lunes, 19 de julio de 2010

Hay leyes que hasta el azar está obligado a seguir

Si pudiera pedir un deseo, sería ver un monumento a Juan Rulfo en Sayula (…). Tanto busqué este libro ue no podía quedarme con las ganas de compartirle algo. Es una obra de investigación documental, que desde luego presenta juicios de valor. La obra es Un extraño en la tierra: biografía no autorizada de Juan Rulfo (2005). El libro consta de 408 páginas y es de editorial Debate. El autor, Juan Ascencio, muy cercano al escritor. La obra fue iniciada poco después del fallecimiento de Juan Rulfo, acaecido el siete de enero de 1986.

El título obedece al texto que Ascencio incluye en la última parte del libro, de Jean Giono. Y es que cuando lo leí, tuve qué volver a hacerlo, “hay leyes que hasta el azar está obligado a seguir”. Respecto a Rulfo, quizá él estaba destinado a consolidarse como gloria nacional, a pesar de ser el niño que en su breve infancia perdería a su padre, quien sería muerto a los 33 por un problema de tierras (era un rico hacendado); de perder a su madre cuando ella tenía 30 años, Rulfo no la volvería a ver, pues él estudiaba en el seminario en Guadalajara; hasta recibir el Premio Nacional de Literatura (1970), el Homenaje Nacional en el Palacio de Bellas Artes (1980), y el Premio Príncipe de Asturias (1983).

Antes de leer el libro, había leído algunas reseñas sobre esta obra, en su mayoría negativas, hablan muy mal sobre Juan Rulfo, “la persona”, no tanto “el escritor”, que eso es cosa aparte. Dicen que se avergonzaba de haber nacido en Sayula, Jalisco, y que por ello tergiversaba la información, total que nunca lo reconocía abiertamente. Muchos dicen que se abochornaba del lugar, pues había la mala fama de los versos del “Ánima de Sayula”, y siendo precisos, la homosexualidad de la que tanto se hace mofa. Sea como sea, el escritor nació en Sayula.

Según el Libro de Nacimientos en Sayula, Rulfo no contó originalmente con el apellido “Pérez-Rulfo”, de su progenitor, y en cambio, se le puso por nombre “Juan Nepomuceno Pérez Vizcaíno”, nació en la casa número 32 de la calle “Francisco I. Madero” hoy Ávila Camacho, siendo las cinco de la mañana del 16 de mayo de 1917 (p. 27). Algo interesante, son los registros que realizó al ingresar a trabajar a la Secretaría de Gobernación (1936), pues expresó haber nacido en Sayula, también cuando ingresó al Instituto Nacional Indigenista expuso lo mismo. No está por demás decir, que la obra es producto de un cotejo intenso de actas y documentos oficiales, realizado durante varios años.

Son fabulosos los testimonios en Un extraño en la tierra. Por ejemplo, que el General Manuel Ávila Camacho se casó en Sayula, y que era gran amigo del coronel David Pérez Rulfo, tío del escritor que lo recomendaría al presidente Ávila Camacho para trabajar en la Secretaría de Gobernación. Lo curioso es que Juan Rulfo haría hasta lo imposible por no trabajar, y aprovechar su tiempo laboral para leer y escribir, se convirtió en un “aviador” o fundador de la estirpe de esa especie.

Juan Rulfo fue un genio, aun cuando no contó con formación universitaria. Afortunadamente contó con la otra formación, la que facilita la lectura. “Yo desde los diez años ya leía muchísimo. Después yo me leía dos libros por noche. Me amanecía yo leyendo y estaba al día en todo lo que se publicaba, en todo lo que llegaba” (p. 135). Algo graciosísimo, fue lo que expone en una de las cartas a su esposa Clara, cuando le confiesa (1947) que “dejó el sueldo de todo un mes [de trabajo] en la feria del libro” (p. 166).

Rulfo contó con el apoyo del Centro Mexicano de Escritores, que en dos ocasiones le becó, dando como resultado El llano en llamas y Pedro Páramo (1955). Acordó con dos casas editoriales publicar El llano en llamas, una el Fondo de Cultura Económica y otra América, en ésta última venía publicando sus cuentos. Al final, quedaría mal a América. Le jugó chueco, pa’ acabar pronto (p. 186).

Rulfo no era un gran intelectual y él mismo decía ser “un pobre diablo”, aunque siempre anhelaba reconocimiento, como así ocurrió. Lo desafortunado fue que no volvería a escribir otra novela, salvo aquella llamada La cordillera, que no se materializó. Si pudiera regresar el tiempo me gustaría conocer a Rulfo de niño, no lo imagino devorando libros o haciendo “como que trabaja”. Lo importante es apreciar que su obra es reconocida mundialmente, y que fue traducida a variabilidad de idiomas. Si pudiera pedir otro deseo, sería que usted leyera el libro (…).

Opinión Virtual: www.youtube.com/joseisabeles

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