lunes, 28 de junio de 2010

La era marcial nacionalista


El riesgo de la militarización tras el empoderamiento de los mandos castrenses, poco o mucho, existe. La milicia es respetable, símbolo de nuestra identidad; la clase política se denigra, se le escupe a la cara. La casta militar es disciplinada, leal, piensa y actúa; la casta política demuestra una alta indisciplina, especialmente ahora, con el aspecto gris y de náusea que representa nuestro Congreso, éstos actúan, dicen, luego, si bien nos va piensan.

Ahí surge el inminente riesgo derivado del hastío, de un: “¡ya basta!” a tanto caos y desorden en la vida y destinos del país. La transferencia del poderío militar a manos de los civiles ocurrió a mediados del siglo XX, cuando el presidente General Manuel Ávila Camacho trasladó el poder al Licenciado Miguel Alemán Valdés (1946-1952). No ha vuelto a haber militares en la política. El ejercicio público se ha socavado vergonzosamente, el fortalecimiento de derechos ha dado lugar al privilegio de las libertades por sobre la supremacía del Estado y viabilidad misma de la nación.

Las libertades desenfrenadas agotan y extinguen la vida y posibilidad del sistema democrático, cuestionando en todo momento el actuar del Estado. El país no está lejos de vomitar la democracia, y con ello abortar la libertad que a diario es prostituida y extralimitada para amparar y justificar acciones civiles, para denigrar y dar patadas a nuestra forma de gobierno como si en verdad no sirviera de nada. No obstante, como ya lo he expresado, no subyacen condiciones para una revolución armada, aunque sí para la desestabilización y el sabotaje.

La élite militar puede acordar en cualquier momento tomar el poder, no habrá lugar para elecciones democráticas sino para el arbitrio traducido por un golpe de Estado. México exige orden, disciplina, justicia social, destino. La esfera civil no ha dado el ancho, los partidos han transitado al lado de los seudopartidos, la política y vida de nuestras comunidades se circunscribe en un “apartheid” entre sociedad y dirigentes. Ya no es permisible continuar así.

Que los militares lleguen a la Presidencia de la República, tendría sustento. Ciertamente esa realidad es más palpable que pensar el día en que la sociedad sea dueña claramente de sus destinos. Esta posibilidad pareciera no existir.

Dos lecturas: 1) México continuará tristemente viviendo entre la desilusión y el desánimo, entre el narco y las balas, todo hasta que la coalición partidista siente cabeza; 2) La opción militar, aunque tendría su costo de oportunidad, sería mejor que el que esgrimen acciones civiles. La aparición marcial como forma de gobierno estaría legitimada, cortaría de tajo el desorden, el caos, se impondría la disciplina y la rectitud, aunque ello implique (más) excesos.

Así, sobrevendría una etapa de enérgico nacionalismo, destrabando los destinos del país, sujetándole a una nueva certidumbre tantas veces expatriada. La ciudadanía no es opción, porque no tiene los medios para tomar el poder, a menos que la clase política tome conciencia de los peligros, lo que sinceramente no creo que acontezca pronto.

Correo: joseisabeles@hotmail.com
Opinión Virtual: www.youtube.com/joseisabeles
 
Publicado en marzo 2010 en: http://www.sayulatimes.com/, Sayula, Jalisco, México

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