José
Isabeles
Cuando vemos con ojos
críticos el día a día de la escuela pública mexicana, podemos apreciar, al
menos en lo concerniente a la educación básica en el país: preescolar,
primaria, secundaria; que priva inevitablemente una cultura de la competencia, y esto mismo va acorde a
las exigencias del mercado y coincide desde luego con el modelo económico de
libre mercado que tenemos.
De esta manera, la escuela pública
mexicana (y también privadas), según sea el caso, reproducen una cultura de
competencia, competitividad, o dicho en otras palabras, de quién sabe más, de
quién hace más o mejor. ¿Qué tan bueno es esto para la salud de una sociedad?
Somos un país occidental, donde lamentablemente los salarios son paupérrimos, y
recientemente han entrado un poco a debate en las negociaciones del TLCAN, pero
México no quiere abordar ese tema en la mesa, porque es un tema “interno” y de
los empresarios, dicen.
Nos comparte Rosa María Torres Hernández, de la
Universidad Pedagógica Nacional (UPN), en su obra Paradigmas del currículum (1998), que el currículum institucional
puede ser visto como un sistema
tecnológico, es decir, los planes y programas de estudio oficiales, tienden
a construirse con una visión de productividad, de empresa. Así podemos decir
que mucho de lo que importa en la escuela pública es el resultado. En esta corriente teórica del currículum se observa la
escuela como un sistema de producción que
educa para lograr “eficiencia y control de calidad”. (revista La Vasija, núm. 2, abril-julio 1998, pág.
72)
¿Qué podemos reflexionar?
Por una parte, que el modelo educativo también se replantea conforme a las
disposiciones del mercado y de los medios de producción (léase FMI, BM, OCDE).
De ahí que en parte el maestro eduque con base en competencias, como aquellas características que permitirían al
alumno(a) realizar una labor específica. Así funcionan muchas sociedades
actuales, pero en la nuestra (con tantas carencias), la competencia se vuelve
hasta feroz e inhumana.
En la escuela pública
mexicana se enseña a obedecer acatando las reglas, se prepara al alumno para el
sistema productivo en el cual se va a insertar. La creatividad, pensar o la
espiritualidad, no necesariamente se
desarrollan a plenitud, porque el currículum oficial no responde del todo a
eso. La enseñanza oficial tiene que innovar, porque no es con leyes o reformas
como los resultados serán mejores en este país.
Twitter: @joseisabeles
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