sábado, 12 de noviembre de 2011

La Carreta y Los Bueyes...

Lic. Rodrigo Sánchez Sosa

Llego por fin el tiempo en el cual todo lo que los hombres habían considerado inalienable llegó a ser objeto de cambio, de tráfico, y podía enajenarse. Es el tiempo en el cual las mismas cosas que hasta entonces se trasmitían, nunca, sin embargo, se cambiaban; se daban, pero no se vendían; se adquirían, pero no se compraban: virtud, arte, amor, opinión, ciencia, conciencia, etc.; todo en fin, pasó al comercio. Es el tiempo de la corrupción general, de la venalidad universal o, hablando en términos de economía política, el tiempo en el cual toda cosa, moral o física, al convertirse en valor venal, se lleva al mercado para ofrecerse al mejor postor.” (Carlos Marx; Miseria de la filosofía, 1847).

Hola a todos los amables lectores de este espacio, sean ustedes bienvenidos nuevamente. Quise empezar con una cita de Marx, porque contrario a lo que popularmente se dice, este hombre que cambiaría con sus ideas el mundo, no es la abstracción incompresible y oscura que dio origen a las “ideas exóticas” que en forma del fantasma del comunismo amenazaron el “mundo libre” por décadas.

Como usted puede ver, líneas arriba, lo que Marx expone en sus escritos de juventud, parecería tan actual que, cualquiera hoy, entiende de qué habla. Más en nuestro país. Karl Marx, nace en Alemania, de padres judíos en 1818 y muere en Inglaterra, pobre, sobre su meza de trabajo escribiendo los últimos tomos de su obra máxima; “El capital”.

Pero si usted quiere saber más de Marx, puede conseguir el libro de Rius “Marx para principiantes” una forma amena de introducirse a las ideas complejas de este filósofo desde una perspectiva popular, lo que logra Rius a medias por lo complejo de la terea, pero permite a lector una idea del personaje y los alcances de su obra.

Bien, pero lo que quiero es comentar al lector de esta columna, la importancia de la obra de Marx en nuestro tiempo, en esta crisis mundial que amenaza con hipotecar el futuro de la humanidad. Podemos ir a la biblia o a las profecías de los mayas o a lo que usted imagine que puede explicar esta catástrofe; pero, si queremos entender la realidad desde la actividad humana que nos ha permitido pisar la luna, descifrar el código genético y alargar la existencia humana con vacunas y medicamentos, debemos atender al padre de la economía política, Carlos Marx: su análisis racional de la actividad de producción y distribución de bienes y servicios, desde su método, el materialismo histórico.

No trataré aquí, de explicar este método, ya que es complejo por ser un análisis filosófico y científico de la economía, pero si compartiré con usted brevemente sus inferencias e implicaciones en nuestra realidad global de crisis financiera. Marx llega a una conclusión en su trabajo, que la forma en que el hombre produce sus medios de subsistencia determina la cultura y al hombre mismo. Esto quiere decir como yo comenté antes, que somos como somos por la forma en que producimos nuestros medios de vida, comida, vivienda, ropa etc.

Esto no parece un descubrimiento impactante, pero si se compara con lo que antes de Marx se creía, se entiende. Antes de Marx se buscaba aquello que determinaba al ser humano, qué, es lo que lo hacía ser hombre. Había varias respuestas, dios, la razón, el espíritu de una nación o raza, un don mágico. Se buscaba la esencia del hombre y con él de la historia humana. Qué hacia que la historia avanzara, que pasara el hombre de las cuevas a las pirámides y de estas a los cohetes espaciales.

La guerra sugirió alguien, la guerra cambia la sociedad; y algunas naciones lo siguen pensando y lo promueven como un mito, hemos oído que los avances científicos de hoy se dieron gracias a las investigaciones militares, como el caso de Internet. Pero, Marx propone algo sorprendente, concluye que no hay esencias, un golpe para las instituciones tradicionales del poder, la iglesia, La milicia, el Estado, la monarquía, etc.

Así como los científicos concluían que la materia y la energía eran lo mismo, y que la búsqueda de la esencia de la materia no tenía sentido, que todo era relaciones de partículas que eran al final, no algo material sino ondas de energía que al interactuar producían la ilusión de la materia como la conocemos; Marx llega a la conclusión que el hombre, creado a la imagen y semejanza de dios no es más que relaciones de producción desde la economía y que estas relaciones determinan su mundo y lo crean. La administración de estas relaciones de producción es la política y Marx propone la economía política como una nueva ciencia.

Marx nos dice en “La ideología alemana” que el mito, a lo que el llama ideología, en los pueblos es imprescindible, los mitos que explican el origen del hombre y su sociedad, no se pueden suprimir, se pueden modificar para reconocer en estos las relaciones de sometimiento y dominio, pero no abrogar; si se quiere analizar desde la razón a las sociedades humanas, predecir el rumbo de la historia de acuerdo a un método se debe investigar al hombre como lo que realmente es, una relación de producción.

Suena frio, pero Marx predijo lo que hoy vivimos a nivel global, la crisis del capitalismo, no por medio de la magia o las profecías mayas, sino por un método científico de análisis de la economía política. Sabía Marx, lo que luego se volvió lugar común en el siglo XX, que se fincaba un imperio financiero, que el dinero igual que todo se volvía mercancía, y que esta mercancía tendría una demanda importante en las formas futuras de producción capitalista.

A los judíos en la edad media se les permitía el egotismo, eran los prestamistas, junto con los poderosos, reyes y alta jerarquía católica, financiaban reinos, mercaderes, artesanos; los judíos no estaban sometidos a los dogmas católicos ni cristianos, por ello podían financiar la economía medieval. En el renacimiento ya eran banqueros con mucha experiencia, y la revolución industrial de tiempos de Marx, ya se habían dado cuanta para donde apuntaba el futuro y su posibilidad de substituir a la iglesia como poder mundial. Y así fue, la producción cambió y los centros financieros no solo financiaban la producción, también dictaban el orden mundial, que era verdad y que mentira.

Luego de la primera guerra mundial en 1918, la cual perdió también Alemania, vendría la recesión económica de los treintas, igual que hoy la gente en todo el mundo sufría mientras que los dueños del dinero, acumulaban cada vez más, en nombre de ese orden impuesto. Alemania era reconstruida con pena por la imposiciones económicas que le montaron al perder la guerra, los judíos controlaban el país desde la finanzas; allí aparece Hitler y su movimiento nacionalista, copeado de Italia, donde Mussolini instaló el fascismo como doctrina política.

Adolf Hitler, austriaco, pintor de brocha gorda, desde la cárcel por sus posturas políticas, escribe “Mi lucha” una obra mala y llena de lugares comunes, nada que ver con la obra magna de Marx, pero si influenciada por esta. La frustración de los pueblos postrados ante la crisis, hace florecer estas doctrinas de odio a finales de los treintas y los nazis toman el poder en Alemania, lo demás es historia conocida.

¿Por qué menciono todo esto?, por qué estamos ante los mismo, en vez de buscar en obras de pensadores importantes de la humanidad la solucion a la crisis global, las políticas en varios países del mundo se inclinan al nacionalismo, la xenofobia y a rescatar a líderes, sí, carismáticos, pero totalmente mediocres como ideólogos e investigadores, como Hitler. Con razón justa o no, los judíos eran los enemigos en la crisis económica de los treintas, hoy son los inmigrantes.

La gente se manifiesta en todo el mundo y es reprimida, la violencia impera, se pide mano dura, se lleva a la dirección de gobiernos a la derecha y ultra derecha en todo el mundo, los ricos son más ricos y los pobres más pobres, todo se vende y se compra en el mercado global, incluido el ser humano. La industria más importante hoy por hoy es la militar, seguida de las drogas.

En Sayula, por no dejar, pero entendiendo que no es ajena a esto, tenemos un municipio gobernado por un autoritarismo ramplón y mediocre. Tenía o no razón Marx; entre la violencia y la codicia el mundo se nos muere, y seguimos pensando como los campesinos aquellos en Rusia y México de principios del siglo XX, que eran asustados por la Iglesia al grito de “ahí vienen los comunistas a quitarnos nuestra religión y tradiciones”… Volvamos a Marx aunque sea leyendo a Rius; pero más, que sea la educación y no la violencia la que salve este mundo...ahí se ven...

Recurso obtenido de:
http://www.facebook.com/profile.php?id=100002232387894

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