“A los ciudadanos no les gustan los partidos, pero saben que los necesitan” (Hans-Jurgüen Puhle)
No hace falta decir que hoy, ya nadie cree en los partidos políticos, al menos no en México, y en su defecto unos pocos lo hacen. Claro ha sido su distanciamiento de la sociedad para formar parte del establishment político que nos gobierna; haciendo alusión al hecho de que, podemos tener un gobierno que reine, pero que no necesariamente nos gobierna. Este es el sentido que expresan los partidos políticos, partidos que están en todas partes, pero que parecen no estarlo.
No me referiré a los partidos en su vínculo con el crimen organizado, o mejor dicho a la función de algunos líderes con el negocio de la droga. El nivel de la exposición de hoy gira en torno a una argumentación teórica e intelectual de las organizaciones partidistas. Para esto, se muestran algunos puntos sustanciales sobre lo que Richard S. Katz y Peter Mair llaman los partidos cártel, como la última etapa en la evolución de dichas organizaciones.
El partido cártel, constituye la fase última del desarrollo partidista, “lo cual ha provocado la supremacía del partido en las instituciones públicas.” El partido ha evolucionado desde la fase de partido de élites, partido de masas, partido catch-all (atrapa-todo), hasta llegar a ser una organización cartelizada en el Estado, es decir, a ser parte de la estructura estatal y consolidar su alejamiento con sus afiliados, que no necesariamente de sus electores (Montero, J.; Gunther, R. & Linz, J. (2002). Partidos políticos: viejos conceptos y nuevos retos. Madrid: Editorial Trotta. P. 101).
Katz y Mair destacan algunos síntomas para la identificación de éstos partidos. Uno de ellos es el financiamiento y las subvenciones que obtienen del gobierno; el otro remite a la distribución de personal -a un balance de fuerzas en detrimento de los partidos-, dado que el parlamento o congreso, se convierte en una entidad más poderosa que la propia fuerza política, en tanto la distribución de los recursos (premios, bonos, iPads…) que se otorgan a su exclusivo parecer.
Los partidos cártel constituyen una colección de partidos que mantienen un acuerdo tácito para repartirse el poder, sin la necesidad de competir. Más que incrementar sus votos, están interesados en mantener cierto margen de votación y hacer alianzas. De conformidad con el Dr. Everardo Rodrigo Díaz Gómez, experto en Política Comparada, este tipo de partidos no se encuentran plenamente en México. Lo que sí, es que hacia allá nos dirigimos.
Aunque ciertamente, la partidocracia se presenta como un reflejo de la cartelización de partidos en el país, aún es necesaria una maduración que lleve a tales organizaciones hasta dicho contexto. El hecho de que un único partido controle el gobierno federal, y que exista libre competencia en el mercado electoral, desvela que la transición del sistema de partidos hacia los partidos cártel, aún está en proceso.
Aunque los miembros del partido, utilicen la organización partidista a su favor (gubernamentalización), estando ellos en el gobierno; así como que los miembros del congreso o parlamento utilicen al suyo en su beneficio (parlamentarización), y se explique así, en parte, la supremacía del partido en las instituciones públicas; ello no es suficiente para que se hable de una cartelización completa, sino hasta que éstos esperen su turno para ocupar el gobierno y/o repartirse los cargos.
Opinión Virtual: www.youtube.com/joseisabeles
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