“El poder del dinero nunca había sido tan grande, insolente, egoísta con todos, desde sus propios siervos hasta las más altas esferas del Estado” (Stéphane Hessel)
LPL José Isabeles
En ese librito escrito por Stéphane Hessel, titulado ¡Indignaos! (2011), dice bien José Luis Sampedro: “De la indignación nació la Resistencia contra el nazismo y de la indignación tiene que salir hoy la resistencia contra la dictadura de los mercados. Debemos resistirnos a que la carrera por el dinero domine nuestras vidas.” Al igual que muchos otros, he tenido tiempo suficiente de rectificar mi apoyo a un proyecto de nación distinto en 2012. Porque más allá de un personaje, el país merece ya cambios radicales y profundos.
El siglo XX en México, por no ir más atrás y a otros lugares, trajo consigo grandes cosechas que hoy disfrutamos. El triunfo de reivindicaciones sociales plasmadas en la Revolución Mexicana, derechos civiles y políticos que se consolidaron con el andar del siglo. Cosechas producto de la siembra de hombres y mujeres del siglo XIX, y más atrás. Hoy gozamos el aporte generacional de otros, la lucha y muerte de generaciones pasadas convergen también aquí, en este espacio y tiempo. Pero el malogro del siglo es que muy pocos valoran eso que hoy se tiene.
Es de asombrar que miles y millones de personas en México se sumen lentamente al Movimiento de Regeneración Nacional que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Tampoco adelanto que él sea el gran hombre de Estado que necesita este país, ni que debamos adorar al personalismo fincado en el tabasqueño (aunque ya resulta muy decoroso su gabinete). Sin embargo, hay que reconocer que el escenario nacional se vuelca estrepitosamente hacia un panorama desolador. No lo neguemos, ha habido cambios significativos durante la dictadura perfecta del PRI y 12 años de gobiernos panistas. El asunto aquí está en aceptar que otro México es posible y que la hora de las grandes transformaciones resulta inaplazable.
¿Quién va a luchar ahora por las exigencias actuales? ¿Cuál será el aporte generacional que haremos en la centuria? Basta advertirlo en el entorno: la involución de los sistemas que nos gobiernan es incontestable. Quienes ostentan sistemas democráticos traicionan la voluntad popular, la injusticia social alimenta bastante bien ésta indignación generalizada. ¿Cuándo será el fin a la dictadura de la indiferencia? ¿Qué gozarán nuestros hijos si hoy no luchamos por lo nuestro?
Dicen por ahí que no importa el color del gato, lo importante es que atrape ratones. ¿Puede el proyecto de López Obrador atrapar más ratones que el PRI y el PAN? Estos ya tuvieron sus oportunidades, ¿para qué volver al pasado? Empresarios, intelectuales de la talla de Enrique Krauze, ahora han cambiado de parecer, haciendo justicia a la razón, porque este país puede caminar más a prisa rumbo al progreso, con bases idealistas y más humanas.
Si no es la juventud de ahora, ¿quién creará al México del mañana cuando este país sea viejo y la indignación subsista sepultada?
La apuesta social es a indignarse, a resistir juntos los embates de tanta blasfemia política, a negar lo inaceptable y edificar un bloque frontal contra las inercias del pasado y del presente. Hay que reconocer que este México pusilánime atenta sin condiciones contra el futuro propio e inalienable.
Si justicia y democracia son banderas portentosas de la izquierda nacional; si es un hecho la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación; si la política de austeridad en la clase gobernante es real; si el gabinete anunciado hasta hoy, experto e inigualable es ya de suyo extraordinario; si ese México promesa Lopezobradorista será mejor que el de Lula en Brasil, yo le apuesto a ese México. Ya mucho nos ha impedido la vida como para obstaculizar nosotros mismos un cambio verdadero.
PD. Si ya es insoportable el crack nacional, qué más podría esperarse de no haber aprobado ese otro plan de austeridad. Quizá, que Grecia volara en pedacitos…
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