Después de Irak y Afganistán, los nuevos teatros de operación ya se echaron a andar en México y Centro América.
Friedrich Nietzsche nació en 1844 en Alemania, y murió en el año de 1900. Las discusiones filosóficas de este gran pensador alemán, están fundamentadas en la vida. Sugería que el eje dinámico de la vida es la “voluntad de poder.” Vamos a ver entonces la definición de Nietzsche sobre esta voluntad, a la luz de las acciones de poder de Estados Unidos.
El concepto de la voluntad de poder desarrollado por Nietzsche, no consiste únicamente en la definición que usualmente se le puede otorgar al poder en sí mismo, como sería tener la “facultad o potencia de hacer algo”, de conformidad con la Real Academia Española (RAE). La definición en esencia incluye la capacidad de hacer que B cumpla la voluntad o los deseos de A. Para el filósofo alemán esta voluntad de poder va a un plano mucho más profundo, para sostener que el poder, una vez ganado y ejercido, no debe ser sometido a su conservación. Porque al conservarse el poder muere.
A partir de este punto de la voluntad de poder, podemos reflexionar este aparente impasse en el que se sitúa el Estado y nación mexicana. Un punto muerto en que todos los caminos parecen ser laberínticos y donde la salida nos ha sido desdibujada para quedar atrapados en una situación diversificada y de apabullante incertidumbre. Los problemas de siempre, la pobreza, el bajo nivel educativo de los mexicanos, la demagogia, el populismo, la no prioridad en ciencia y tecnología, la seguridad, entre otros temas en boga.
No está por demás decir que el materialismo occidental nos ha sometido desde finales de 1980 a un sopor singular en el que pensar por cuenta propia nos ha sido impedido hasta ahora, gracias a la maquinación de los medios de comunicación. A este respecto, no solo la estructura de poder político y económico en México, sino aquella que asume su forma en las más altas esferas de Washington, han emprendido luchas permanentes por garantizar sus mercados (varios) de operación en el marco de la liberalización económica nacional.
Después del comunismo en el siglo XX, la amenaza que ha venido a gestarse hoy se motiva en el mundo musulmán y su fe en el Islam (aunque es falso que todo musulmán sea terrorista, y que el fundamentalismo religioso sea igual a terrorismo), inclusive en las armas de destrucción masiva. Surge el terrorismo como el enemigo a combatir.
Gracias a esas amenazas globales en Estados Unidos se han maquinado los embates de Washington por todo el globo (hoy lo vemos en Libia y en general en Medio Oriente donde intentan apagar la llama de la transformación revolucionaria). En este naciente siglo, y por más que el poder político, económico, y no necesariamente el militar en EU se vengan desmoronando paso a paso, la voluntad de poder busca salida a través de nuevos teatros de operación.
Contralínea es quizá de los poquísimos medios informativos, el único que ha venido a dar cuenta con gran insistencia de esta desestabilización que está siendo infundida en todo el territorio nacional, ni siquiera Proceso ya no decir de La Jornada.
En México se está cocinando cada vez más una mayor e insolente intervención de los tomadores de decisión estadounidense en México. Después de Irak y Afganistán, la Unión Americana ya prepara esos nuevos escenarios para respaldar y mantener a flote ese exultante gasto militar de más de 700 billones de dólares en este año fiscal, el más grande de su historia y del mundo entero.
Hace unos días el presidente demócrata Barack Obama realizó una gira por América Latina para hacer los amarres en función de su “alianza por la seguridad ciudadana”, que resultó en el compromiso anunciado en El Salvador, de entregar a la región central latinoamericana 200 millones de dólares. Una alianza “ciudadana” que por supuesto, excluye a la ciudadanía de cualquier toma de decisiones. Esa es una verdad, donde los países pobres y subdesarrollados no quieren negarse a esta ‘ayuda’ internacional que en nada significa inversiones en educación, ni de políticas públicas de alto impacto netamente social.
México al igual que ya lo hizo Colombia, se enreda más y más en la trampa septentrional. Ni el ‘salvador’ de México AMLO se atreve a cuestionar tan lastimoso sometimiento del Estado nacional, y cómo va a ser si ya viene 2012, y ya de por sí es tan amplia la incertidumbre (a su alrededor) de que en el país los mexicanos lo apoyen con su voto y por otro lado de que las redes estructurales de poder en México, incluidas aquellas de Washington le dejen llegar a la máxima magistratura del país.
Así se demuestra en parte la voluntad de poder de Nietzsche en EU, donde no pueden darse el lujo de que su poder se apague, como ya lo hace lentamente. Están así obligados a seguir expandiéndose y conquistando más y más territorios, tal como alguna vez lo hiciera Alejandro El Grande desde la antigua Macedonia.
Quizá la única esperanza para México es que la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), abogue por nosotros en el seno de esta integración sudamericana, integración de la que claramente nuestro país, alguna vez considerado como líder por América Latina, está quedando segregado y se gana con pulso la discriminación de los estados del sur.
La Unión Europea inició con un primer paso comercial llegando a una integración profunda como la que hoy vemos; hacia ese sitio se trata de encaminar la Unasur; mientras que en México, el TLCAN a todas luces no se dirige a dicha profundización de las relaciones multilaterales –con EU y Canadá- más allá de funcionar como la “gran maquila” y meretriz comercial y de mercado
PD. Mientras se robustece rápido y con fuerza a una pequeña parte del Estado –el gobierno-, uno de sus componentes –los habitantes- son enajenados de todo poder de autodeterminación.
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