jueves, 15 de enero de 2009

LA NUEVA REVOLUCIÓN



Actualmente rondan comentarios como “cada 100 años hay guerra en México”, “las condiciones están dadas”. Mi opinión al respecto es que nuestro destino en 2010 no está condicionado a una guerra sólo porque el curso de la Unión esta marcado por el estigma de la Independencia (1810) y la Revolución Mexicana (1910). Me parece irresponsable y aventurado hablar con tal ligereza.

Ernesto Guevara, “el Che”, fue conocido por su feroz interés en defender el derecho natural del individuo a existir como es. Su desgracia estribó en exceder los límites, ¿cuáles?, aquellos que impone la propia naturaleza, aquellos que no vemos. Las normas morales que nos rigen día a día, el comportarse adecuadamente porque Dios o el destino pueden sancionarte. Fue más allá y se quedó sólo, bebiendo sus propios orines en Bolivia.

La historia oficial está hecha a modo. La Independencia no inició como tal, sí fue un movimiento contra la injusticia, (como siempre), pero recuerde el estandarte de Miguel Hidalgo: “…Viva Fernando VII (Rey de España). Viva América y muera el mal gobierno”, quien además nunca pidió la Independencia.

Un Padre para la Patria no fue Hidalgo, sino Morelos, o por qué no, “pésele a quien le pese” el eclesiástico Matías Monteagudo, quien sí fue artífice de la Independencia. Al pobre cura lo asesinaron meses después de convocar a la anarquía (por órdenes de la Iglesia católica), después de quemarle las manos con ácido y decapitarlo (Francisco Martín Moreno, México Ante Dios: 2006).

Aproximadamente, en 1810 había 5 millones de mexicanos, para 1910 eran 15, hoy somos 107. En el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, la economía del país se basó en la agricultura, después México saltó a la industrialización (1940-1956), creciendo a un índice sostenido de más de 6%. Además, más del 97% de los mexicanos eran analfabetas en el siglo XIX. Grandes diferencias, ¿no?

La Revolución Mexicana no fue una sola, fueron varios levantamientos, que después unificados formaron lo que hoy conocemos como la Revolución. Culminando en traiciones entre caudillos anteriormente aliados. El vértice de los conflictos: el poder y el dinero.

Las condiciones del país dependen también de cada uno de nosotros, no pretendamos cambiarlas mediante la subversión, la violencia conduce únicamente a más violencia, olvide usted aquello del Che Guevara de “crear las condiciones” para modificar el sistema gubernamental. Es impensable y absurdo.

“El problema de México somos los mexicanos, ya lo dice Federico Reyes Heroles en Memorial del Mañana”. Primero la Conquista (300 años); los golpes y autogolpes de Estado; la intervención estadounidense, la francesa; el poderío de la Iglesia Católica frenando durante años el progreso nacional, incitando desde los púlpitos a los fieles a sublevarse para defender sus inmensas riquezas; la Guerra de Reforma; muerte y más muerte…

Si en 2010 se realizara una sublevación, sería culpa exclusivamente de grupos minoritarios amparados en el descontento generalizado, abusando de circunstancias globales que hoy privan. Hoy México tiene mucho más que perder que en 1810 y 1910. Los mexicanos deben ir a las universidades a prepararse, no a campos de concentración de guerrillas colombianas. Los grandes cambios se darán mediante un replanteamiento del Estado, del modelo económico, de “reformas”… La historia nos obliga a construir no a destruir lo que hasta hoy se ha logrado.

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