“Las instituciones son las reglas del juego en una sociedad o, más formalmente, son las limitaciones ideadas por el hombre que dan forma a la interacción humana” (Douglas North)
Cuando hablamos de partidos políticos, organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales, instituciones públicas, o incluso para referirnos a organizaciones al margen de la ley, es necesario dar un vistazo al conocimiento generado sobre la teoría de las organizaciones. La episteme que nos permite conocer mejor y en modo más especializado y profundo el funcionamiento de las organizaciones políticas, y es que al hablar de la política nos remite automáticamente a la visión weberiana de la administración del poder. Es entonces que no hay agrupación u organización que no contenga como eje transversal: el poder. Que no se prioriza en todas, quizá, pero está siempre ahí.
Douglas North, en su obra Instituciones, cambio institucional y desempeño económico (2006), resalta en el primer capítulo lo referente a las instituciones y el cambio institucional, conocimiento que forma parte de la teoría de las organizaciones políticas. El cambio institucional, para North, conforma “el modo en que las sociedades evolucionan a lo largo del tiempo”, es así como se puede entender el cambio histórico tanto de ellas como de su entorno.
North es muy claro al decir que “las instituciones reducen la incertidumbre, por el hecho de que proporcionan una estructura a la vida diaria”, constituyen así una estructura determinada a la vida cotidiana de los individuos. Como ejemplos se pueden mencionar pedir dinero prestado, establecer un negocio, o inclusive enterrar a nuestros muertos. Cuando vamos a otro país, digamos, Arabia Saudita, las instituciones (reglas) funcionarán distinto que en México, y para dirigirnos en aquella sociedad no podremos actuar seguramente igual o con las mismas libertades que aquí. Es así que las instituciones “definen y limitan el conjunto de elecciones” de las personas.
Se sabe que las instituciones son creadas por el hombre a fin de mantener cierto orden en la colectividad, el orden implica reglas que habrá que respetar, limitaciones que prohíben pues, hacer determinada elección. Esto es como un juego, en tanto el propósito del juego requiere necesariamente sentar las normas en que todo se desarrollará. Es entonces que no se debe perder de vista 3 cosas: las instituciones (reglas), las organizaciones (que fungirán como los jugadores del juego), y los organismos.
Los organismos, según North, se caracterizan por contener 3 tipos de cuerpos: políticos, económicos y sociales. Los cuerpos políticos son aquellos que albergan a un partido político, el Senado de un país, una agencia reguladora, o el cabildo de un ayuntamiento. Los cuerpos económicos constituyen las empresas, los sindicatos, o las cooperativas. Mientras que los cuerpos sociales remiten a las iglesias, los clubes, las asociaciones deportivas, etc. A modo de analogía, la esfera toda, tiene en su interior a las organizaciones que pueden ser parte a su vez de cada uno de los cuerpos, y éstas interactúan en el ambiente bajo ciertas reglas prescritas por las instituciones del sistema.
No hay que perder de vista, reitero, que las instituciones son una creación humana. Que evolucionan y son alteradas por humanos, por lo tanto el estudio de la teoría debe comenzar o centrarse en modo indispensable en el individuo.
A saber, se dice que la función primordial de las instituciones es “reducir la incertidumbre estableciendo una estructura estable”, lo que no implica que la estructura sea necesariamente eficiente y eficaz dentro de la interacción humana. Dado que las instituciones están siempre y en constante evolución, se encuentran a su vez modificando la forma en que interactuamos.
Una pregunta medular sería, ¿qué es lo que explica que tengamos entre nosotros sociedades que experimentan un estancamiento a largo plazo, o bien un colapso inminente en cuanto al bienestar económico? La respuesta a esta pregunta, señalada por North, hace referencia a Alchian, quien en 1950 sugirió que la “competencia ubicua” elimina o no toma en cuenta naturalmente a aquellas instituciones que, dadas sus condiciones, son “inferiores”, y premia entonces a aquellas que sí saben cómo resolver sus problemas. En otras palabras, las sociedades padecen el óptimo o rezagado desempeño de sus instituciones al competir (por in fin o metas) con otras de otros países, cuyas sociedades obtienen mejores beneficios en el trayecto.
De lo anterior se esgrime la pregunta: ¿cómo poder explicar el desempeño radicalmente diferente de economías a lo largo de grandes periodos? La respuesta, señala North, se centra en “la diferencia entre instituciones y organismos.” Se expone a su vez que las organizaciones y organismos se crean para “aprovechar” oportunidades del ambiente sistémico (léase sistema nacional o internacional), y es conforme a ello que si evolucionan los organismos (Senado, Cámara de Diputados, Poder Judicial, etc.), las instituciones de cierto país serán alteradas por consiguiente. ¿Cómo altera una nueva ley en el Congreso de la Unión en México, el actuar de los militares y la Marina Armada de México? ¿Cómo afecta esto el desempeño de otras instituciones en materia de seguridad nacional? ¿Cómo repercuten sus decisiones en nuestra vida diaria?
North acude a un ejemplo de Estados Unidos, al crecimiento de su economía en el siglo XIX. Menciona el marco básico institucional, que había aumentado ya por su propia y a veces natural evolución, con la Constitución del país y la Ordenanza del Noroeste, así como con la existencia de normas de conducta que premiaban el desempeño del trabajo pesado, esta evolución indujo necesaria y en cierto modo automáticamente al desarrollo y evolución de los organismos económicos y políticos del país, tales como el Congreso mismo, los organismos políticos locales, las granjas familiares, las casas del comercio o las empresas de embarques. Ello derivó en el aumento de la productividad y crecimiento económico.
Las nuevas necesidades dieron lugar a la Ley Morril, en virtud de la urgencia por mayor educación, es decir, había una demanda educacional que había que atender. La Ley Morril “creó las universidades públicas dotadas de tierra.” Los premios al desempeño laboral, así como las necesidades de seguir trabajando y produciendo, originaron el planteamiento de otras acciones de gobierno así como otras acciones y búsqueda de ellas, de parte de los patrones u organizaciones.
Conforme evolucionaban los organismos económicos, y se aprovechaban las oportunidades, la eficiencia era algo que igualmente se perseguía. Estos organismos alteraron el marco institucional, las normas, las reglas del juego, a fin de poder seguir interactuando con otras organizaciones. Se modificó entonces el marco jurídico y político (con la Enmienda Decimocuarta, Munn v. Illinois). Ya para fines del siglo XIX, se modificó la estructura de derechos de propiedad (Ley Sherman), así como muchas normas de conducta y limitaciones informales.
Hasta aquí, Douglas North resalta que la creación de las instituciones como medio para conseguir la ordenación de una sociedad, da lugar a que los grupos sociales actúen y se ciñan en función de dicho marco, pero a su vez, habrá organizaciones como un sindicato, una junta directiva de empresarios, o una colectividad de granjeros, que demandarán apoyos institucionales o beneficios a que puedan tener derecho, y de no haberlos habrá qué crearlos, lo que conlleva entonces a una modificación de las estructuras. Ahora serán éstas organizaciones quienes modifiquen las reglas del juego, de ser posible, para beneficiarse, y no serán las instituciones quienes regulen siempre y por encima de ellas a las organizaciones que tienen, digamos, bajo su cargo. Es entonces un juego recíproco y con permanente retroalimentación, sea ésta formal o informal.
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Bibliografía.-
North, Douglass C. (2006) “Instituciones, cambio institucional y desempeño económico”. FCE. México. 13-22 pp.
Opinión Virtual: www.youtube.com/joseisabeles
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Correo: pepe1isabeles@hotmail.com
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