jueves, 14 de octubre de 2010

Manual básico para identificar a un populista

Extracto del libro: De populistas, neoliberales y otros demonios: el proyecto económico de AMLO bajo la lupa (2006), de los autores Rolando Fuentes y Reynaldo Lozano.

Transripción por José Guadalupe Isabeles Martínez

Mucho se ha hablado y escrito acerca de Andrés Manuel López Obrador. El ex jefe de gobierno capitalino es, sin duda, un personaje polémico. Mientras que sus seguidores lo siguen con “esperanza”, sus detractores lo tachan de “populista.” En el argot de la política y los intelectuales, ser populista es un insulto, una ofensa. Es sinónimo de irresponsabilidad. Sin embargo, el populismo es un concepto poco claro: ¿qué es realmente? Para hablar de él y tratar de entender si en realidad ALO es un “populista”, partiremos de que existen dos formas de populismo: el político y el económico.

Populismo político: la supremacía del pueblo

La palabra populismo viene de pópulo, que en latín significa pueblo. El objetivo de los populistas es hacer el bien al “Pueblo.” El Pueblo –con mayúscula- es una noción, creada por los políticos populistas, que normalmente equivale al conjunto de los más pobres, los campesinos, los obreros o los más desprotegidos. En esta noción de “Pueblo” dejan fuera a otros grupos de la sociedad como los empresarios, los profesionistas, las élites o las clases sociales favorecidas.

Los populistas se sienten incómodos cuando tratan con individuos u organizaciones independientes que funcionan fuera del régimen de masas que ellos han visualizado. Para ellos es más fácil etiquetar y simplificar – por ejemplo entre buenos y malos, entre favorecidos y desprotegidos - para que de esta forma el diálogo se de entre dos: el caudillo y su Pueblo.

Comúnmente el populista hace uso del referéndum, pues ante sus ojos este constituye un medio ideal para que el Pueblo exprese su opinión. A fin de cuentas, el gobierno le pertenece a las masas. Y en la medida en que éstas puedan expresar sus preferencias y el caudillo las escuche, este último podrá actuar en consecuencia y buscar el bien de todos.

El populista ve al Pueblo como un menor de edad al que hay que guiar y ayudar para que salga adelante. E populista, además de ser el líder o caudillo, es un padre amoroso que les provee de alimentación, vivienda y trabajo, y para hacerlo basta con tener voluntad política y un genuino interés por “hacer el bien” a las masas.

Más que una corriente filosófica o una forma de gobierno, el populismo es un estilo retórico que puede ser utilizado para promover distintas ideologías. Comúnmente está fincado en una crítica –algunas veces radical- al status quo. Por lo general incorpora elementos nacionalistas, y en algunas ocasiones hasta racistas. Contrario a lo que se piensa comúnmente, el populismo no necesariamente está asociado con corrientes políticas de izquierda. En algunos casos, incluso políticos conservadores de ultraderecha utilizan discursos populistas para ganar la atención de cierto grupo de la población.

Como discurso político, el populismo crea una doble ilusión. Por un lado alimenta la noción de que el pueblo está al mando de la conducción política y económica de un país. Pero el engaño está en que, ni el líder dejará de ser líder por su discurso de proximidad popular, ni el Pueblo dejará de ser pueblo al ser convertido en sustancia de un discurso. En este sentido el populismo se vuelve espejismo y atenta contra el propio proceso democrático, que como tal supone participación popular, pero también el respeto a las instituciones y formas de representación.

Populismo económico: la ausencia de límites

El populismo económico se relaciona con el uso dispendioso del gasto público, el uso intensivo de los controles de precios, la sobre valuación sistemática del tipo de cambio, y las señales inciertas de la política económica. La combinación de estos elementos por lo general tiene efectos deprimentes en la inversión privada.

Los dos objetivos principales de un populista son la reactivación del crecimiento y el empleo, así como la redistribución del ingreso. Sin embargo, para lograr esos objetivos se desprecia la información de escasez y restricción de recursos que posee un sistema de precios. Para los populistas, los obstáculos económicos se sortean siempre y cuando se tenga buena voluntad política.

Dornbusch y Edwards, dos de los economistas más reconocidos en el estudio de las economías latinoamericanas en los años 80 (sic), analizaron el proceso de incubación, desarrollo, y muerte de las experiencias populistas en Latinoamérica. Estos autores encontraron que estas experiencias siguieron patrones similares:

1) El punto de partida es una situación en que las economías tienen un crecimiento bajo o nulo, y las desigualdades económicas tienden a profundizarse. Para salir del estancamiento, los populistas argumentan que es tiempo de gastar los ahorros que se lograron mediante políticas de austeridad y estabilización.

2) El siguiente paso consiste en aprovechar la capacidad ociosa que existe en las economías para expandir la producción sin costos inflacionarios y sin correr riegos externos. Los resultados, aunque de corto plazo, son políticamente muy exitosos. Este éxito pasajero brinda argumentos al populista para sustentar su diagnóstico inicial y fustigar a sus enemigos. Esto se traduce en un rechazo del paradigma de la escasez.

3) En la siguiente etapa, la economía experimenta un cuello de botella a causa del incremento en la demanda. Se dificulta la importación de mercancías debido a la falta de divisas, por lo que es necesario devaluar o establecer controles de cambios. La inflación crece, pero los salarios se mantienen altos, muchas veces a costa de un deterioro de las finanzas públicas. El déficit presupuestal empeora como resultado de los subsidios en salarios y el apuntalamiento del tipo de cambio.

4) Ante estas presiones se dispara la inflación y se deteriora rápidamente la balanza comercial. Los capitales huyen del país. La recaudación fiscal también se reduce. El gobierno trata de reaccionar recortando subsidios y reduciendo los salarios reales. La política es inestable y los gobiernos se derrumban.

5) Finalmente viene un periodo de estabilización, normalmente bajo el mando de un nuevo gobierno, que en algunos casos trata de implementar medidas “ortodoxas” de recuperación. Los salarios reales caen debido a que el capital tiene mucha movilidad, pero los trabajadores no.

El populismo no se identifica con alguna escuela económica en particular. Más bien se utiliza como una herramienta práctica para tratar de solucionar problemas políticos a través de mecanismos económicos. Los gobernantes populistas viven sin restricciones y normalmente no asimilan completamente los costos de sus acciones. En el populismo, el fondo del problema social es malinterpretado, lo que crea una paradoja: la búsqueda por reducir la desigualdad acaba en muchos casos haciendo aún más difícil la lucha contra la pobreza.

(Páginas 297-301)

Los 50 compromisos de campaña de López Obrador (en 2006)

1) Reconocer los derechos de los pueblos indígenas.
2) Establecer pensión alimentaria para adultos mayores.
3) Otorgar becas a discapacitados pobres.
4) Atención médica y medicinas gratuitas.
5) Garantizar salario mínimo por encima de la inflación.
6) Revisar la edad de jubilación.
7) Suprimir pensiones a los ex presidentes (de la República).
8) Mejorar la atención del IMSS y el ISSSTE.
9) Garantizar educación pública gratuita.
10) Entregar de manera gratuita útiles escolares.
11) Crear 200 preparatorias y 30 universidades públicas.
12) Apoyar la investigación científica.
13) Fomentar la práctica del deporte.
14) Estimular la creación artística.
15) Fomentar la lectura.
16) Ampliar la cobertura de estaciones culturales.
17) Apoyar el fomento agropecuario.
18) Fomentar la actividad pesquera.
19) Evitar la libre importación de maíz y frijol, prevista en el TLC.
20) Sembrar un millón de hectáreas de árboles maderables.
21) Definir una política integral de agua.
22) Modernizar el sector energético, sin privatizar la industria eléctrica ni el petróleo.
23) Impulsar la inversión pública y privada para obra pública y vivienda.
24) Promover el desarrollo de las ramas industriales que generen más empleos.
25) Frenar la emigración de las maquiladoras.
26) Otorgar créditos para el autoempleo.
27) Realizar 500 mil acciones anuales de vivienda y generar 400 mil empleos.
28) Construir dos puertos comerciales: Salina Cruz y Coatzacoalcos.
29) El tren bala del DF hasta EU.
30) Construir un nuevo aeropuerto internacional en Tizayuca.
31) Fomentar la actividad turística.
32) Convertir las Islas Marías en la isla de los niños.
33) Respetar la libertad de expresión y credo religioso.
34) Garantizar la seguridad pública. Combatir el desempleo y la pobreza. Desterrar la corrupción policíaca.
35) No usar al ejército para reprimir.
36) Hacer valer los principios de no intervención, autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de los conflictos.
37) Priorizar con EU el tema migratorio.
38) Reducir a la mitad el sueldo del presidente (de la República). Ahorrar en burocracia 100 mil millones (de pesos) anuales.
39) Combatir a fondo la corrupción.
40) No aumentar los impuestos. No cobrar IVA en alimentos y medicinas. Enfrentar la evasión fiscal.
41) Simplificar el pago de impuestos.
42) Concesionar la operación de bancos regionales.
43) Reordenar la deuda pública.
44) Resolver en definitiva el Fobaproa.
45) Mantener el equilibrio macroeconómico.
46) Impulsar un nuevo federalismo.
47) Respetar la autonomía del Poder Legislativo.
48) Acatar las resoluciones del Poder Judicial e insistir en su reforma.
49) No usar la presidencia para ayudar amigos ni para destruir adversarios.
50) Someter al presidente (de la República) al principio de la revocación del mandato.

(Página 313-314)

Bibliografía

Fuentes Rolando y Lozano Reynaldo. (2006). De populistas, neoliberales y otros demonios: el proyecto económico de AMLO bajo la lupa. Editorial Libros para Todos. Distrito Federal, México.

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