La obesidad infantil y la comida chatarra en las escuelas
Indudablemente que los alimentos resultan ser la base de un sano desarrollo del cuerpo humano, de tal manera que una buena alimentación dará como resultado un cuerpo sano y por el contrario, comer de manera inadecuada, traerá consecuencias patológicas.
Una de esas consecuencias patológicas lamentables, al grado de considerarse a estas alturas un grave problema de salud pública, es la obesidad.
Más grave resulta que tal problemática esté afectando a la niñez.
Anteriormente era hasta cierto punto común que después de cierta edad (adulta) las personas empezaran a padecer de obesidad, sobre todo, se justificaba, porque cambiaba el metabolismo con la edad y la digestión de alimentos no era la misma que en un niño, adolescente o joven.
En términos generales, con sus excepciones desde luego, la obesidad era algo que afectaba a los adultos pero no a los niños, adolescentes y jóvenes, por eso resulta de mucho pesar que ahora este problema de salud esté presente en este sector de la población.
La obesidad se ha incrementado en el ámbito mundial, de ahí que se considere un problema de salud grave.
Y se agrava más la situación al no contarse con ninguna estrategia generalizada para el control de la obesidad. Ni la comunidad médica ni los gobiernos han tenido éxito en la lucha contra esta patología que provoca enfermedades del corazón, cáncer y crónicas como la diabetes, reduce la expectativa y calidad de vida. Se considera que del 20 al 30% de los niños y niñas en edad escolar tienen sobrepeso y obesidad.
Y en este contexto es como han surgido acciones, por parte del gobierno, tendientes a regular la alimentación de la comunidad estudiantil, sobre todo en preescolar, primaria y secundaria.
Se ha pretendido regular, sin éxito hasta el momento, que los alimentos que se vendan en las instituciones educativas sean nutritivos o balanceados.
Entre las principales disposiciones que se han querido implantar ha sido la regulación de los expendios y establecimientos de bebidas y alimentos en los centros escolares. Se han hecho publicaciones de listas de alimentos permitidos procurando con ello retirar los productos con nulo valor nutricional.
Sin embargo, considero que más allá de estas medidas bien intencionadas pero que no han tenido los resultados esperados, el verdadero combate a la comida "chatarra" y por ende a la obesidad debe iniciarse en los hogares porque es lamentable que muchas veces sean los propios progenitores los que proporcionen este tipo de alimentación a los hijos o simplemente no tengan ningún control sobre ellos fuera del hogar.
Finalmente, todo puede reducirse a los buenos hábitos y a la cultura alimenticia que desde el seno del hogar vayamos adquiriendo e inculcando. Las escuelas y autoridades, ciertamente, juegan un papel preponderante en esta lucha, pero sin lugar a dudas, los padres de familia no podemos eludir nuestra responsabilidad en educar a nuestros hijos con buenos hábitos alimenticios. Sólo así, trabajando en forma conjunta: hogar, escuelas y autoridades, se podrán obtener resultados favorables en contra de la obesidad. Comentarios y sugerencias al correo electrónico arturferam@hotmail.com
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