José
Isabeles
Desde que el expresidente de
Ecuador, economista Rafael Correa Delgado viajó a Bruselas para reunirse con su familia, especialmente a vivir y
devolverle un poco de paz a su esposa, como él lo ha dicho, después de gobernar
10 años Ecuador y habiéndole ganado todas
las elecciones democráticas a la oposición; y una vez que se instaló el nuevo
presidente Lenin Moreno, a despachar en el Palacio
de Carondelet, el 24 de mayo pasado, comenzaría la gran maquinación para
destruir la Revolución Ciudadana que encabezó Correa.
Mucha tinta está corriendo
sobre el tema ecuatoriano y la gran tragedia que vive el líder político más
importante de la historia contemporánea de ese país, el mejor presidente de la
historia, refieren sus seguidores. Con él, Ecuador experimentó el inicio de una
transformación, lo demuestran aquellos organismos internacionales que incluso
llegaron a desdeñar a Correa, pero sobre todo, la realidad. Sin embargo hoy se
vive un vuelco al pasado, la última estocada es el encarcelamiento a principios de octubre del Vicepresidente del país
Jorge Glas, cercanísimo colaborador de Correa durante la década ganada. Se
le acusa de recibir sobornos de la
transnacional brasileña Odebrecht.
¿Pero cuál es el pleito
entre Correa y Moreno emanados del mismo partido político (Alianza País)? Parece
un misterio. Pero hemos de observar que una de las estrategias de Lenin Moreno
para diferenciarse de su antecesor, es la bandera anticorrupción, lo que Rafael Correa atendió agresivamente, para
ejemplo podemos mirar el escándalo de corrupción que enfrentó él mismo en Petroecuador, viéndose decepcionado de
algunos de sus más cercanos ministros perseguidos desde entonces por la justicia.
Lenin se ha distanciado al grado de llegar a señalar que ahora a cualquier “pendejada”
quieren llamar “revolución”, en alusión a Correa (Moreno dixit).
Deje usted de la pelea entre
el máximo líder en Bruselas y el empequeñecido presidente Moreno, que intenta
gobernar desde el palacio en Quito. La amenaza a todo este proceso de
transformación es evidente, ahora están regresando los pillos del extranjero
que no pudieron obtener salvoconducto alguno con Correa, como es el caso del
excelentísimo Abdalá Bucaram,
expresidente de Ecuador acusado de peculado y exiliado en Panamá. Ahora ya está
de nuevo en el país natal y su relación con Lenin Moreno va de maravilla. Se
empiezan a repartir al país.
No solo en México es tiempo
de canallas, dijera Andrés Manuel López Obrador, en otros lados de la América
Latina las realidades canallescas despuntan. El viejo país (y a la vieja usanza),
acecha el momento idóneo. La judicialización de la política en Ecuador, como en
Argentina o Brasil es terminante. La presión de la oligarquía es muy pero muy
pesada sobre los fiscales. Ahora el actual gobierno ecuatoriano organiza ya una
consulta popular de 60 millones de
dólares (¡!) para evitar que Correa Delgado sea candidato otra vez. Jorge Glas
y Rafael Correa estorban para los fines de la élite.
Twitter: @joseisabeles
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