La
última carta, refundar el sistema, indignación y un cambio de época
“Si os comportáis así, perdéis uno de los componentes esenciales que forman al hombre. Uno de los componentes indispensables: la facultad de indignación y el compromiso que la sigue” (Stéphane Hessel)
LPL José Isabeles
A punto de asistir a las urnas este domingo 1 de julio, no nos jugamos cualquier cosa. Bien podemos hablar de tres cosas: continuidad (PAN), pasado (PRI), y el inicio de un cambio de época. Los signos de depauperación del País son evidentes. Estas elecciones están impregnadas por el signo de una época: el reformismo. Los regímenes despóticos de Medio Oriente que han sucumbido a la Primavera Árabe, el colapso del sistema financiero y la Europa del Euro con las multitudinarias protestas, el debilitamiento de un imperio (EE.UU.), el reavivamiento de las fuerzas progresistas en América Latina con nuevos modelos de liderazgo, nada de esos orígenes tiene cabida en aquí con el PRI o con el PAN. Únicamente López Obrador podría dar comienzo a una etapa evolutiva.
Sufragar por el PAN significa continuar esta guerra e inestabilidad patrocinada abiertamente y sin empacho por la regencia de Washington, en la temática de que EE.UU. y su “destino manifiesto” es el de vencer las fuerzas del “mal”, males que ellos mismos crean, solapan y luego atacan. Antes financiaban guerras, guerrillas, sabotajes en diversos países y de manera secreta, hoy lo hacen en México campechanamente y nuestro gobierno dócil, sometido, ni pío dice. Nosotros hace tiempo que dejamos de ser colonia, y es imposible continuar en una situación bajo tutela estadounidense y/o intereses internacionales. México ha de ser México. Votar por Vázquez Mota representaría continuar entregando al País con el eufemismo de la “cooperación internacional” en materia de narcotráfico, y peor todavía, con motivo de “insurgencia” y “terrorismo”, síntomas que ya vemos (¿provocados?) hoy. Votar por Josefina significa secundar el apoyo a la macroeconomía (empresarial) y no a la microeconomía que pega en el bolsillo de cada mexicano.
Peña Nieto, el candidato de Carlos Salinas de Gortari, de Yarrington, Marín, Elba Esther, Montiel, Herrera, Hank…, el candidato del establishment corrompido ha resultado incapaz de (r)evolucionar siquiera su propio discurso, se dice respetuoso de los sindicatos, de los empresarios que lucran y esquilman al Pueblo, ¡respetuoso hasta de sus obviadas y malsanas relaciones! El candidato del PRI-PVEM reconstruye así al postulante estético que destila la misma secuencia de hechos e impunidad.
Andrés Manuel por su cuenta, ha sido el “quebrantador” de las formas discursivas y el polarizador. López Obrador es la única posibilidad que hoy tenemos para que un gobernante no solamente arribe al poder a “administrar” los recursos y bienes del Estado, sino que se ocupe de reformar el viejo régimen de complicidades prevaleciente, reconstruir uno, instaurar un modelo de gobierno nacional donde las relaciones internacionales comiencen a tener sentido, mirando hacia nuestro mundo: el latinoamericano.
Es inverosímil pretender cambiar la Tierra y a suelo patrio sin romper con las formas ni ataduras que nos constriñen, y por el contrario, sí protegiéndolas. Esto propone Peña. Mañana que vuelva al “P_I” ese candidato con la “R” de Revolucionario que le han hurtado, mañana votaré por él.
AMLO no es perfecto, pero es inadmisible lanzar que con él México sería “Venezuela”, personificando a Hugo Chávez. Como ya lo dijo el Lic. Rodrigo Sánchez Sosa, no es apropiado comparar ambos países ante una historia, geografía, cultura y sociedades tan disímiles, resulta hasta alienado hacerlo cuando AMLO no tiene siquiera formación militar. De acuerdo, quizá AMLO sea de los males el menos peor, pero sólo votando por el proyecto que encabeza podremos apuntalar que este engranaje de repeticiones empiece a detenerse y mute hacia ser parte de una nueva maquinaria de progreso. Bastaría intentarlo para ser correspondidos o traicionados. Con AMLO se sentarían las bases para refundar la República y reconstruir el bienestar durante décadas desmantelado por quienes priorizan el capital sobre la condición humana. También opino que hay distintos caminos para llegar a Roma, pero el trayecto que AMLO propone es el que brinda mayor certidumbre de que se cumpla con mayor rapidez. Así es como sostengo que en este lustro nos jugamos la última carta, la refundación de un sistema político sin vigencia y el inicio de un cambio de época que saldrá victorioso “sí y sólo sí” se acompaña con indignación.
PD. En mi Sayula, mi voto será para el candidato más progresista y no por la “continuidad”.
@joseisabeles
www.periodicoelguardian.com
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