sábado, 27 de marzo de 2010

El país donde no pasa nada

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Escuchaba a la Licenciada Gabriela de la Paz Meléndez, académica en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), Campus Monterrey, egresada de la Universidad de Monterrey (UDEM) y editorialista de El Norte. Comentaba que había pasado de la tristeza a la indignación, y de ésta a otra etapa que pocos dejan ver, donde múltiples sentimientos convergen y una de dos: o se apoderan de nosotros para bien, o lo hacen para mal.
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Ya expresé mi desconcierto a partir de los hechos que han marcado la vida del Tec de Monterrey para siempre: el asesinato de nuestros compañeros Jorge Antonio Mercado Alonso y Javier Francisco Arredondo Verdugo, alumnos de excelencia académica en el campus. “Le han pegado a la élite del país”, señalaba un compañero. Y es que en todos los campus del sistema Tec, convergen estudiantes hijos e hijas de gobernadores, de secretarios de Estado, de diputados, de artistas, de empresarios e industriales, en fin, del establishment de este país. “¿Y eso qué?”, dirán algunos.
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Lo que pasa es lo siguiente. El pasado miércoles 23, se realizó una ceremonia luctuosa en el Jardín de las Carreras del campus. Ahí estuvimos cientos de alumnos. Llegó el Rector del sistema ITESM Rafael Rangel Sostmann, y el Rector de la zona metropolitana, Alberto Bustani Adem. Dieron unos discursos espantosos, que lamentablemente me veo obligado a señalar. Bustani se remitió a leer los comentarios que había recibido de escolares indignados, como si los hubiera tomado del Facebook. Sostmann nos dejó estupefactos: que era “imposible” que el asesinato de nuestros compañeros se resolviera, que no estaba “esperanzado” a que la PGR, el gobernador de Nuevo León, menos el presidente dieran solución al asunto: vergonzoso.
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El mensaje: que nos olvidáramos de todo y que mejor miráramos al futuro. Los líderes de una de las instituciones más prestigiosas e importantes del país y de América Latina, ¿diciendo aquello? Simple y llanamente inconcebible. Muchos seguimos indignados y con la rabia encima ante la aberración de lo que debiera ser “la gota que derramó el vaso”, pero no, nadie dice nada, luego de que los sicarios ¡entraron al campus!, así también los militares. Mi institución, en su afán de preservar su imagen, le ha salido, con perdón de ella: “el tiro por la culata”. Nos ocultaron información desde el inicio, y cuando todo se ha tornado inconcebible entonces han ido hablando.
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Al interior hay dos versiones: 1) los que no se atreven a cuestionar la institución que les da empleo o a la que deben su profesión, y 2) aquellos que al margen de ello no pueden admitir que las cosas se olviden así como así. Dicen que debemos manifestarnos, pero no contra nuestras autoridades académicas, yo digo que debemos hacerlo contra ellos y contra el sistema político neoleonés. El problema es que aquí todo es “institucional” y nada se permite sea “politizado”, porque el Tec nada tiene qué ver con la “política”, supuestamente.
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Expreso nuevamente mi irritación y frustración ante el sistema político y mi propia institución. Estoy convencido de que, si se quiere tener una postura más equilibrada al respecto, como me lo expresa el Doctor Zidane Zeraoui, se debe apreciar la realidad desde todas las ópticas, y no volverse hermético como lo hace el instituto. No porque seamos miembros de un establecimiento de élite se ponga el grito en el cielo, ¡no!, sino porque las cosas no pueden seguir igual. ¿Qué le queda al país entero si de estas dos muertes en el Tec, nada se resuelve?, si el “golpe a la élite” del país reflejado aquí, no sirve como un parteaguas en la vida y destinos de México, ¿qué le queda al ciudadano de a pie?
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En esta máxima casa de estudios, observamos con tristeza la actuación deplorable de nuestro Rector Sostmann y Bustani, así como del Consejo del Tecnológico. En lugar de llamar al estudiantado a tranquilizarse, a no amedrentarse, a mirar hacia el futuro, a olvidar todo y seguirnos “forjando como ciudadanos” a través del estudio, deberían estar convocando a un paro nacional universitario, pero no, aquí no ocurre eso. No es que me empecine en criticar mi institución pero, ¿así forman ciudadanos?, ¿y el compromiso social?, ¿dónde queda entonces la misión, visión y valores del Tec de Monterrey?
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