domingo, 23 de julio de 2017

Un hombre y su sueño

LPL José Isabeles

En cada espacio, en cada tiempo, hay siempre un rincón para la inspiración. Una idea prevalece mientras haya alguien que le persigue, muy a pesar del tiempo, muy a pesar de sus circunstancias. Esta es la historia de Preston Tucker, un hombre y su sueño. En 1948 la estrechez de mente hacía que la industria no pensara en utilizar cinturones de seguridad en los vehículos, no pensaban en frenos de disco, motor trasero o inyección de combustible. Tucker innovó en ese aspecto y otros, su prototipo de auto; que presentaba muchas medidas de seguridad, aunque para el momento, propuestas así eran (para algunos), un disparate.

En aquellos años Tucker consiguió vender su proyecto, tan revolucionario como vanguardista para la industria automotriz. Así consiguieron una bodega en la que construirían los vehículos en serie, autos que habían sido anunciados en revistas, estaban siendo requeridos por los compradores, pero aún no se fabricaban en su planta de Michigan. El paradigma tradicional se había agrietado gracias a las poco convencionales ideas de Preston Tucker, fundador de Tucker Corporation. El hombre y su sueño ya estaban ahí, haciendo historia.

Usualmente el individuo se ve y cree determinado por su cultura, por el tipo de sociedad en el que se inserta, por la economía y hasta por la política, es el caso de México, donde los negocios en su abrumadora mayoría son negocios del siglo pasado, no así en EEUU, donde hay negocios que antes no existían.

Preston Tucker es el mejor ejemplo de una casta de hombres y personajes, no solo de una época, sino de un proceso de larga data o de un destino manifiesto, que bajo cierto público podría ser hasta digno de un imperio.

Con las innovaciones de Tucker en el vehículo convencional, la industria automotriz tembló y se vio en la penosa necesidad de boicotear el proyecto de Tucker que ya estaba trastocando al sector. Tucker fue llevado a la corte acusado de robar el dinero de sus inversionistas, lo cual era tan solo un artificio para que los grandes fabricantes acabaran con él. Simplemente no podía ser, el sueño americano se veía atropellado en su propia cuna. Tucker llevó a la corte los 50 autos que construyó, mismos a los que se había comprometido. Él y su equipo fueron declarados inocentes de los cargos, pero su empresa no operó más. Murió 12 años después al diagnosticársele cáncer. Desapareció el hombre, no así el sueño.

Twitter: @joseisabeles

*Artículo publicado el fin de semana del 21 de julio 2017, en la versión impresa del periódico Tzaulan, en la ciudad de Sayula, Jalisco.

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