lunes, 5 de julio de 2010

Repensando la "no reelección"

En una época muy lejana, un hombre había usurpado el poder, gobernaba un territorio en un gran país. Conocía al igual que todos, a un viejo sabio al que dada su integridad de hombre, jamás le sería otorgado cargo alguno en el gobierno. Un día este gobernante le habló y le pidió un consejo a la ligera sobre la forma de gobernar. El viejo sabio le contestó: “sería mejor que aprendiese a gobernarse a sí mismo antes de gobernar a otros”. Era Confucio el que le hablaba.

A diario somos expuestos ante situaciones que involucran leyes, reglamentos, normas que regulan el comportamiento. Ocasionalmente de esas leyes decimos, “ya no sirven” o “no tienen vigencia”, pero frecuentemente no es eso, es meramente que la norma no garantiza que cierto comportamiento se efectúe con éxito, sin que ello implique nulidad. Hablar de reelección, involucra violar la norma que, por ejemplo, establece que un alcalde no se quede más de tres años a gobernar. En ese tenor hoy no se infringe la ley, mas el desempeño es muy pobre.

De nuestro sistema político se dice, está hecho para la corrupción, darle vida, nutrirle, y mantenerle así hasta que aguante. Hoy se habla de reelección porque las cosas no funcionan como los preceptos jurídicos indican, mas esta realidad se topa con el fantasma del porfiriato, del que pocos quieren saber y pocos más admiran.

Hay cosas con las que en momento dado habremos de observarnos, de frente. Si el sistema está hecho para la corrupción, es porque cuando alguien llega al cargo público, y sabe de antemano que después de tres años “quién sabe” si haya chamba, entonces ¿qué hacer?, la respuesta es abusar del puesto. Alguien pensará que permitir que un alcalde o un congresista se reelija, es como brindarle un cheque en blanco. Otro ejemplo es un policía (aunque los hay ejemplares), con los salarios que tienen el mensaje es: “usted arrégleselas y vea de dónde saca más”.

La reforma política que envió al Congreso el Presidente Calderón, contempla esta opción. Apreciemos que tal iniciativa abriría la puerta a candidaturas independientes. Afortunada o desafortunadamente, lo que más probabilidades tiene de ocurrir, es que emerja la reelección por sobre la candidatura independiente. Esta última minaría el monopolio partidista, cosa que no haría la reelección, y aunque sí descentralizaría un tanto la línea del partido sobre sus candidatos, preferible esto que perder dicha prerrogativa, diría la partidocracia.

Si un alcalde del partido “X” incumplió al cabo de tres años, la gente elegirá al partido “Y”. Si éste cumple sus expectativas, sería reelegido por otro trienio, así hasta por 12 años, según determinase el Legislativo. Pero si este mismo alcalde ya no dio el ancho, al año podría someterle la ciudadanía a referéndum revocatorio y, de así decidirse: sería defenestrado. Lo mismo pasaría con un congresista.

La reelección resultaría una opción arropada con los mecanismos necesarios que garanticen al elector, someter a escrutinio público y evaluar permanentemente a su representante. Hay quienes se oponen, yo creo que es una extraordinaria opción ante tanto descalabro político.

Reitero, siempre y cuando coexistan mecanismos y vías institucionales que empoderen en verdad al ciudadano para así actuar, pero a su vez que existan a la par garantías para que funcionarios y administraciones no se vean subordinadas al libre albedrío de sus ciudadanos, en esa tesitura el ciudadano estaría obligado a involucrarse y actuar en equilibrio con la mayor de las responsabilidades. Porque tenemos derechos, pero primero hay que cumplir nuestras obligaciones.

Un buen día, Confucio caminada por el monte T’ai, cuando escuchó el lamento fúnebre de una mujer. Al preguntarle por qué lloraba la mujer respondió: “Al padre de mi marido lo mató aquí un tigre, a mi marido también y ahora mi hijo ha corrido la misma suerte”. -¿Por qué te quedas entonces en un lugar tan terrible?-, le preguntó Confucio. “Porque aquí no hay ningún gobernante opresor”, replicó la mujer (Smith Huston, 1991. Las religiones del mundo, p. 183).

Correo: joseisabeles@hotmail.com
Opinión Virtual: www.youtube.com/joseisabeles

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