El viernes 06 de julio una veintena de efectivos militares, aproximadamente, fuertemente armados y encapuchados, realizaron de noche y madrugada un operativo en Sayula, Jalisco. Me enteré debido a que el hogar de mis padres fue parte de estos sobresaltos, aunque mínimamente. Lo explico.
Siendo las 01:10 horas del viernes, tres camionetas y elementos militares altamente armados arribaron a la colonia El Tepeyac, en las inmediaciones del panteón municipal. Detuvieron su paso sobre la calle 16 de Septiembre en su cruce con Fray Pedro María Espinoza, que a su vez dirige al Santuario de la Virgen de Guadalupe. Inmediatamente tomaron posiciones y previsiones. Mi familia entera dormía cuando golpes y gritos le despertaron.
Quiero adelantar que todo esto parece más una confusión o acción inapropiada en el domicilio de mis padres. Casi todos fueron testigos de los golpes que comenzaron a cimbrar la puerta de nuestra casa, seguían los gritos de quienes exigían abrieran la puerta y lo hicieran ya (¡…!). Mi padre se levantó de la cama y antes abrir y encender la luz como le indicaron a gritos tuvo que advertir por la ventana que da a la calle, quiénes eran los encapuchados.
Mi madre, quien ya se había percatado de lo que sucedía, por un momento no supo qué hacer, y solo esperaba el santiamén en que los efectivos tiraran la puerta a como diera lugar. Mi padre, al ‘confirmar’ que se trataba de militares asumió (aunque asustado) que no había nada qué temer. Abrió la puerta tras encender la luz. Mi madre se incorporó.
Las preguntas se lanzaron: ¿Quiénes eran? ¿Cuántos vivían en esa casa? ¿A qué se dedicaban? ¿Cuáles eran sus nombres? ¿Quién vivía en la casa de al lado?... Mis padres se vieron obligados a responder, a lo que en ningún momento presentaron identificaciones oficiales porque no les fue requerido. Tampoco los militares lo hicieron. Mis padres, muy nerviosos, obviamente, solo esperaban a que los militares ingresaran a nuestro hogar, habitaciones, y terminaran invadiendo la paz y la privacidad de una familia que nada tiene que ver con el propósito del operativo. Afortunadamente no sucedió.
Al informárseles que en el domicilio de al lado vivía únicamente una mujer de la tercera edad (sola), procedieron a exigir del mismo modo que les abrieran la puerta. Naturalmente que a una mujer ciega –lo que olvidó decirles mi padre- sería prácticamente imposible atender el llamado. Descompusieron la chapa de su puerta e ingresaron. Como es de obviar los militares buscaban a alguien, que en el lugar no encontraron.
De esa noche se informó extraoficialmente, que los militares irrumpieron en domicilios diversos sin orden de cateo, como sucede en estos casos, salvo el único permiso de tratarse de un asunto vinculado al tráfico de drogas, un asunto federal y en su caso de seguridad nacional, lo que no requiere ni orden de aprehensión, ni de cateo girada por juez alguno para efectuar el allanamiento de morada, aunque a toda luces resulten hechos que violenten la carta constitucional del País.
En otras colonias de esta municipalidad que no rebasa los 40 mil habitantes, como en la colonia Santa María por la zona del local para fiestas El Grillo, también desplegaron a elementos del Ejército Mexicano en búsqueda de distribuidores de droga, acciones desempeñadas entre 19:00 y 23:00 horas, aproximadamente. Al parecer, esa noche del viernes detuvieron a varios individuos en el marco de este operativo en Sayula. El operativo, se menciona, pudo haber tenido relación con el asesinado de un joven de 25 años, ex militar, acaecido el pasado 03 de julio a unos pasos del Centro Histórico municipal.
Retomando aquél concepto de los fractales mencionado la semana pasada por Rodrigo Sánchez Sosa, se puede sostener que lo que transcurre en el escenario nacional adquiere su idéntica réplica en el plano local Sayulense, deteniendo a pequeños distribuidores, lidiando con cholos, y no combatiendo a plomo la estructura financiera de los cárteles. Ya bastante se ha dicho sobre lo desorientado de esta estrategia calderonista.
Finalmente, sigo pensando –reitero- que este incidente en casa de mi familia, aunque no pasó a mayores, no va más allá de una confusión, error de cálculo, o de táctica, incidente que nada tiene que ver con mi labor periodística, como muchos han sugerido.
PD. La sucesión del poder en China, tiene en ascuas al Partido Comunista derivado de los escandalosos actos de corrupción y enriquecimiento asombroso de sus dirigentes.
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