La inspiración. Alfred tenía una amiga muy cercana, de nombre Bertha von Suttner, activista austriaca en pro de la paz. Se dice que influenció tanto a Nobel, que los premios están inspirados en ella. Alfred dejaría un testamento (1895), estableciendo que la mayor parte de su fortuna debía ser reservada para un fondo que financiara galardones honorarios en física, química, medicina o psicología, literatura y paz (http://nobelpeaceprize.org/).
Siglo XXI. Era de madrugada y en México se daba la noticia de que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, había sido nominado para recibir el Premio Nobel de la Paz 2009. Francamente me sorprendió y me llamó la atención. ¿Cómo Obama, quien apenas ronda los 10 meses de gobierno demócrata?, y según se sabe, esos reconocimientos se los dan a gente cuya trayectoria realmente es sobresaliente. Aunque personalidades como “el malvado” de Adolf Hitler han sido nominados también.
La Razón. El Comité Noruego del Premio Nobel, argumentó que el galardón es para Obama “por sus extraordinarios esfuerzos en fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre pueblos. El Comité ha dado especial importancia a la visión de Obama por un mundo sin armas nucleares… por 108 años el Comité ha buscado estimular precisamente aquella política internacional y actitudes para las cuales Obama es ahora el portavoz líder del mundo”.
La paradoja. Revisé quiénes han sido laureados con ese galardón, y me topé con Nelson Mandela de Sudáfrica, que recibió tan sólo “medio Premio Nobel (1993)”, lo cual contrasta con su trayectoria e ideales irrestrictos por el fin de la segregación racial en dicho país. Tenemos personalidades como La Madre Teresa de Calcuta (1979), que también recibió el Nobel de la Paz; pero quien nunca lo recibió fue ¡Mahatma Gandhi! Entonces, parafraseando a Bob Schieffer de Face de Nation, ¿han dado a Obama una buena calificación antes de que entregue y se revise su tarea?
La realidad. La lectura es que, le han premiado por lo que ni siquiera ha hecho, el Nobel de la Paz no lo merece, y le falta aplicar los super poderes de héroe que tanto reflejan sus comics. Lo que alimenta el premio es la esperanza y los buenos discursos, no las acciones contundentes. La idea de Alfred era galardonar logros y resultados, tal como cuando en aquél entonces le premiaron a él por sus descubrimientos. En este caso, no es suficiente, sólo con “buenas intenciones” o “visiones” de un presidente. Porque en ese sentido, habría que galardonar a Felipe Calderón, o quizá más tarde se les ocurra nominar a Manuel López Obrador ¿no cree usted?
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