jueves, 21 de abril de 2011

La Carreta y los Bueyes...

Lic. Rodrigo Sánchez Sosa
El carretero…

Tengan ustedes un feliz fin de semana, amigos lectores. Una de las reacciones normales ante situaciones extremas en la vida del ser humano es la negación. Se niega la realidad ante la impronta de no aceptar aquello que se nos presenta amenazante. Ante la muerte, por ejemplo, de un ser querido, la reacción normal es expresar verbalmente nuestro rechazo a una realidad que no queremos aceptar, la persona cuando se le anuncia la muerte inesperada de un familiar instintivamente dirá: "¡No!", tal vez luego agregue: "no puede ser…"

En un estudio académico sobre nuestra conducta y lenguaje como mexicanos, se encontró que, solemos evadir la responsabilidad personal mediante el leguaje, siendo muy común, por ejemplo, cuando rompemos algo, exclamar, no "rompí" o "he roto tal o cual cosa", sino decir: "se rompió" o "se me rompió". Por qué lo anterior; es difícil no darse cuenta de que hoy, como país, nos encontramos ante una situación extrema, sin embargo, la mayoría preferimos ignorarla, negarla, incluso aceptarla como normal. En un primer momento, como apuntamos al principio, es natural que como una defensa psicológica se niegue la realidad que no podemos manejar ante lo súbito de esta, pero prolongar la negación ya no es sano, es evadir la realidad y por ello complicar el problema.

Es cierto que los monopolios en comunicaciones que manipulan la percepción de la realidad en México, léase Televisa y TV Azteca, juegan un papel importante en la evasión de la realidad nacional, pero también es cierto que ante lo abrumador de esta, hace falta más que toda la infraestructura de control de esas empresas para evadir lo que hoy sucede en el país. El que la gran mayoría de los mexicanos, sigan apáticos a la violencia, corrupción y desmantelamiento del país, tiene que ver con la segunda aseveración arriba señalada: culturalmente tendemos a evadir la responsabilidad.

Si se nos preguntara si creemos ser responsables de la corrupción y la violencia, que no queremos enfrentar, pero de la cual, justamente nos quejamos; seguramente, la mayoría diría que no: el país se nos rompió, se rompió; se colapsó, se nos colapsó, pero no lo rompimos o colapsamos. Nadie en los discursos que se rasgan las vestiduras, por lo que pasa en el país, quiere aceptar la responsabilidad de lo que vivimos, ni siquiera el gobierno federal que, unilateralmente declaró esta guerra absurda. Si ellos, Felipe calderón y sus asesores, no sienten tener culpa, ¿acaso la sociedad civil se dará por aludida? Es y resulta absurdo pedirles responsabilidad a los delincuentes, estos son criminales, desde el momento en que tomaron la decisión de serlo, lo hicieron para enfrentar a los demás y sus leyes ¿cómo puede pedírseles responsabilidad? ¿Cómo decirles que ya estamos hasta la madre o que ya basta, como quiere Felipe Calderón?, esto solo se le puede reclamar a quien se comprometió a respetar y hacer respetar las leyes de este país, no a los que saliendo del pacto social agreden sin honor ni código.

En otras palabras, es al gobierno, sobre el que recae esa responsabilidad constitucional, al que se debe exigir; pero, no solo el gobierno tiene la responsabilidad de salvaguardar la integridad nacional, cada uno de nosotros como mexicanos tenemos que, cuando el gobierno es inepto como es el caso, hacer uso de nuestro derecho constitucional: dado que la soberanía reside en el pueblo, éste tiene el derecho y la obligación de abolir un gobierno que no cumple con su responsabilidad de acuerdo a nuestra carta magna. En ambos casos se avade esta responsabilidad y se niega una realidad cada vez más cruda.

No aclarar los antecedentes de la violencia y la corrupción, haría oscuro el discurso anterior. Seamos honestos, la cultura de la corrupción y la impunidad, del que todos como mexicanos participamos en los últimos 70 años de priato (y los últimos 10 de fascismo panista), desembocó en esto que vivimos. La famosa frase: "el que no tranza no avanza" (escuela priista, cuyo alumno estrella resulto ser Vicente Fox, pregúntele al IFAI) resume todo, ¿haría falta agregar algo más…? Si pretendemos cambiar este país, solo será posible mediante un cambio de conciencia como mexicanos, dejemos de ser deshonestos entre nosotros, dejemos de violentarnos, dejemos la tranza de lado; organicémonos honestamente y discutamos nuestras diferencias en un clima de igualdad, si es que aún podemos en medio de tanta barbarie; dejemos de ser irresponsables y cobardes, porque, este país agoniza…

Sayula, en el limbo en el infierno…

En un mapa, si lo hubiera, de la trasformación democrática del país, que ya de por sí es jodida, Sayula (Jalisco, otra demarcación política retrasada de esos menesteres) estaría en el limbo. Con un historial, a menos que Federico Munguía apele a la relatividad filosófica de los hechos, también; de sometimiento a los intereses de una, vamos a decirlo sin pelos en la lengua, clase social que ha acaparado el poder político y económico en el municipio desde, no exagero, la colonia, con breves excepciones bajo el contexto político que permitió remontar tal tradición, pero nunca para bien del pueblo, como en los casos recientes de Jorge Ventura y Gerardo Villalobos en los tiempos de la aplanadora priista, hasta el hibrido José María García Arteaga, junior que emparentaba al poder de clase con el político en el municipio.

Olvidamos por ahí el nombre de otro presidente municipal, con el cual se sitió incomoda la clase poderosa local, por ser originario de Usmajac (ah, claro, porque también son racistas…) Cómo, se pregunta uno, podemos hablar de real democracia en Sayula, sin una historia de emancipación del poder de esta clase heredera de los terratenientes porfiristas y luego de los grandes caciques militares de la post revolución, Lázaro Cárdenas o Ávila Camacho. Y nos es que la pelusa como el que escribe, sea mal agradecida de los grandes benefactores de su pueblo, no, pasa que la camaleónica clase alta del municipio supo cómo transmutarse en el contexto histórico para sobrevivir como el poder de facto en el municipio, regateándole al pueblo los beneficios de la buena voluntad de estos generales que llegarían a la grande.

Y se fueron los generales, y vinieron los dictadores genocidas Díaz O, Echeverría y López Portillo; y se fueron estos y llegaron los tecnócratas, De la Madrid, Salinas, Zedillo; y llegó el PAN Fox y Calderón, y los señores del poder en Sayula seguían y siguen ahí. Por ejemplo, mientras el PRI Sayula es un cascarón, la clase alta del municipio goza de cabal salud política enquistada en un partido de izquierda que les presta su registro y sus regidores sin compromiso, por parte de los primeros, por tres años alternados.

La oposición frente a éste poder, es ridícula, simplemente porque el poder de facto en Sayula controla todo, y las implicaciones en la conciencia de los sayulenses es indiscutible: los peones y mayordomos, que el señor hacendado pone como su contra parte en cabildos, no podrían cumplir mejor su degradante función. Tenemos actualmente un municipio donde las agroempresas han sentado sus reales, con todas las facilidades, porque ofrecen trabajo de 800 pesos la semana en un lugar donde las rentas están por arriba de los mil pesos, las tiendas departamentales ilegalmente (según normas internacionales) asentadas pero muy "generosas" (una pintó las escuelas y otra regaló al municipio 900 mil pesos), vende tortillas y pan muy barato, pero estafan en otros artículos a los pobres trabajadores que, entran a las mismas pensando gastar una cantidad razonable y salen sin dinero de ellas.

En nada se parece al Sayula de los ochentas y setentas, cuando el PRI era el indiscutible amo de la situación, dónde los señores de la clase alta aún no perdían gran parte de su fortuna en las tranzas financieras de los noventas, para luego unirse al barzón; cuando gozaban en contubernio con el partido único de su poder sin tapujos, eran los patrones, como si la revolución su hubiese abolido. Hoy hacen negocio rentando sus tierras a agroempresas y tiendas departamentales, desasiéndose de paso de la emergente clase media que siempre es una amenaza a sus intereses, mediante el desequilibrio económico que crean las tiendotas departamentales, y pactando descaradamente con los nuevos patrones los salarios a pagar en el municipio.

Hábiles malabaristas políticos se adaptaron al juego neoliberal; pero este limbo está seriamente amenazado, paradójicamente, no por las fuerzas democráticas o la organización de la sociedad explotada de ese municipio; los amenaza un poder que no podrán superar, aunque alguna vez y en otras circunstancia pactaron con él, pero que hoy con nuevas reglas del juego están, como en tiempos de la cristiada, en medio del fuego cruzado. El narco ya le hecho el ojo al limbo, y en ese caso todos pierden…la bomba de tiempo sigue marcando los segundos en conteo regresivo para la vida de los jóvenes de Sayula… y la cantina de Rivas sigue abierta y haciendo de las suyas, ¡¡ya ciérrenla chingado!!…ahí se ven.

Correo: lacarretaylosbueyes@hotmail.com
Facebook: Carretero de Jalisco

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