jueves, 20 de septiembre de 2012

La ley de hierro de los salarios y el incremento del salario mínimo

LPL José Isabeles

Ante las imposiciones nada naturales del sistema de mercado regido por el capital, pocos nos preguntamos y asumimos la idea sobre debatir el por qué los salarios se manejan de la forma en que se hace. Es decir, en algunos países el salario mínimo alcanza para más que en otros. En esta discusión interviene claramente la ya conocida Ley de hierro de los salarios (Iron Law of Wages), concepto primeramente atribuido a Ferdinand Lassalle a finales del S. XVIII y mediados del XIX, y que posteriormente fue nutrido por personalidades de la talla de Karl Marx, Friedrich Engels, y David Ricardo.

 
Se cree que muy poco se puede hacer al respecto sobre los salarios, y en cierto modo se posee algo de razón, pero cuando un líder dígase presidente de la República llega pensando que “hay cosas que no se pueden hacer”, se debe simplemente a que arriba al supremo cargo ya adoctrinado por un sistema, limitándose a administrar y en nada a generar cambios generacionales. Es verdad también que hay diferencias sustanciales entre sueldo y salario, y que no son lo mismo (tanto como no son sinónimos empleado y trabajador). En este caso nos referimos al salario que se percibe por un día trabajado.
 
La Ley de hierro de los salarios es un concepto parecido a la célebre Ley de hierro de la oligarquía, que pregona el inevitable escenario de la creación de un grupo de personas al frente de un organismo, denominados oligarcas. En este caso la inevitabilidad recae en que los salarios siempre tenderán hacia el llamado salario de subsistencia, donde el salario tiende “de forma natural” a alcanzar un nivel mínimo. Tomemos el ejemplo del huevo, hoy tan en boga. Frente a la escasez, el precio del huevo se encarece; y frente a la abundancia del producto, su precio se viene a pique. A mayor oferta de mano de obra el salario tiende a abaratarse al grado de la subsistencia, y cuando la mano de obra se ve escaseada los salarios suben.

Lo que apreciamos es “un equilibrio” en el mercado laboral que para todo oficialismo capitalista resultaría en circunstancias plenamente naturales (aunque artificiales para los críticos). ¿Es posible y qué consecuencias trae consigo el incremento de los salarios? En estos tiempos de baja productividad y crisis, elevar el salario por los gobiernos (impensable por los patrones) puede ser aplaudido o abucheado como una medida populista. No obstante hablamos de demanda e inversión, fundamentos de una economía donde la segunda no existiría sin la primera. En este sentido, un incremento a los salarios conllevaría, aquí sí, naturalmente a una mayor demanda de bienes y servicios, persiguiendo como fin un mejor nivel de vida. En otras palabras, a mayor ingreso mayor consumo (gasto).

En ese tenor decir que China anunció –en el plan quinquenal previo- un incremento al salario mínimo de un 13 por ciento anual hasta 2015, con miras a incentivar la creación de 45 millones de empleos, fortaleciendo la demanda interna así como su mercado nacional, lo que directamente incide en sus tasas de crecimiento. Por su parte, Hugo Chávez anunció un aumento del 32.25 por ciento al salario mínimo en Venezuela, mismo que se aplicará en dos partes la última en este septiembre. En Venezuela será equivalente a 476 UDS colocándole con el salario mínimo más alto de América Latina (Diario LibreRed. Hugo Chávez aumenta en un 32,25 por ciento el salario mínimo en Venezuela. Abril 2012). El propio Estados Unidos ha impulsado sus aumentos al salario mínimo (2006) a la zaga de la inflación. En este caso congresistas demócratas impulsan un incremento hasta los 10 USD por hora. Esta propuesta plantea dar un alza significativa de los 7.25 UDS actuales aproximadamente –y dependiendo del estado-, a lo que incluso prometió y no cumplió Obama en campaña, de elevarlo en 2011 a 9.50 USD (Huffington Post. Minimum Wage Bill Pushes Federal Increase To $10 An Hour, Ties Pay To Inflation. Julio 2012).

Opositores a dichas medidas se sitúan en la clase patronal-empresarial. Los contraargumentos prevén desde un incremento a los precios de la canasta básica, aunque de cualquier manera en México los precios de bienes y servicios se elevan mucho más que esos pírricos aumentos que nunca van más allá del nivel de la inflación (4%+-), hasta consecuencias de desestabilización económicas-financieras para el País.

Finalmente, es por demás asombroso que en México, pese a la solidez financiera y económica nuestros gobiernos sean incapaces de encaminarnos hacia aquello que brindaría mayor bienestar y calidad de vida a la población, en el sentido estricto de los salarios lo que parece más irrealizable y utópico. Por el contrario continúan impulsando reformas como la laboral, más provechosas para la base patronal y a los pies del capital, donde pulverizan derechos de los trabajadores y empleados así como la dignidad de la persona. Estos sí constituyen pletóricos esfuerzos por mantener al estatus quo, ya ni siquiera igual, sino peor que como está.

PD. ¿Sería Capriles, candidato opositor en la Venezuela de Chávez, dirigente oficial de la plutocracia? 

@joseisabeles
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