“Nunca olvides que sólo los peces muertos nadan con la corriente” (Autor desconocido)
En Tlajomulco de Zúñiga ha pasado como en Sayula, Jalisco, quienes han llegado y desfilado entre comparsas, no han sido más que una kakistocracia. Ha sido como en el Tec de Monterrey o en la UdeG, unos hacen la tarea por cumplir y en modo, baste decirlo: mediocre; otros más la hacen por convicción, y más que cumplir con “la tarea”, van con la reputación y el prestigio en la mano. Los que no se limitan a hacer sólo su superflua encomienda, dan todo de sí, hasta llegar incluso, a entregar la vida por su terruño. Lo bueno es que a Tlajomulco ha llegado un agente de cambio sin precedentes; lo malo es que en Sayula y pese a que gobierna el PRD con Samuel Rivas Peña, el agente de cambio no existe.
Enrique Alfaro Ramírez es hoy, un candidato de protesta. Lo es porque ha hecho suyas las más nobles causas que arrastrándose por el suelo tiran las faldas de una autoridad a veces, ciega, a veces sorda, a veces muda. Alfaro Ramírez ha abrazado las miserias de sus habitantes, les ha acogido y ha hecho lo posible por dignificarles la vida. Alfaro es al día de hoy, un candidato de protesta no únicamente por su severo y tajante discurso contra la tesis del sistema político jalisciense (léase el gobierno de la entidad), sino porque construye un gobierno municipal con rostro humano, donde –como en muchas municipalidades de Jalisco-, la burbuja del neoliberalismo pareciera haber adormecido al grueso de colectividad.
En este incipiente siglo tras la crisis del capitalismo y el modelo neoliberal en América Latina y México, se ha optado en lugares como Venezuela, Brasil, Argentina, o Bolivia, por la elección del “regreso del Estado” como oportunidad para subsanar y corregir las desigualdades y externalidades negativas producidas por el mercado, un mercado incapaz de cumplir lo que de él tanto se prometió con la inauguración formal de la era neoliberal, inaugurada por Margaret Tatcher en Reino Unido (1979) y por Ronald Reagan en Estados Unidos (1980).
A Tlajomulco ha llegado por fin la autoridad, se puede ver ahora el regreso del ‘Estado’ ante un lugar que ni las fuerzas del mercado, propiamente dicho, ni las fuerzas del ‘mercado’ político local han podido regular. Un lugar que a modo de analogía, quedó expuesto durante quien sabe cuántos años al descuido y negligencias del sistema, particularmente del sistema político de Tlajomulco. Sin embargo ese modelo ya caducó, y el nuevo alcalde del municipio repara la casa y empezó a defenestrar sin titubeos lo que no sirve.
Aunque aún no lo es formalmente, bien se puede decir que Alfaro es ya un candidato de protesta, no sólo porque grite a los cuatro vientos los vicios políticos del ambiente, porque se impone ante el titiritero más famoso de la UdeG, Raúl Padilla López invitándole así a no cogobernar un municipio que no lo eligió. Con la elección del presidente de Alianza Ciudadana, Esteban Mario Garaiz Izarra, se pone una piedra más de los cimientos en que se pretende erigir una nueva forma de gobernar, un estilo peculiar que incluye la protesta, el progresismo, pero ante todo el estilo ciudadano de una administración pública digna de todos los jaliscienses.
Estamos ciertos en que hay que erradicar el bipartidismo de Jalisco, pero es menester recordar que fácil no será, porque ¿cómo pensar que una entidad que actualmente, apenas tiene 2 congresistas del PRD en el cuerpo legislativo, pueda constituir una fuerza aglutinadora con serias y fuertes posibilidades para 2012? Tenemos en estos momentos un congreso local copado por el PAN y el PRI, además de 2 legisladores del PVEM, de los cuales el de Sayula es mera pantomima. No hay más partidos.
Aun cuando el PRD estatal recapacite y actúe al margen de su rigidez estructural permitiendo a Alfaro abanderar una causa: la de Jalisco, y no las causas cupulares del partido, y considerando a la chiquillada sumada al proyecto de ‘nación’ jalisciense, aunado a lo brillante que pueda resultar su alcaldía, tales hechos no serían suficientes para que el grueso del padrón electoral de la entidad elija a Enrique Alfaro gobernador de Jalisco.
Habemos muchos que deseamos la transformación jalisciense y el golpe de timón que sacuda el poder estructurado enquistado en el gobierno, pero el hecho no vendrá de los buenos deseos, sino que primero hay que combatir y derribar un sistema cultural de valores y creencias prevalecientes en cada uno de los individuos, que afectan y han privado de un verdadero cambio a la entidad. Porque el cambio es también contra una estructura institucional que se ha alimentado de la indiferencia colectiva. Pero eso sí, Alfaro ha de cuidar y mucho el discurso y sus acciones, porque con los reflectores encima fácil será que como López Obrador, destruya él mismo el capital político ganado. Veremos entonces si Enrique Alfaro logra amasar las fuerzas que tiren al suelo el bipartidismo.
Opinión Virtual: www.youtube.com/joseisabeles
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