Tomé palabras de personaje tan despreciable, pero a la vez tan admirado: Adolf Hitler, quien en su libro Mi Lucha (Mein Kampf), expresara las siguientes: “Sólo se puede luchar por aquello que se quiere, se quiere lo que se respeta, y se puede respetar únicamente lo que por lo menos, se conoce”, p. 14. Con estos términos abro el apetito para estas líneas; el alimento, la crisis del Partido Acción Nacional (PAN).
Erradamente puede uno hablar cuando no se tiene conocimiento de causa de primera mano, cuando no se está en el núcleo de los aristócratas del partido, o de quienes llanamente tienen el poder en sus manos, y subyugan (no digamos a un pueblo) a un aparato social que constituye Acción Nacional. Por el contrario, se puede hablar a partir de la teoría, de la praxis, y también considerando perspectivas periodísticas.
Las pugnas internas azules, son reflejo de que las cosas no estaban fluyendo bien, por no decir como deberían. Se destapó la cloaca jalisciense, al perderse todos los municipios de la zona metropolitana de Guadalajara, y la más dolorosa la Perla Tapatía. De 6 gubernaturas en juego, AN sólo “ganó” una, y consideremos la hipótesis (no probada pero sí obvia y lógica), de que Sonora la perdió el PRI gracias a la corrupción destapada tras el siniestro acontecimiento de la guardería ABC, donde el PAN ganó apenas con 39,815 votos de diferencia.
“Corrupción” también quiere decir “echar a perder”, “viciar”, y eso es precisamente lo que en parte priva en AN, quien tras más de 6 décadas ha cimentado la semilla que germinó gracias a panistas genuinos como Manuel Gómez Morín y Efraín González Luna. El partido ha dado cabida a gente corrupta, y muchos han aprendido de las inmundas prácticas de antaño. Tan es así que yo digo, “quita el sello de AN a cualquier edificio, entra en él e identifica la diferencia si te es posible”.
Lo dice Giovanni Sartori, no es adecuado hablar de un sistema de partidos y privilegiar a uno, aunque este último constituye un mini sistema. Y es a partir de esto que debemos escudriñar a AN. El partido pierde legitimidad gracias a los panistas, y conste que no debemos soslayar las repercusiones de la crisis económica (exógena), la influenza… y la férrea oposición de un sistema de partidos que pareciera de eso se encargan: “de hacer oposición”.
AN tiene qué volver a su espíritu democrático, alejarse de las prácticas impositoras que tanto critican, procurar la equidad, el castigo y la justicia de cara al ciudadano dentro de la misma institucionalidad panista. En el castigar (oportunamente) está el dar. Y si no lo hicieron con Virgilio Mendoza Amezcua (Colima), con Mauricio Fernández Garza (Nuevo León)… ¿quiere decir que les temblará la mano en el futuro?
Erradamente puede uno hablar cuando no se tiene conocimiento de causa de primera mano, cuando no se está en el núcleo de los aristócratas del partido, o de quienes llanamente tienen el poder en sus manos, y subyugan (no digamos a un pueblo) a un aparato social que constituye Acción Nacional. Por el contrario, se puede hablar a partir de la teoría, de la praxis, y también considerando perspectivas periodísticas.
Las pugnas internas azules, son reflejo de que las cosas no estaban fluyendo bien, por no decir como deberían. Se destapó la cloaca jalisciense, al perderse todos los municipios de la zona metropolitana de Guadalajara, y la más dolorosa la Perla Tapatía. De 6 gubernaturas en juego, AN sólo “ganó” una, y consideremos la hipótesis (no probada pero sí obvia y lógica), de que Sonora la perdió el PRI gracias a la corrupción destapada tras el siniestro acontecimiento de la guardería ABC, donde el PAN ganó apenas con 39,815 votos de diferencia.
“Corrupción” también quiere decir “echar a perder”, “viciar”, y eso es precisamente lo que en parte priva en AN, quien tras más de 6 décadas ha cimentado la semilla que germinó gracias a panistas genuinos como Manuel Gómez Morín y Efraín González Luna. El partido ha dado cabida a gente corrupta, y muchos han aprendido de las inmundas prácticas de antaño. Tan es así que yo digo, “quita el sello de AN a cualquier edificio, entra en él e identifica la diferencia si te es posible”.
Lo dice Giovanni Sartori, no es adecuado hablar de un sistema de partidos y privilegiar a uno, aunque este último constituye un mini sistema. Y es a partir de esto que debemos escudriñar a AN. El partido pierde legitimidad gracias a los panistas, y conste que no debemos soslayar las repercusiones de la crisis económica (exógena), la influenza… y la férrea oposición de un sistema de partidos que pareciera de eso se encargan: “de hacer oposición”.
AN tiene qué volver a su espíritu democrático, alejarse de las prácticas impositoras que tanto critican, procurar la equidad, el castigo y la justicia de cara al ciudadano dentro de la misma institucionalidad panista. En el castigar (oportunamente) está el dar. Y si no lo hicieron con Virgilio Mendoza Amezcua (Colima), con Mauricio Fernández Garza (Nuevo León)… ¿quiere decir que les temblará la mano en el futuro?
Germán Martínez se tragó sus palabras y vituperios que anduvo repartiendo por doquier, y al menos tuvo la vergüenza de irse de la dirección panista. Pero el problema no está únicamente ahí, se cortó “la cabeza”, pero ¿y lo demás? Todos se cuelgan de las victorias no así de los fiascos. ¿Sabe por qué? Porque no son capaces de aceptar su responsabilidad.
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