Por José Guadalupe Isabeles Martínez
“Hace cientos de años la gente miró con asombro y se preguntó qué era, de pronto el cielo se iluminó…” (Crisanto)
Menciona Carl Edward Sagan en uno de sus programas titulado Cosmos, fallecido en 1996, que un evento catastrófico puede ser improbable en cien años, pero inevitable en un millón de años. Expone que, en unos 5 mil millones de años será el último día perfecto sobre la tierra, el sol cambiará lentamente y la tierra lo hará con él. Comenzará el sol a devorar los planetas más cercanos.
Podemos creerlo o no. Podemos pensar que el fin del mundo se avecina en 2012 con el vaticinio de las profecías mayas. De cualquier forma la vida se nos va de las manos. Crisanto, incluso, le ha atado a un árbol a veces, pero a la mañana siguiente ¡ya no está! Así se nos desparrama la vida y ni cuenta nos damos. Yo no tengo toda la vida, o en su defecto lo único que tengo es la mía. Aun así, si apuesto que no veré el final de este siglo, ¡yo gano! A lo que voy es que, me resisto a creer que Sayula, Jalisco esté predestinada a seguir como está. Entretanto tanto, el tiempo corre.
El capital social es el tema de hoy. Nan Lin (1999) ha hecho una revisión de lo que se ha entendido históricamente como “capital”, lo que nos remite a Karl Marx, y posteriormente a algunos teóricos que lo expresan, no en términos económicos propiamente, sino que lo refieren a la “inversión de redes sociales”, o de “habilidades técnicas y conocimiento” (Building a Network Theory of Social Capital, p. 30-35).
Lin define capital social como los “recursos incrustados en una estructura social, a los cuales se accede y son movilizados a través de acciones”, es decir, recursos que no son propiedad privada, y de lo que toda la comunidad se beneficia directa o indirectamente.
Supongamos que hoy, Tzaulan, Horizontes, El Formato, etc., han convenido realizar un ciclo de conferencias y talleres llamado “Semana Cultural” para toda la población. Han puesto a disposición de la causa, sus mayores esfuerzos, habilidades y conocimientos para invitar dirigentes de organizaciones civiles, y profesores universitarios, a dar charlas varias, entre ellas sobre la organización comunitaria. Todos nos beneficiaremos de ese capital social invertido.
Bueno, aquello es algo de lo que deseo pronto participar, y algo que más que un sueño me parece una realidad alcanzable. Siempre que así se persiga. Sea como sea, si estamos organizados como sociedad, podemos tomar ventaja de nuestro conocimiento y destrezas, así como de nuestra valiosísima mano de obra, para cristalizar una mejor comunidad y un mejor futuro para nuestros hijos.
La organización se puede focalizar en sectores que atiendan, digamos, educación, pobreza, ecología, etc. Es posible diseñar y desarrollar proyectos comunitarios para atraer recursos económicos de ONU Hábitat para la juventud, de organizaciones como Ashoka, o de Rotary International, por citar unos ejemplos. De esta manera se crearían redes sociales que fomentarían a su vez la cohesión social que tanto necesitamos.
Comprendo bien que todo esto puede sonar muy bonito en el papel, pero que no es lo mismo andar organizando a la gente o intentar reunirle, como cuando Barack Obama era organizador comunitario. Sin embargo, bien sabemos que Sayula es un mar de ideas y un botín de capital social todavía sin explotar. La pregunta del millón es ¿quién lo va a hacer?, y quizá más importante ¿cuándo? Si tuviéramos un gobierno municipal verdaderamente ciudadanizado, todo sería más favorecedor. Lo malo es que, no lo tenemos, pero sí estoy seguro que lo tendremos pronto.
Opinión Virtual: www.youtube.com/joseisabeles
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