Antes que nada le invito a que visite nuestro Facebock: "carretero de Jalisco" en la red, donde encontrará está columna y algo más de interés para los asiduos lectores de la carreta. Esperamos comentarios y cualquier clase de puntualización que el lector crea conveniente. Pues bien, espero, con cierto escepticismo, que todos los amigos de la presente columna, gocen de tranquilidad integra en su vida como ciudadanos de éste país tan generoso y bello que nos tocó como patria.
El otro día recordábamos junto con al buen amigo Raúl Fajardo, a Erasmo de Rotterdam, ese gran filósofo del humanismo europeo, que se vio inmerso en las luchas reformistas al seno de la iglesia católica en 1509, lo cual marcó ese tiempo con convulsiones importantes que hicieron tambalear el paradigma cristiano de occidente; trazando pues, quizá arbitrariamente, un paralelismo a lo que hoy como país y mundo nos toca vivir: la debacle del paradigma capitalista en su fase más voraz ,el neoliberalismo; al igual que el personaje citado, nos encontramos en medio del dolor y la irracionalidad. Stuart Walton, citado por Augusto Isla, hablando de esa tristeza y melancolía provocada por el mundo que enfrentó Erasmo y que lo llevaría a escribir su conocido "Elogio de la locura" (la locura entendida como idiotez), dice: "en un mundo dominado por el dolor, el ser despreocupado y feliz puede parecer el estado propio de un idiota."
Los Iliotas, eran un pueblo del tiempo de la Grecia clásica, cuya característica peculiar era embriagarse en exceso, algo moralmente reprobable para los griegos patriarcales tan amantes de Areté o valor (en el sentido moral del término), aquello concedido a la aristocracia como don divino. Se decía que los griegos hacían observar a los niños, como parte de su formación moral, a los iliotas cuando estos se encontraban intoxicados por el alcohol, para mostrarles la clase de conductas reprobables y vergonzosas que rechazaba la sociedad griega.
De allí viene la palabra idiota (iliota), como calificativo para quien actúa con estupidez o necedad. Conductas más comunes de lo que quisiéramos aceptar en la condición humana, por cierto. Nietzsche por su parte y retomando la contra parte griega, defendía la embriaguez como un estado cuasi iniciático. Para el filósofo alemán la conducta despreocupada y feliz frente al mundo hostil es la correcta. Partidario del culto dionisiaco (Dionisio, dios del vino), Nietzsche, argumentaba que al desinhibirnos con el alcohol, se presenta el verdadero hombre, el más natural, aquel que está en comunión con el universo paralelo a la realidad artificial creada por las represiones de la cultura autoritaria y castrante.
Volviendo a Erasmo, en un mundo que se derrumba desde sus axiomáticos cimientos, la felicidad y despreocupación del idiota, el bobo, es la condición más sana. Frente a esta realidad violenta, que vivimos en el país, ante una impronta global cada vez excluyente y depredadora, solo aquellos que inconsciente o conscientemente suprimen el súper yo freudiano (cargado de los dogmas falocráticos de esta fase del capitalismo moribunda), son realmente felices. Un documental ambientalista reciente, que aborda el sobre calentamiento global, fue titulado: "La era de la estupidez", ahí se da cuenta de nuestra conducta, como habitantes de este planeta, y se nos califica, con fundamento, como estúpidos y necios No sé si todo esto debería preocuparnos o darnos esperanza, pero definitivamente la estupidez es como las monedas, tiene dos caras; y la mayoría de nosotros, en el planeta y el país, apostamos por la peor….
Patente de corso…
En los siglos posteriores al descubrimiento de América, en Inglaterra era ilegal la piratería, no de música y películas, sino de la que se refiere al asalto de barcos en alta mar. Pero, la corona Inglesa, tenia un permiso especial para aquellos de sus súbditos que asaltaban barcos españoles provenientes de América, se llamaba patente de corso o permiso para delinquir a favor de los intereses de su nación. Ya sabe cómo se las gastan las superpotencias en eso del agandalle.
Pues bien, me enteré que hoy en día en los países desarrollados, como los europeos, existe el "derecho de contaminación". Con un mundo que se calienta peligrosamente, las naciones ricas de occidente extienden a sus ciudadanos de la iniciativa privada, siempre tan emprendedores (cultura empresarial, pues…) un permiso para emitir a la atmosfera gases de efecto invernadero. En el entendido de que, no se puede pedir al entorno que el planeta se caliente afectando solo a los pobres, prietos y feos del mundo, estas "sabias" naciones otorgan el permiso cuando la empresa contaminadora en cuestión compra los derechos a empresas del tercer mundo.
Es decir, una empresa mexicana, puede capitalizarse si cede su oportunidad de joder más al planeta a otra del primer mundo. Por ejemplo, una industria que arroja a la atmosfera 3 toneladas diarias de X gas, aquí, deja de hacerlo para que otra lo haga en Suiza, por ejemplo. Aunque parezca que Suiza y México están en planetas distintos no es así, por ello las autoridades, y comprometidas con el modelo de producción vigente en el globo, otorgan el permiso a la empresa Suiza que le fue cedido por la Mexicana, y todos contentos. Ah el capitalismo, ¡Qué bonito!
Pero espéreme, eso no es todo; para quienes se les hace raro muchas cosas en esta lucha o guerra contra el narco, yo tengo una teoría: Si se pueden ceder en un mundo global derechos de contaminación, por qué no se podría también ceder el derecho de matar, cuando éste es necesario para el sano funcionamiento de mercado financiero global. Los ciclos y colapsos económicos de los sistemas capitalistas son conocidos desde hace mucho. Se sabía que pronto el sistema, ahora globalizado, enfrentaría uno muy serio.
El que vivimos. Sabe cómo se reactiva el ciclo económico-financiero del capitalismo cuando se colapsa, pues con guerras. ¿A la gran depresión económica de 1930, qué siguió? La segunda guerra mundial. Los conspiradores neoliberales, pensaron que con mini guerritas como las de Irak se podrían exorcizar la depresión económica que se avecinaba, es decir la de 2008, pero no fue suficiente, hacían y siguen haciendo falta más.
El trafico ilegal de mercancías, como el oro robado a los españoles por los piratas ingleses y las armas y el petróleo a los países del eje en la segunda guerra, son un negocio que puede capitalizar de nuevo las economías colapsadas; pero ello implica muertos. Millones durante el saqueo a los pueblos originarios de América y millones en la segunda guerra mundial. El tráfico de armas hoy, en todo el mundo, donde hay guerras impulsadas para la recuperación financiera, alimenta el sistema global insaciable.
Pero hay otra mercancía ilegal, que representa ganancias comparables a las armas: las drogas. Pero ello implica más muertos, quienes impulsan la maquinaria de producción, distribución y consumo de drogas en el mundo, cuyo dinero lavarán en sus sistemas financieros judío-anglosajones, lo saben, y no quieren esos muertos en sus países, no porque les importen las personas, sino porque es políticamente incorrecto.
Entonces compran los derechos de muerte a otros países, como el nuestro. Las personas deben morir, porque así lo necesita el sistema, siendo este global, no importa dónde lo hagan. Pero, para ellos es mejor, políticamente, que los muertos los ponga otro país. Aquí entra la corrupción y el cinismo de nuestros políticos, porque serían muy pendejos si no vieron esto. Así que, mientras el sistema financiero global no se recupere a favor de las superpotencias, seguirán muriendo mexicanos, como murieron indígenas en la colonia y 6 millones de soldados en la segunda guerra mundial.
De acuerdo a especialistas, este sistema que se pretende rescatar ya está muerto, así que, podrían matar no a decenas de miles de mexicanos, sino a millones, en está guerra contra el narco, y el sistema no se repondrá como quieren, jamás. Por ello, Calderón se niega, en su fundamentalismo de derecha, a parar la guerra contra el narco, ya que en su lógica si cae EUA cae México, 60 mil muertos al final del sexenio, no son nada, comparado a lo que enfrentaríamos si nuestro único socio comercial nunca se recuperará; de ahí que, lejos de disminuir la producción, trafico y consumo de drogas aquí y allá ha aumentado.
¿Y qué si mueren niños, y qué si hay huérfanos, y qué si mueren inocentes? ¿Importó eso en la segunda guerra mundial, cuando lanzaron las bombas atómicas?...Y ya cierren la cantina de Rivas; a los Grafitis recientes yo agrego: "Rivas, no hay regidores honestos". Ahí se ven.
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