Ciudad Juárez, la segunda ciudad más importante de Chihuahua, frontera con El Paso, Texas, alcanza 1 millón 431 mil 072 habitantes, que mantienen un ingreso per cápita de aproximadamente 106 mil pesos anuales. 27.5% de su población muestra un grado “muy bajo” de marginación, mientras que 33.2% se sitúa en un grado “medio” de rezago (Conapo). Es interesante observar que el “estado grande” chihuahuense, cuenta con una extensión territorial mayor que la del Reino Unido, tristemente su realidad es otra.
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Tras los planteamientos de extinción de poderes en Chihuahua, y en lo que parece un “a mí no me impongan nada”, el gobernador chihuahuense anunció el traslado de “toda la estructura de gobierno estatal” (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) a Ciudad Juárez. En este ambiente de desasosiego infundido por medios de comunicación (sin eludir la realidad), donde lo que “vende” se superpone a lo que pudiera impulsar al ciudadano a superarse, donde erróneamente se nos compara con Colombia cuando estamos lejos de aquella brutalidad, surge una entidad semifallida que no ha sabido afrontar el reto de su propia gobernabilidad.
Tras los planteamientos de extinción de poderes en Chihuahua, y en lo que parece un “a mí no me impongan nada”, el gobernador chihuahuense anunció el traslado de “toda la estructura de gobierno estatal” (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) a Ciudad Juárez. En este ambiente de desasosiego infundido por medios de comunicación (sin eludir la realidad), donde lo que “vende” se superpone a lo que pudiera impulsar al ciudadano a superarse, donde erróneamente se nos compara con Colombia cuando estamos lejos de aquella brutalidad, surge una entidad semifallida que no ha sabido afrontar el reto de su propia gobernabilidad.
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Juárez ha sido etiquetada como “la ciudad más violenta del mundo”, y es que según hicieron saber ONG’s, 191 asesinatos por cada 100 mil habitantes (2009), la colocan por encima de San Pedro Sula, Honduras (119), o San Salvador, El Salvador (95). A ello, se suman poco más de mil muertos en lo que va del año en el país, y el caso más reciente, los 16 jóvenes de preparatoria asesinados. Lo inconcebible es que las víctimas, en lugar de disminuir, aumentan en lapsos relativamente más cortos. La pregunta es, si esta situación actual quedará como aquella de los feminicidios: sin resolver.
Juárez ha sido etiquetada como “la ciudad más violenta del mundo”, y es que según hicieron saber ONG’s, 191 asesinatos por cada 100 mil habitantes (2009), la colocan por encima de San Pedro Sula, Honduras (119), o San Salvador, El Salvador (95). A ello, se suman poco más de mil muertos en lo que va del año en el país, y el caso más reciente, los 16 jóvenes de preparatoria asesinados. Lo inconcebible es que las víctimas, en lugar de disminuir, aumentan en lapsos relativamente más cortos. La pregunta es, si esta situación actual quedará como aquella de los feminicidios: sin resolver.
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Es comprensible que en la llamada “guerra contra el narco” tengan qué ofrendarse vidas en nombre del Estado y la patria, pero los resultados de la militarización ya no corresponden a la envergadura de los miles de desplazamientos por todo el país. Resulta profundamente cuestionable y sorprendente que las ejecuciones no disminuyan su celeridad, aún más que los aparatos de inteligencia del Estado se vean rebasados por la delincuencia. Cipriana Jurado, única activista de Derechos Humanos que queda viva en Juárez, responde que la violencia se debe ya, a grupos paramilitares (escuadrones de la muerte), de los que se ha dicho realizan una “limpieza social”.
Es comprensible que en la llamada “guerra contra el narco” tengan qué ofrendarse vidas en nombre del Estado y la patria, pero los resultados de la militarización ya no corresponden a la envergadura de los miles de desplazamientos por todo el país. Resulta profundamente cuestionable y sorprendente que las ejecuciones no disminuyan su celeridad, aún más que los aparatos de inteligencia del Estado se vean rebasados por la delincuencia. Cipriana Jurado, única activista de Derechos Humanos que queda viva en Juárez, responde que la violencia se debe ya, a grupos paramilitares (escuadrones de la muerte), de los que se ha dicho realizan una “limpieza social”.
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Calderón y el gobierno deben abstenerse de realizar pronunciamientos sin contar con información irrefutable; a su vez, con prontitud responder con resultados a la deshonra en Juárez, antes que la comunidad internacional (y la sociedad mexicana) presione tanto, que obligue al Estado mexicano a aceptar la incursión de actores como los Cascos Azules de la ONU, pues la vergüenza sería aun mayor. Vale repensar si la retirada del ejército y la normalización de la fuerza pública juarense, disminuiría lo escandaloso de las muertes, también reflexionar sobre la residencia de quienes desde el crimen, operan la inteligencia de sus ataques y sus víctimas. ¿Dónde están los grandes jefes?, ¿en Juárez?
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Opinión Virtual: www.youtube.com/joseisabeles
Correo: joseisabeles@hotmail.com
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