Parece ficción que en un municipio con una población relativamente pequeña, aproximadamente entre 35 mil y 40 mil habitantes, se estén presentando situaciones que lejos de abonar a la creación y fortalecimiento de un “excepcionalismo sayulense”, de unidad, sentimiento e identidad comunes, más permiten la germinación de un Sayula desarraigado.
Los infortunados sucesos en que se han descubierto cuerpos sin vida en la municipalidad, no representan mayormente naturales sayulenses. Son personas que, o bien han sido trasladadas de otros lugares ya sin vida, o les han ultimado en las inmediaciones.
Los victimarios no son propiamente del municipio, aunque en casos conocidos se estima así. A su vez, no se debe eludir que en momento dado somos víctimas de nuestras propias faltas. En ese tenor, es poco plausible señalar culpables sin incluirnos, poniendo más leña al fuego. Hay que ponerle leña sí, pero a las posibles vías de solución, y el rol de los medios locales es primario.
¿Cuál debe ser la función de los medios locales en la construcción social para el Sayula de este siglo? Esta es precisamente la proposición de hoy. La lectura que podemos obtener no sólo de medios locales, sino también nacionalmente, es que hay un desinterés por repensar su función en tanto su propósito en el núcleo social.
Entonces, en Sayula se informa a través de periódicos, principalmente. No obstante en eso se resume la tarea periodística, y no se vislumbra, menos se establece un precedente para redefinir una participación social propositiva que tanto se ha rehuido.
Bien por la crítica y posturas de cada colaborador aquí, en Tzaulan, El Formato, El Sayulense, Horizontes… desafortunadamente todo queda en la “postura” y la “crítica”. Afianzamos una pasividad singular, extrapolándole al municipio a través de quienes leen los diarios, lo que ya le está cobrando la factura a todo el pueblo sayulense, que se conforma con el status quo que inducen los periódicos.
En ese sentido, el periodismo sayulense en su conjunto es corresponsable de esta descomposición social reverberada a la luz de los hechos. El modus vivendi que priva y que ha desmoronado la antigua estructura de tranquilidad y esperanza, puede ser reedificado en parte, si las organizaciones de pensamiento expresadas en cada periódico, se cohesionan como una sola fuerza y un fin: la refundación municipal.
Nuestra ambivalencia es clara, pretendemos cambiar nuestro entorno muchas veces asumiendo actitudes recalcitrantes y sesgando erróneamente la opinión pública; contrariamente no hacemos nada para cristalizarle.
De esta desintegración social y grito silencioso hemos sido los diarios copartícipes, por ello urge convocar a una Asamblea Periodística Municipal para la creación de un Think Tank o fábrica y depósito de ideas, que construya e impulse una agenda común para la reestructuración de la nueva sociedad que la ciudad amerita.
De cara a los retos que impondrá el devenir, mostrándonos generosos con las nuevas generaciones que no dudarán en reclamarnos el no haber hecho algo, fuera de ideologías y prejuicios, alejados de nuestros propios egoísmos.
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