El Carretero…
Hola a todos los amables lectores, les agradezco su solidaridad y preferencia para con esta columna. Créanme que la actual crisis que ha propiciado el Ayuntamiento de Sayula, con respecto a los medios en aquél municipio, es inédita. Sayula puede presumir de un ejercicio del periodismo que se remonta varios años atrás, algunos opinan que se pueden rastrear, no solo en el siglo pasado, sino en el antepasado.
Lo cierto y comprobable es que al menos hace 50 años, el semanario local Tzaulan, aparecía normalmente, como lo hace ahora. Impulsado por un grupo de notables, y no quiero detenerme en esto por que no es mi intención dar cuenta de la historia del medio citado, Tzaulan, que hace referencia al nombre indígena de Sayula cuya traducción es “Lugar de moscas”, representaba la vanguardia de la clase ilustrada del municipio. Por su puesto que la elite social terrateniente, que logró sobrevivir al proceso revolucionario de 1910 con las mañas descritas por Juan Rulfo en “Pedro Páramo” y el cuento “Nos han dado la tierra”, marcaba la línea a seguir del medio que ya era escaparate de la alta sociedad sayulense, emparentada con poderosos militares y con amistades de la altura del genial Mario Moreno “Cantinflas”.
El medio citado, el más viejo del municipio y uno de los más longevos en la región, se sujetaba al protocolo de la elite social terrateniente cuyos valores estaban en franca oposición a los intereses de las clases desposeídas, y lejos de representar intereses comunes en aquél municipio, era como su lema lo dice, el difusor de la “verdad y cultura”, en una lógica positivista del porfiriato. No es extraño pues que, el priato (como dicen los panistas), que apenas había dejado su perfil militar (cuyos dos jefes máximos Ávila Camacho y Lázaro Cárdenas, tuvieron importantes nexos con Sayula), utilizara este medio para legitimar su poder en el municipio, poder coludido con los intereses de la elite social y económica de Sayula.
Surgieron ciertamente, hace 40 años, medios alternos y disidentes del orden caciquil y autoritario, como “El Látigo”, editado por jóvenes estudiantes y maestros de aquél entonces, que logró muy poco en su intento por mover el monolítico poder social que representaba Tzaulan, y terminó por desaparecer. Vendrían otros intentos, de corta duración, que tratarían de, mediante la prensa, poner a discusión común en Sayula las visiones consolidadas de lo público en el municipio, pero no sería sino hasta principio de los noventas, cuando un medio antagónico al decano lograría consolidarse a la sombra del poder político, perdido entonces por la elite social de siempre tras su decadencia económica luego la crisis nacional de aquellos años.
El semanario “Sayulense” de la Familia Serrano Villalobos, emparentados con el entonces presidente municipal priista, Gerardo Villalobos, cuyos orígenes no estaban en el marco de la elite social de Sayula, y que a su vez lo antecedía Jorge Ventura, otro presidente municipal priista ajeno al grupo de poder tradicional; le dio un vuelco a la forma de ejercer el periodismo, aunque no dejaba de representar intereses del poder político, en su populismo evidente. Luego y a lo largo de la última década del siglo pasado en Sayula surgirían otros medios: El Formato, Horizontes y finalmente Siete Días (“La Clave” era una impresión comercial de pequeño formato más antigua que “Sayulense”). Para hacer de Sayula uno de los municipios donde más medios se editan en el estado. Era obvio que las visiones político-sociales se multiplicarían, que los antagonismos y lucha por el poder también, lo cual es sano en una democracia.
Pero, luego de tres periodos alternados en el poder, el actual presidente de Sayula, Samuel Rivas Peña (ex militar), representante de la visión conservadora del municipio, paradójicamente postulado las 3 veces por un partido de izquierda el PRD; creó un número importante de intereses a su alrededor, a los cuales no les convenía la diversidad crítica de los medios locales que en otras ocasiones ya habían demostrado su poder, como cuando impidieron que el delfín de Rivas Peña en su primer periodo, Fernando Valencia, accediera al poder vía el PT, a pesar del apoyo de Tzaulan y la cantidad de recursos que se invirtieron. Debería en justicia decirse que el poder económico y político del municipio se dividió, pues el candidato del PRI en aquél entonces era el nieto de Marcelino García Barragán, José María García Arteaga “el pepino”, pero definitivamente la prensa sin apoyar a “pepino” no le gustó Valencia; Tzaulan apoyó incondicionalmente a Valencia y perdió.
Por ello, los poderosos, hoy en día optaron por algo que ya habían ensayado en el segundo periodo de Rivas: comprar a la prensa, de ahí que tres de los cinco semanarios editados en Sayula (Tzaulan, Horizontes y Siete Días) estén cooptados por el Ayuntamiento, prestándose para el golpeteo, la promoción de la imagen y la mentira oficial. Pero, y eso es lo inédito, no contaban con las redes sociales, donde se ventiló esta cloaca, se exhibió a funcionarios de primer nivel del Ayuntamiento, incluso al propio alcalde, en videos, confrontando a sus paleros como Salvador Nava de Siete Días; que se prestó a la difamación de gente que denunciaba las corruptelas, inconsistencias y violaciones a la ley, del Ayuntamiento de Sayula.
La administración municipal ha respondido con ataques cibernéticos a las páginas y portales de los periodistas que publican en la red los asuntos de Sayula, lo cual ha deteriorado más su imagen ante la ciudadanía. Todo ello es inédito, porque los señores del poder en ese municipio, apenas empiezan a entender que el mundo ya cambió, y en Internet, la administración del municipio de Sayula es una soberana porquería, que está, literalmente, a los ojos del todo el mundo…
Día del Padre…
Un mable lector nos pide que hablemos sobre el padre. Padre viene del latín, pater, la cabeza o derivación de una familia. De ahí también vienen conceptos como patrimonio, patrilineal, patriarcado, y hasta patria (Lo que hace de la expresión “Madre patria”, una paradoja). Pero remontándonos más lejos en la historia, más allá de Roma y sus patricios, su eugenesia y toda la herencia de formas griegas de organización tribal. Vayamos a los albores de la humanidad, cuando el ser humano era cazador y recolector.
Entonces, las sociedades no tenían como base aun padre, la línea no era patriarcal; la madre era el eje del clan. Tan es así que genéticamente se puede seguir nuestra línea como especie hasta un ancestro común, una mujer que vivió en áfrica hace varios cientos de miles de años. La organización primitiva, antes de la agricultura y los asentamientos permanentes, más sencilla, era la matriarcal. No fue sino hasta la aparición de la propiedad privada, los esclavos y los jefes guerreros, que tomó importancia el patriarcado o gobierno del padre.
El padre tenía la necesidad de saber si el hijo de su mujer era realmente suyo, haciendo a la mujer y a los mismos hijos objetos de su posesión, a la mujer una de sus propiedades, a los hijos parte de sus ganancias; era necesario pues, que no fueran los hijos de otros lo herederos del patrimonio de un hombre. Todo lo contrario en un matriarcado, donde la madre no puede dudar de su relación parental con su propio hijo, por lo cual la propiedad privada de personas y cosas carece de sentido. En Sayula vivimos un patriarcado exacerbado desde la colonia hasta hoy.
El paternalismo con que se ejerce el poder en la entidad nos ha llevado a aberraciones que contrastan anacrónicamente con nuestro contexto histórico hoy en día. La obsesión por el control de los medios por parte del patriarca Rivas Peña, su impositiva moral que lo mismo cierra bares y discotecas a las 23 horas que castiga a trabajadores del Ayuntamiento como a peones en la colonia o negros en el siglo XIX en EUA, es patético. Todo ello tiene que ver con la visión de la posesión de la tierra, la distribución de la ganancia y las líneas de descendencia. Pero, peor, y esto lo más grave, la aceptación pasiva de este orden evidencia nuestra grado de infantilismo social. No sé si, debamos felicitar a nuestro pater común, o como decía Freud, “matarlo” para ya madurar como sociedad. Aunque esto se escuche mal, el parricidio es, en el contexto del psicoanálisis, sano. Abur…ahí se ven.
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