sábado, 19 de febrero de 2011

Reporte de Experiencia Ciudadana (REC)


José Guadalupe Isabeles Martínez

Como alumno de la Licenciatura en Ciencia Política, y cursando mi 9° y último semestre, debemos de cumplir con la prestación del servicio social. Lo cual se realiza en forma similar en todas las universidades del país. En esta ocasión deseo compartir a grosso modo mi experiencia ciudadana en relación a esto.

Lo que a continuación se muestra lleva por nombre Reporte de Experiencia Ciudadana (REC), y consiste en un ensayo de tres partes, que se circunscribe en el marco de la implementación del Plan para el Mejoramiento de la Calidad del Aprendizaje (o Quality Enhancement Plan, QEP), de mi universidad, cuyo objetivo es la formación “ética y ciudadana” de cada uno de los estudiantes.

Este trabajo constituye un esfuerzo de parte de la Institución, por sensibilizar al alumno en términos de su responsabilidad social en la comunidad social y laboral en la que pronto se verá inmerso de una forma intensa y permanente. Representa un ejercicio de reflexión de parte del alumno que, más allá de los conocimientos adquiridos, muy pronto demostrará verdaderamente de qué está hecho, aunque para esto, y sin temor a equivocarnos, el egresado tendrá toda la vida.

Primera sección
“Mi experiencia más significativa en el Servicio Social”

El servicio social en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), se encuentra dividido en 2 partes. Una de ellas es el servicio social comunitario y la otra es la referente al servicio social profesional. En ambas se trata de apoyar a la comunidad y prestar, vale aclararlo, un “servicio social”, no obstante en el primero es más directamente con la sociedad, conviviendo con ella, siendo parte de sus problemas más elementales desde sus carencias alimenticias o de educación, hasta inclusive problemas personales.

El servicio social profesional tiene que ver con prestar un servicio en nuestra sociedad, pero desde nuestro ámbito de competencia como estudiantes de Ciencia Política, Derecho, de Ingeniería Industrial, Periodismo, entre otras. Se trata aquí se aportar en términos de nuestros conocimientos profesionales involucrándonos en áreas profesionales y aportando soluciones a problemas específicos. A diferencia, un estudiante de profesional puede empezar a realizar su servicio social comunitario con organizaciones civiles no gubernamentales que atienden tareas diversas, como ya se dijo, estableciendo lazos más “directos” y “palpables” con individuos ordinarios de nuestro entorno.

En lo personal, mi servicio social consistió en las dos partes mencionadas. Inicié con una organización civil formada por estudiantes de la Universidad de Monterrey (UDEM) y el ITESM, de nombre “Latiendo por México.” Esta organización opera en la zona metropolitana de Monterrey en varias colonias. Las tareas que realizamos fueron diversas pero altamente enriquecedoras. Trabajamos durante un semestre con la colonia Genaro Vázquez, que se ubica en la parte norte y poniente de Monterrey. Cabe decir que es una de las colonias más marginadas y pobres de la mancha urbana. Incluso podría cuestionarse si un lugar tan menesteroso como éste podría llamarse “colonia”, porque en realidad muchas de sus calles no lo eran propiamente hablando, aunque debo reconocer que sí había 4 o 5 calles como tal.

La colonia se había levantado sobre un cerro, y lo que la gente llamaba “calles” no eran otra cosa que caminos que habían sido abiertos y que más parecían brechas donde la gente y los animales andaban. Los propios habitantes nos comentaban, en la cima del cerro y colonia, donde nosotros caminábamos, eran llevados y desmantelados los vehículos que eran robados en otras partes de la ciudad. Entonces, partiendo de ahí podemos dimensionar que la problemática no era una sola, sino que representaba un abanico de éstas.

En esta ocasión, los esfuerzos fueron enfocados en promover actividades variadas como brindar clases de historia y valores a los niños, esto durante los fines de semana; actividades recreativas para ellos y para las madres y padres de familia; también tareas de aprendizaje. Todo estaba pensado para que al final del periodo se realizara un convivio general con todas las personas que hubieran participado.

Segunda sección
“Mi formación ciudadana a través de eventos críticos o conflictivos”

La problemática en una colonia tan marginada y necesitada era amplia. Además de los problemas derivados del robo de vehículos que iban a parar allí, se suscitaba y era permanente el manejo y consumo de drogas. Para esto había que considerar que la gente vivía en casas-habitación que carecían de documentos legales, no había escrituras que avalaran el asentamiento. Aunado a esta incertidumbre legal, se sumaba que las condiciones de las viviendas eran poco menos que dignas, aunque se podían encontrar familias cuyo estatus socioeconómico bien sería catalogado como medio bajo y medio alto. No obstante esto constituía una paradoja.

No viví en lo personal un único momento crítico o conflictivo. Puedo decir con certeza que cada fin de semana fue un desafío y un nuevo reto. ¿Por qué? Simplemente porque la colonia era conflictiva, el pandillerismo era parte del lugar. Cada que subíamos a la colonia nos encontrábamos con el temor inherente de ser asaltados por miembros de esta comunidad, la misma población nos lo advertía.

Pero nosotros queríamos que la gente siguiera respondiendo a los llamados hechos, ya incluso en otros periodos anteriores en que la Genaro Vázquez había sido atendida. Sin embargo y como suele ocurrir, no todos apoyaban, eran más las madres, mujeres e infantes los que acudían al llamado de los fines de semana. Y hay que reconocerlo, uno que otro varón padre de familia.

Entonces, el evento crítico y conflictivo era permanente, pues algunos habitantes creían que estábamos utilizándolos con fines políticos, porque desde luego ya habían sido objeto de este tipo de cosas. Iban, les prometían algo, y luego no les cumplían y terminaban desapareciendo. Nosotros teníamos que hacerles ver que esto era algo distinto. Ese era el reto. Lograr que se involucrasen e interactuasen con sus propios vecinos que muchos no conocían. Aquí se incentivó, no hay duda, la cohesión social.

Tercera sección
“Trascendencia de mi Servicio Social”

En verdad que esta experiencia de mi servicio social comunitario fue la más conmovedora, dado que también brindé mi servicio social en el Instituto Nacional de Educación para Adultos (INEA). El trato en ambos casos fue directo con la gente. En INEA por ejemplo, fungía como asesor y hasta cierto punto como profesor de quienes allí acudían, dependiendo de las necesidades del momento. No obstante la tarea esencial era “enseñar”, enseñar y transmitir un poco de lo que nuestra formación y universidad nos ha proveído, y más que conocimientos, consejos para la vida.

Comúnmente en el INEA llegaban personas que tenían la necesidad de obtener su certificado de primaria, personas ya adultas que por alguna razón no lo habían podido hacer antes. Había que ver el rezago educativo, por ejemplo, de toda esa gente que llegaba de San Luis Potosí a Monterrey buscando trabajo y persiguiendo mejorar su instrucción básica. Era pues el México de abajo, el México de todos los días. El México que espera que alguien le tienda una mano.

La segunda parte del servicio social profesional, como les decía, fue más por el lado profesional de mi formación, ahí me tocó trabajar de la mano de investigadores importantes de la escuela de posgrados del ITESM, la Escuela de Graduados en Administración Pública y Política Pública (EGAP), en San Pedro Garza García, Nuevo León. Trabajamos en una investigación sobre la transparencia de una muestra representativa de los municipios del país, evaluando sus páginas electrónicas (gobierno electrónico). Esto también fue parte de mi servicio social en su conjunto.

Debo reconocer que lo que más me acercó a la realidad, fue el servicio prestado en INEA y en la colonia Genaro Vázquez. Porque es aquí donde te acercas directamente a auscultar el pensamiento de la nación, el pensamiento de quienes han quedado al margen y excluidos de las tareas de bienestar del Estado mexicano. Porque esto también es México.

En mi experiencia de servicio social, hay muchas habilidades que se forjan cotidianamente, una de ellas es la empatía, ya que comúnmente pensamos que no tenemos nada que ver con personas desconocidas, mas resulta que cuando nos acercamos a ellos, no nos son del todo extraños, y caemos en la cuenta que hasta nos llegan a resultar familiares. La inclusión social es otra de las habilidades que bien se pueden desarrollar, y todo parte de la identificación de los problemas más latentes y lastimosos. De ahí nos empiezan a brotar nuevas ideas sobre cómo ayudar a nuestra comunidad, y es así como el esfuerzo y empeño que pongamos irán esgrimiendo poco a poco los resultados concretos de nuestras acciones.

Sin duda, lo que se desarrolla a través de la experiencia comunitaria son dos pilares medulares: el desarrollo social y el desarrollo personal-profesional, los cuales juntos generan un impacto que bien puede ser medido por el número de personas beneficiadas, aunque no podemos soslayar que así sea un único individuo que logre cambiar el rumbo de su vida, con esa sola persona el trabajo ya ha valido la pena. Porque la deconstrucción que ahora vemos del país no ha tomado un sexenio ni dos, sino décadas y siglos enteros. Por eso es que pienso que la construcción de un México mejor no vendrá necesariamente de lo cuantitativo, sino de lo cualitativo. Es así que creo que el levantamiento y dignificación de las nuevas generaciones en un país maduro y con oportunidades para todos, tomará su tiempo. Aunque lo más importante de todo aquí, es que ya hemos empezado.

PD. Hoy cada cual debe reconocerse así como un agente de cambio, no más como un objeto sino como un sujeto de acción. Entonces un día todos juntos podremos gritar: “¡Nunca más un México sin nosotros!

Sábado 19 de febrero 2011
Monterrey, Nuevo León, México

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