Secretario General
H, Ayuntamiento de Sayula, Jalisco 2010-2012
Esta semana el Senado de la República aprobó reformas constitucionales para hacer obligatoria la educación del bachillerato. La intención es que una vez que la Cámara de Diputados y las legislaturas locales de los Estados que integran el Poder Constituyente Permanente hagan lo propio, entren en vigor a partir del próximo ciclo escolar y de manera gradual se vaya ampliando la cobertura hasta que en el año 2022 sea total.
Aunque en principio parece buena y por ende aplaudible esta reforma, bien vale la pena hacer algunas reflexiones al respecto.
Primeramente, nos debe quedar claro que el rezago educativo no se puede combatir con simples decretos. Nuestro retraso en la educación requiere mucho más que una reforma a la Constitución.
Como antecedente, la educación primaria fue la que en principio era obligatoria, después se decretó la secundaria y ahora el nivel de preparatoria. Pero el rezago educativo persiste.
El analfabetismo, el rezago económico y la inseguridad pública que se vive en México son producto de la falta de inversión en la educación.
México está situado en los últimos lugares de escolaridad y aprovechamiento entre las naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Somos un País reprobado.
Son millones los mexicanos analfabetas que no han cursado ni siquiera su instrucción primaria. Y otros millones más los que la inician pero no la terminan. Sólo el 13 por ciento de los mexicanos que inicia la primaria llega a la licenciatura.
Por ejemplo, en el caso de Sayula, de acuerdo al IEEA, de los 24,389 habitantes que son mayores de 15 años, tenemos que 1,023 son analfabetas, así como 3,871 que no han cursado la primaria, mientras que 6,640 no tienen la secundaria, lo que representa un rezago educativo de 11,534, es decir, casi el 50% de la población mayor de 15 años y cerca del 40% de la que de acuerdo al INEGI vive en nuestro municipio.
Para nuestro Gobierno la educación simplemente no ha sido prioridad, ya que una de las razones del rezago educativo es que en México aquí se invierte en la educación el 2.8 % del Producto Interno Bruto, en las naciones que están en los primeros lugares de los indicadores de gasto educativo y de calidad académica de la OCDE, como Irlanda, invierten el 8.1% en la enseñanza.
Desde aquí se empiezan a gestar las grandes diferencias, ya que el poco presupuesto que se destina a la educación provoca falta de infraestructura educativa, mala calidad en la formación de los estudiantes, vicios, corrupción, entre otros problemas que afectan seriamente nuestro sistema.
Si tomamos como referencia a las dos universidades públicas más grandes del país como son la UNAM y la U. de G. ¿Cuántos egresados de secundaria son rechazados semestre tras semestre en la preparatoria por falta de espacios? Creo que todos sabemos que son miles aspirantes los que no alcanzan un lugar en el bachillerato.
Y si este rechazo por falta de espacios se ha venido dando durante muchos años, ¿un decreto será suficiente para crear esos lugares y que nadie quede fuera de la preparatoria? La respuesta es no, porque en realidad lo que se necesita es un mayor presupuesto para ampliar la infraestructura, para crear más escuelas, para abrir los espacios suficientes de tal manera que nadie se quede fuera de las aulas por falta de lugares.
Es indudable que nuestro sistema educativo requiere más que un decreto, requiere aparte de un mayor presupuesto, de voluntad, tanto del gobierno como de los involucrados en la educación, léase sindicatos, maestros, estudiantes y padres de familia, porque de nada serviría un mayor presupuesto si persisten los vicios de hoy en día: maestros que solo asisten a cumplir con un horario pero buscando siempre como faltar a sus labores sin importarles el aprendizaje de los alumnos; un sindicato que con tal de conservar el poder y privilegios se dedica a actividades políticas; estudiantes que no tienen el sentido de responsabilidad y por ende, no valoran ni visualizan lo que representa recibir y aprovechar la educación para su futuro y el futuro de México; y unos padres de familia que tampoco asumen su responsabilidad frente a la conducta de sus hijos en su tarea educativa.
En fin, hace falta mucho por hacer, hace falta mucho por trabajar en pro de la educación para que México realmente cambie o ¿usted qué opina estimado lector?
Comentarios y sugerencias al correo electrónico arturferam@hotmail.com
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