargan de enterrar día tras día. Tal como lo sentenció Robert Michels en su extraordinario aporte a la Teoría de los Partidos Políticos, estudio en el cual critica la circulación de las élites que únicamente terminan por cooptar y absorberse a sí mismas, porque el poder es conservador, expresado en la Ley de Hierro de la Oligarquía una ley aparentemente infranqueable (Los partidos políticos 2, 1996, Amorrortu editores, p. 153-180).
Ante el temor a perder el poder, el grupo que lo posee tratará de afianzarse a cualquier precio, se fabrica con ello la clase política traducida en una minoría, una oligarquía, en un reducidísimo grupo de personas que decide por encima de abrumadoras mayorías, lo que no es malo, aunque llega a serlo cuando se actúa contrario a los principios fundadores que dieron origen a la organización. Ahora los muchos han de “obedecer las órdenes de los mejor dotados”, porque “quien habla de poder, habla de dominio, y todos los dominios presuponen la existencia de una masa dominada.”
Como un grupo de ilotas, así se hallan en estos momentos miles de miembros y simpatizantes perredistas en Jalisco. Ahora solo podemos esperar que la ruptura y desbandada prometida se cristalicen. ¿Así persigue romper este PRD gregario con el bipartidismo jalisciense, podando las esperanzas de millones que en la entidad esperan un cambio radical? ¿Qué podemos anticipar de este PRD cosmético en Jalisco que no sea la fractura y la desunión? Esto sucede cuando el poder se vuelve conservador, porque el poder no puede dejar de serlo.
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1 comentario:
Y la elección y el haber ganado limpiamente no cuenta? No cabe duda que algunos solo escriben por la paga, lamebotas conpluma
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