miércoles, 21 de julio de 2010

De la degeneración de un país copado

Lo que tiene que acontecer para que un reducidísimo grupo de individuos sin alma se apropien de un país que, encima, no es el suyo, es que el gobierno de éste último siga permitiéndose toda clase de subordinación sin chistar.” (Crisanto)

Para el decision-making, los gobiernos cuentan con asesoría que orienta a los responsables de las decisiones, en favor de que no resulten perniciosas para nadie. Sin embargo, las decisiones casi nunca se fundamentan en la sola razón, o ciencia; sino que son bañadas por un halo de emociones y sentimientos.

Para analizar la situación de México, sí hay que tener cierto grado de disposición al evaluar argumentos que puedan sonar descabellados, irrazonables o ilógicos. Debemos tener apertura y pensar con la cabeza fría. Cuando nuestra mirada es sesgada, la resultante en poco ayudará a la solución del problema.

La ‘inauguración’ de los coches-bomba en Mexico, con la detonación de explosivos en Juárez, en la emboscada a policías federales -sumando 208 bajas desde 2006-, no demuestra la debilidad del Estado -al que le es escondida toda su fuerza-, sino más la putrefacción del tejido social y la pérdida de los destinos soberanos. Lo que nos muestran es una situación prefabricada y falsa de un ‘Estado débil’, para intervenir al país por fuerzas extranjeras.

Hablamos de perder al país desde una óptica societal. Los mexicanos lo estamos perdiendo causa de una caterva de políticos y mamarrachos que han sabido hacer politiquería, edificando un apolitismo en la gente que demuestra su desinterés por la política, ‘amurallándola’. Por eso decimos que “nosotros estamos perdiendo al país”; no aquellos que dirijen los hilos del Estado, que en términos genéricos nunca les ha interesado preservarlo íntegro para su sociedad, sino para ellos mismos, en el mejor de los casos.

Todos estaban contentos al inicio del sexenio, cuando se anunciaba combatir al crimen, pero como toda lucha, el apoyo social involucrado se descompone cuando lo que se ve deja de agradar, y después van apartándose porque sencillamente: “ya no les gustó.”

El terror mediatizado es buena medicina para somniferar naciones. Cuando éstas despierten, su destino estará maniatado a directrices ajenas. En México, los intereses económicos conjuran contra toda clase de resurgimiento de la nación. Con el terrorismo y la percepción negativa altamente desproporcionada de la realidad, proveída por los medios, es secundada cualquier acción del Estado e internacional (léase cascos azules), aunque cuando haya que cobrar factura todos tengan que pagar. Lo negativo se exacerba en nuestras mentes, aunque si pudiésemos cuantificarle, resultaría por mucho inferior a la verdadera realidad.

Lamentablemente, los mexicanos van a seguir preferiendo más policías, soldados y armas; que pensarse ‘en medio’ del terror. Una solución, es dejar de ver ese terror que legitiman los medios, y que cada quien se ocupara de lo suyo, actuando descontaminado de todo ese desperdicio noticioso. La desventura es que nuestros sueños expresados en nuestros hijos, serán diariamente degenerados, trayendo consigo el deterioro de un futuro mejor.

Opinión Virtual: www.youtube.com/joseisabeles 

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