viernes, 29 de julio de 2011

16 mil millones de pesos podrían costar las elecciones de 2012

Lic. Arturo Fernández Ramírez
Secretario General
H. Ayuntamiento de Sayula, Jalisco

De acuerdo a lo que se ha difundido por los medios masivos, el IFE pretende solicitar alrededor de 16 mil millones de pesos para organizar los procesos electorales del próximo año en los que, como sabemos, se elegirá al Presidente de la República, Senadores, Diputados Federales y en algunos casos como Jalisco, Gobernador, Diputados Locales y Presidentes Municipales.

Indudablemente estamos hablando de una cantidad de dinero que la mayoría de nosotros ni siquiera la imaginamos. Por ejemplo, el presupuesto anual de Sayula oscila entre los 70 millones de pesos. ¿A cuántos años de nuestro presupuesto equivale lo que está solicitando el IFE?

Pero aparte de esta millonaria cantidad, lo más lamentable es que se invertirán en las elecciones de un sistema político que siendo honestos ha dejado mucho que desear en lo que a una verdadera democracia se refiere.

Y la mejor prueba de ello fueron las elecciones del año 2006 en las que se solicitaron 11 mil 801 millones de pesos y por todos es conocido lo que pasó. Ahora se está pidiendo un 34% más de aquella cantidad y el temor es que de nada sirva porque al final no se respete la verdadera voluntad ciudadana.

Por eso se afirma y con sobrada razón que la de México es una de las democracias más caras del mundo. Somos un pueblo pobre que invierte cantidades estratosféricas en intentar consolidar una democracia que a la postre no ha resultado como tal. De una y otra forma se vulnera el principio básico de la democracia: el respeto a la voluntad popular.

Y es que también se ha malinterpretado el concepto de democracia, ya que para muchos se trata únicamente de celebrar elecciones, considerando que con eso se vive en un Estado democrático, que con eso se está cumpliendo, pero no es así.

La realidad es que la democracia debe ser vista y respetada como se concibe en nuestra Carta Magna en su artículo 3º al establecer que “se debe considerar a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”.

Es decir, un sistema democrático no es aquel que únicamente se concreta a celebrar o simular que realiza elecciones, que sus gobernantes son electos, sino que es aquel que se funda en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo. Dicho en otras palabras, para decir y afirmar que nuestro Estado es democrático, se debe percibir un mejoramiento integral, de lo contrario, no se puede hablar de democracia. Y es obvio que más de 60 millones de mexicanos en pobreza extrema demuestran de manera irrefutable que no hay tal sistema democrático en nuestro País.

Retomando lo costoso de nuestra democracia, lo más grave es que esos miles de millones de pesos muchas veces resultan insuficientes para los candidatos y se buscan financiamientos privados con el riesgo de que algunos sean de dudosa procedencia, tal y como ha sucedido en muchos casos.

También, por el centralismo que sigue imperando en nuestro sistema y aunque una parte de ese dinero se reparte entre los partidos políticos para que estos a su vez la hagan llegar a sus respectivos candidatos, la realidad es que la mayor parte de esos recursos se quedan, primero en la Ciudad de México, en segundo lugar en las capitales de los Estados y ya lo que sobra es lo que se reparte al resto de los municipios.

Y es así como a los candidatos de las poblaciones que no forman parte de las grandes metrópolis, se les entrega en realidad una cantidad totalmente insuficiente para sacar adelante una campaña política.

Resulta por tanto complejo y decepcionante nuestro sistema político, primero porque si comparamos las necesidades y rezago social en que nos encontramos, resulta ofensivo que se destinen miles de millones de pesos a organizar unas elecciones que muchas veces no son respetadas a cabalidad. En segundo lugar, porque a pesar de ser bastante dinero el que se destina para las elecciones, resulta insuficiente y se puede caer en la tentación de recurrir al financiamiento privado de dudosa procedencia. Y en tercer lugar, porque debido al centralismo que padecemos, al grueso de los municipios que no forman parte de las zonas conurbadas, se les regatean los recursos y solo les envían migajas. No hay equidad ni proporcionalidad. Y en último lugar porque de nada han servido los millonarios recursos para consolidar un verdadero sistema democrático, ya que la pobreza y desigualdad social cada día crecen más.

Aún así debemos hacer nuestra parte para que las cosas cambien, sabemos que no es fácil, pero no podemos desistir. México tiene que cambiar, pero debemos empezar por nosotros mismos. Ojala que no nos desanimemos y luchemos para que las cosas cambien.

Comentarios y sugerencias al correo electrónico arturferam@hotmail.com

No hay comentarios: