LPL José Isabeles
Al día de hoy, millones de jaliscienses se preguntan una y otra vez sobre el proceso electoral en México. No solo están en juego oportunidades de pocos, sino el futuro de millones de mexicanos. La cualidad de esta elección, compleja de suyo, está dada en tanto convergen aquí la máxima magistratura del país (Los Pinos), la renovación del Congreso de la Unión, congresos locales, y alcaldías.
En el largo peregrinar de la lucha histórica social, los principios de democracia, desarrollo, progreso y bienestar no pueden estar fincados en una (¿falsa?) “continuidad”, ¿Qué significa esto en Sayula con Arturo Fernández? Se dice que permanecer mucho tiempo en lugar propicia que ese individuo se convierta en ese lugar. Es decir, vivir mediocremente muy posiblemente dará paso a la formación de individuos mediocres.
Con 3 sexenios del Partido Acción Nacional (PAN) en Jalisco, sería inocente pensar que esto es lo mejor que podemos haber tenido como gobierno. Resulta absurdo creer que un gobernador personificado en el panista Emilio González Márquez ha dado el máximo y su más sobresaliente esfuerzo por encumbrar a Jalisco en la cima. Es absurdo pensar que un gobierno distinto, más humano y ciudadano no podría arribar y enaltecer a nuestro estado haciéndolo brillar.
En cierta manera romper la lógica de los partidos no es cosa de un mes ni dos. Resulta admirable la lucha por ciudadanizar los espacios públicos y la política misma, pero a decir verdad, esto no es algo que vaya suceder pronto en tanto implica procesos arduos generacionales. Las reglas electorales en el País están definidas para que la postulación a cargos de elección popular se haga a través de partidos políticos registrados. Por lo pronto, así debemos jugar.
Quiérase o no, el proyecto que más representa y en modo auténtico y preeminente las causas más nobles del pueblo jalisciense; reivindicaciones sociales (léanse laborales, educativas, de justicia, libertades y demás); es el proyecto político progresista que encabeza Enrique Alfaro Ramírez. Ninguna otra plataforma resulta tan auténtica, fidedigna y legítima. Desconocemos hasta cuándo el PRD asumirá su papel original, aprisionado por los esbirros del padillismo (Grupo UdeG), donde priistas y perredistas han prostituido a capricho el partido.
En el andar, Alfaro Ramírez ha acercado el proyecto a la ciudadanía, lugar donde pertenece; más que a las viciosas arenas políticas, que como bien se apunta: han secuestrado la vida y el desarrollo de Jalisco. Es este el proyecto con más posibilidades de éxito, cambio y transformación en los comicios del 1 de julio 2012. La elección del jalisciense ha de estar con el alfarismo, como un proyecto con cualidades más sinceras, honestas, más democráticas, y menos viciadas –salvo ignominiosas excepciones como el congresista del PVEM, Felipe Hernández Sánchez, de Sayula, que se “unió” a la izquierda con Alfaro y nada ha hecho por su municipio, ya no decir por el distrito que representa–.
En el caso de Alfaro, la casuística está a flor de piel, se ha trabajado por dignificar el quehacer político a través de acciones íntegras de involucrados, para muestra el municipio de Tlajomulco de Zúñiga. Esta aplicación de los principios morales puede ser llevada hasta la investidura del Poder Ejecutivo estatal, a todas las carteras y rincones del gobierno del estado.
Este vuelco electoral es tan imperioso como seguir deformando las formas que nos limitan y nos constriñen. Fernando Guzmán representa las dejadeces e inercias del presente (lo anticuado), Aristóteles Sandoval la nimiedad y lo superfluo (la mercadotecnia). Por eso quiero pedir a todos, que más allá de religiones, partidos y colores, la religión de Jalisco este 1 de julio: sea Jalisco. Porque votar por Alfaro no es necesariamente una opción, sino es casi una obligación.
PD. También hay que deformar las formas que oprimen al periodismo local, que lo constriñen, lo vulgarizan y no lo dejan crecer, expandirse, desarrollarse a plenitud.
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