Que no hablara de psicología, menos de filosofía que no es lo mío, expresó. Consuetudinariamente habla él de política, cuando lo suyo es la filosofía. ¿A caso debemos prohibirnos de qué hablar?, ¿por qué tanta insatisfacción? Cuando uno le pregunta “¿disculpe, le gustaría ser presidente municipal?”, presto dice “no, no, soy anarquista”, y continúa con su visión maniquea donde únicamente hay “blanco o negro”, “bueno o malo”, nunca puntos medios. En Sayula el nivel de profesionalismo y compromiso social, pero ante todo de ética de quienes escriben en los periódicos, ha ganado terreno, pero todavía hay sus excepciones.
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¿Qué aprenden nuestros hijos e hijas? A desanimarse primero, sí, porque esto está “echado a perder”, “no sirve”, es una “inmundicia”, porque más vale vivir “4 años como rey”, que “40 como buey”, bueno eso dice “el gurú” de la filosofía sayulense, pero ¿habrá pensando en qué convierte a sus lectores? Si un joven “no tiene futuro”, es “nini” (ni estudia ni trabaja), ¿en verdad no tiene esperanza o se la extirpamos con nuestras palabras? En ese caso, mejor que sean reclutados por algún cártel de drogas, para entonces sí, vivir “4 años como rey”.
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Esto es un llamamiento a la sensatez, a quienes vierten sus opiniones al margen de tolerancia y respeto algunos; a quienes hasta en la sopa ven su “lucha de clases”, satanizan al sistema, la modernidad y se postran como recalcitrantes desorientados; a quienes creen que adentrándose y excluyéndose en el umbral de la obscuridad, podrán vencer sus miedos, sus temores; aquellos que creen que deslizando su pluma sobre el papel cambiará esta pequeña ciudad, a quienes han visto desbaratarse sus sueños y expulsan culpas por doquier. No es la manera, “camarada”. Y si la derecha “no es la vía”, entonces ni la izquierda, ni el centro, ni arriba ni abajo, ni nada.
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José María Morelos escribió en Sentimientos de la Nación, que las leyes nacionales debían obligar al patriotismo, a que el individuo “mejore sus costumbres, alejando la ignorancia […]”. ¿Por qué entonces deshonramos esta misma cuna?, ¿a caso no merece mejores retoños?, ¿por qué llevamos todo al descrédito generalizado?, ¿es asunto ajeno, del gobierno, del rico, del capitalista?, ¿o es una espeluznante falta individual que estriba en nuestra íntima conformidad?
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El problema cultural freno del desarrollo social, echa raíces diariamente gracias a la irresponsabilidad de aquellos que no distinguen entre ejercer con libertad y libertinaje, nos creen “ingenuos” y ofrecen discursos filosóficos amparándose en lo infinito del cosmos, sentando así “su verdad”. ¿Dónde queda la ética y responsabilidad no asumidas?
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En un universo donde la escritura permite lo que la verbalización no, expreso mi vehemente compromiso con Sayula, el que mañana materializará esperanzas en inminentes realidades. Que la muerte no me alcance, para ver algún día la eclosión de la que nuevas ideas se emanciparán de viejas ataduras, de los pensamientos caducos que se llevan no en las arrugas de la piel, sino en la vitalidad de vidas enteras desperdiciadas.
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