Después de los despidos justificados a medias del nada Honorable Ayuntamiento de Sayula, decidí dar espacio a los policías municipales renunciados por el presidente municipal Samuel Rivas Peña, proveyendo al lector de la otra cara del alcalde y de las renuncias de los uniformados. Por un lado, sabemos que se ha manejado el fundamento de las pruebas que los elementos no acreditaron; por otro, ni Rivas, ni el secretario Arturo Fernández, han querido mostrar los documentos sobre el caso, al menos hasta el momento en que escribo.
No trato de hacer apología de nadie, simplemente presentar la versión de los afectados, y no dar más cuerda a la versión oficial del ex militar. El sábado 31 de julio y el domingo 1° de agosto, amablemente me fueron concedidas tres entrevistas por separado, una con un policía en activo; otra con Omar Navarro, ahora excomandante; y una más con uno de los policías más antiguos de la coorporación del alrededor de 15 años. Muchas fueron mis sorpresas, y por ello quiero compartirlas, para que vea y juzgue usted esta administración con ‘experiencia’ del PRD.
Hasta hace poco más de una semana, los policías no contaban con seguro de vida. Sin embargo, Rivas vió que era necesario, o alguien le instó a verlo, que por fin les compraron una póliza a cada elemento, lo malo es que no saben a cuanto asciende. Y sabiendo que Rivas no escatima en obras superfluas, pero sí en seguridad, ya podemos inferirlo.
Los chalecos antibalas son otro tema, pues sirven para que proteja a los uniformados del deterioro de la seguridad pública y las balas, como lo hemos visto. Al cierre de este artículo Rivas no los había proporcionado a los policías, tan sólo se los había prometido como todo ‘buen’ político. Aunque seguramente ya no tardan en llegarles.
En esa misma línea, vemos que la seguridad no es para el veterinario una prioridad (como encementar el río por 19 millones de pesos), en virtud de que el sueldo que les paga al aparato policiaco es terriblemente paupérrimo: poco más de 2 mil 300 pesos quincenales para un policía de línea. El caso es que de la zona, nuestros policías ganan menos que en otros municipios.
El Ayuntamiento está obligado, según expuso un elemento en activo entrevistado, a brindarles 3 uniformes por año, pero a siete meses no hay disposición para ello. Sólo les ha hecho entrega de un impermeable para la lluvia. Lo que también es verdad, es que Rivas consiente a un grupo de policías que son incondicionales, especialmente las mujeres, de las que aseguran los entrevistados por separado, “les compra de todo.” Aquí están quienes viste de payasos los sábados, y quienes serán policías comunitarios y de vialidad, que han soportado los momentos de quicio y exasperación del alcalde.
Los expolicías están totalmente disconformes con el Ayuntamiento, ya que nadie aboga por ellos; especialmente con Rivas, quien preside la comisión de ‘Honor y Justicia’ a la que ningún expolicía fue convocado para ejercer su derecho de audiencia, menos su derecho de defensa (¡!), simplemente se procedió unilateralmente. Incluso, a los policías despedidos se les involucra con el narcotráfico, de tener propiedades y cuentas bancarias que ni siquiera ellos conocen. Si así fuera, las autoridades municipales están obligadas a proceder legalmente contra ellos.
Señalan que, el secretario perredista Arturo Fernández, busca insistentemente alcanzar acuerdo con los policías antes de generarse las demandas laborales. Porque él mismo ha reconocido que se equivocaron, tan es así que buscan reinstalar a algunos de los uniformados despedidos. Desafortunadamente, a pocos les interesa volver, porque saben, tienen la “conciencia tranquila.”
“Si así fuera, estoy dispuesto a que me investiguen”, sentenció un expolicía.
Otro comentó: “es mucha la hipocrecía” y “las envidias” de esta administración.
A siete meses de esta administración perredista, Samuel se echa cada vez más al pueblo encima, y no haya como sacarle la vuelta a los desórdenes causados. Acaba a diario con el capital político que lo llevó de nuevo a la alcaldía, y se olvida también, que hubo familias de policías que votaron por él, pensando que estarían mejor. Como vemos, Rivas se equivocó una vez más, y hoy busca enmendar sus errores.
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