Cada
pueblo debe encontrar su camino y construir su destino.
José
Isabeles
Estos días Honduras ha
estado en el ojo del huracán. El país celebró elecciones el 26 de noviembre
para renovar, entre otros cargos, la Presidencia de la República, pero los
resultados brotaron manchados por la opacidad y la represión del gobierno
central que ha generado unas 15 víctimas mortales y más de 800 detenidos.
El caso es singular, porque
en México viviremos la fiesta democrática más grande de la historia en 2018,
¿se va el PRI o no se va? Debemos de tomar nota de cómo se roba una elección
presidencial, o mejor aún, tomar nota de cómo evitarlo. En 1988 Carlos Salinas
de Gortari llegó al poder a través de la ya famosa “caída del sistema”, y en
Honduras, mire usted, pasó casi lo mismo, también se cayó el sistema, se apagó
o lo apagaron.
La misma Organización de
Estados Americanos (OEA), según información de El País, señala en un agudo
informe un “cúmulo de irregularidades, errores y problemas sistémicos” que
rodearon al proceso, antes, durante y después de la jornada electoral. Y
afirman categóricos: así no se puede tener certeza sobre los resultados.
El apagón no duró una hora
ni dos, duró unas 36 horas (¡!), acorde a la oposición, ¿36 horas? ¡No!,
¡imposible pensar mal! Esta situación ya nos pasó en México, ¿nos volverá a
pasar? La oposición en Honduras pensaba con elementos en la mano, que muy a
pesar del fraude que ya se estaba orquestando por el oficialismo, ellos
saldrían masivamente a votar y vencerían ese megafraude, pero esos
reeleccionistas encabezados por Juan
Orlando Hernández Alvarado, actual presidente y candidato por el Partido
Nacional de Honduras, se están robando la elección.
Prohibido olvidar.
Recordemos que Manuel Zelaya fue
presidente de 2006 a 2010, en Honduras, y fue destituido y expulsado por
militares. Desde ese momento se ha vivido bajo el yugo de la militarización del
país (no crea que como en México, nooo), que actúa sigilosamente muy de la mano
de la élite política, mediática y los enormes intereses transnacionales
disfrazados de corderos. La “contraofensiva conservadora en el continente”
americano, sigue más vigente que nunca, parafraseando a Ricardo Arturo Salgado Bonilla
(Honduras: A seis años del Golpe de Estado, 5 de julio 2015).
Salvador
Nasralla, candidato de la Alianza
Contra la Dictadura, asegura que las cosas se pondrán peor, pero EUA ya se
apresta a legitimar un eventual reconocimiento del presidente reelecto. Reelección, por cierto, que está prohibida por la Constitución de
Honduras.
Nuestra experiencia en
México, para este caso particular nos dice que la batalla por la democracia
está perdida, al menos pasarán otros cuatro años para volver a luchar. Mientras
tanto, en Tegucigalpa el caos y el vilo al máximo.
Twitter: @joseisabeles
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