jueves, 21 de julio de 2011

La impunidad como causa de la inseguridad pública

Lic. Arturo Fernández Ramírez
Secretario General
H. Ayuntamiento de Sayula, Jalisco

Por más recursos económicos y humanos que a nivel federal se han destinado para el combate a la inseguridad pública, la realidad nos dice que no ha disminuido, sino por el contrario, la percepción ciudadana es clara: sigue creciendo.

Las políticas públicas que en seguridad se han implementado no han dado los resultados que la ciudadanía espera. Se cree que entre las diversas causas que hacen crecer la inseguridad, una de ellas es la impunidad. Vamos a ver por qué.

En un análisis sobre este tema de interés que me hicieron llegar, se afirma que la delincuencia es uno de los negocios más rentables y atractivos porque representa el 97% de posibilidades de éxito y solo el 3% de riesgo de “pérdida”. ¿Cuál es la base de esta afirmación que de entrada suena descabellada?

Sencillo: es la impunidad, ya que sólo el 3% de los delitos denunciados reciben castigo conforme a la ley. Ahora que, si tomamos en cuenta que muchos actos ilícitos ni siquiera son denunciados, indudablemente que este porcentaje se reduciría en forma considerable y la impunidad sería mayor.

Y es que, por principio de cuentas, no todos los que sufren un delito lo denuncian. Ya desde aquí todos esos delitos no denunciados quedan en la total impunidad, sin la más mínima esperanza de ser castigados.

Pero tomando únicamente como referencia los que sí se denuncian, tenemos que el Ministerio Público consigna un bajo porcentaje ante un Juez. Y de estos que son consignados, muy pocos son sujetos a proceso penal. Y de los que son sujetos a proceso penal, no todos son condenados, muchos son absueltos. Así es como al final de cada 100 cien delitos denunciados, solo se castigan 3. Se insiste, si se tomaran como referencia los que son cometidos independientemente de que sean o no denunciados, este 3% se reduciría todavía mucho más.

De ahí la afirmación de considerar a la delincuencia como un negocio exitoso porque el delincuente sabe que al cometer un ilícito corre con el mínimo riesgo del 3% de ser castigado contra el 97% de burlarse de la justicia. Por eso, desde la óptica del riesgo, la delincuencia es un negocio exitoso que representa un mínimo riesgo de “perder”.

Indudablemente que el hecho de que un ínfimo porcentaje como es el 3% (o menos si tomáramos como referencia el universo del total de delitos cometidos) sea castigado y el resto no, se traduce en una impunidad que a la postre estimula el crecimiento de la delincuencia.

Por otro lado y como datos complementarios, se resalta que de los delitos que más se cometen sigue siendo el robo en sus diversas modalidades, destacando el de vehículos, a personas en la vía pública y en casa habitación.

Se estima que el 52% de los ilícitos se cometen en la calle contra el 28% que ocurren en los domicilios.

Otro dato interesante es que el 89% de los delincuentes siguen siendo hombres pero el 59% de las víctimas son mujeres entre los 18 y 39 años de edad contra el 58% de hombres también entre los 18 y 39 años de edad.

Es decir, aunque existe una gran diferencia en el sexo de los delincuentes, resulta que en tratándose de las víctimas no hay una marcada diferencia. Lo que puede traducirse en que los infractores de la ley arrasan parejo, no se intimidan si son hombres o mujeres.

Lo anterior se debe a que el modus operandi de los delincuentes sigue un mismo patrón: seleccionan a la víctima, la identifican, la vigilan, planean el ilícito y posteriormente lo llevan a cabo.

Frente al crecimiento imparable de la delincuencia, todo hace indicar que la prevención sigue siendo la principal arma que como ciudadanos podemos tener para cuidarnos y protegernos, ya que, de acuerdo al análisis a que he hecho mención, se considera que para evitar ser víctima de un delito el 90% girará en torno a la prevención, el 5% a la reacción que tengamos cuando se esté cometiendo en nuestra contra un delito y el 5% a la suerte.

Y dentro de la prevención se encuentran las medidas que debemos tomar en nuestros hogares, cuando estamos en la calle, cuando vamos conduciendo, cuando nos estacionamos y así sucesivamente en los diferentes momentos de nuestra vida diaria. En pocas palabras, tenemos que estar siempre alertas.

Obviamente el estar siempre alertas puede provocar en nosotros una psicosis que nos puede desgastar porque siempre vamos a estar con la preocupación, viviendo en un estado de zozobra, lo que rompe con la tranquilidad a la que tenemos derecho.

Es por ello que independientemente de las medidas preventivas que de manera individual y familiar podemos tomar, las autoridades no pueden ni deben soslayar su obligación de garantizarnos la seguridad pública para vivir en paz, con tranquilidad y con estabilidad social. Ojala que hubiera resultados más palpables. 

Comentarios y sugerencias al correo electrónico arturferam@hotmail.com

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