LPL José Isabeles*
Este miércoles 27 de junio finalizó el tiempo para que los candidatos de elección popular en México realicen campaña política. Comienza una especie de veda electoral hasta este domingo 1 de julio, para que el elector pueda reflexionar y discernir sobre el mejor proyecto político a apoyar. Se renovarán seis escenarios en prácticamente todo el territorio nacional, de 32 entidades federativas solo algunas no elegirán gobernador estatal, de los 2,443 municipios de acuerdo a la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (Los números – Indicadores socioeconómicos)[1] se elegirán presidentes municipales. Diputados locales, diputados federales, senadores y desde luego, la máxima magistratura de la Nación será renovada: la presidencia de la República. 79 millones de mexicanos podrán asistir a las casillas a votar.
Los 3 partidos predominantes están dados por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) de centro-derecha, el Partido Acción Nacional (PAN) de derecha, y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), de izquierda. También existen otros partidos como el Partido del Trabajo, Movimiento Ciudadano (antes Convergencia), y Nueva Alianza, y otros partidos menores que funcionan como satélites de los principales. Para esta elección nacional los 3 principales candidatos son: coalición PRI-PVEM (Partido Verde Ecologista de México), Enrique Peña Nieto; por la coalición de izquierdas PRD-PT-MC, Andrés Manuel López Obrador; y por el PAN Josefina Vázquez Mota.
Actualmente quien lleva la delantera en las encuestas, es Peña Nieto; en segundo sitio se encuentra López Obrador; y en tercer lugar la candidata panista Vázquez Mota.
El arranque de las campañas políticas tuvo lugar el día 30 de marzo, aunque previamente la legislación electoral en México marca un periodo para los procesos internos partidistas con el propósito de elegir candidatos entre aspirantes. A casi 3 meses de proselitismo, se ha presentado una ‘guerra’ de encuestas que en general, todas posicionan al candidato del PRI-PVEM, Peña Nieto como puntero en las preferencias.
Algunos medios como Grupo Reforma han realizado ejercicios desde el comienzo del proceso, al día de hoy, por ejemplo, según este medio Peña Nieto cuenta con 41 por ciento de las preferencias electorales, mientras que a López Obrador le asiste el 31 por ciento (su diferencia es de 10 puntos), y a Vázquez Mota le otorga el 24 por ciento. La casa encuestadora Ipsos-Bimsa apenas el martes presentaba que Peña Nieto cuenta con 35 por ciento (habría bajado 5 puntos), López Obrador mantenía un 29 por ciento (habría incrementado 5 puntos) a lo que debemos observar una diferencia menor, y Josefina obtiene un 20 por ciento (Encuesta Ipsos-Bimsa: AMLO está 6 puntos abajo de Peña Nieto. ADNPolítico.com). Sin embargo, hace unos días el mismo Grupo Reforma posicionaba a López Obrador a 4 puntos detrás de Peña, incluso en una encuesta previa Reforma publicó que Obrador se situaría por encima del Peña en uno o dos puntos porcentuales, sobre 40 por ciento.
El diario nacional El Universal, por su cuenta, al 18 de junio expresó que había entre Peña y Obrador 15 puntos de distancia, Peña con 43 y Obrador con 27 puntos (lo que para muchos resulta inverosímil), mientras que josefina tenía el 26 por ciento.
Ante tales disparidades que confunden e inclusive manipulan al elector, no se puede dar por sentado que el ganador esté garantizado y más ante las movilizaciones estudiantiles a nivel nacional que se han presentado desde aquél “viernes negro” en que estudiantes de la Universidad Iberoamericana corrieron literalmente a gritos al candidato del PRI-PVEM, por la represión brutal conocida de Atenco, así como por su desempeño cuando fue gobernador, y abonando al desencadenamiento de errores desde la pifia en la Feria Internacional del Libro más importante del mundo de habla hispana en Guadalajara, donde fue incapaz de nombrar 3 libros que hubiera leído y que hayan marcado su vida, estos detalles entre otros tantos insoslayables.
No es de esperar que la candidata del partido en el poder (PAN), tenga oportunidad de remontar ni siquiera al segundo lugar, dada la ilegitimidad del gobierno federal que presidente Felipe Calderón.
El desgaste progresivo y aunque no necesariamente irremediable, pero sí a capricho, del eje en el poder que ha encabezado Calderón, principalmente la actual crisis de seguridad que vive México con los cárteles de la droga, han minado notablemente el apoyo para comenzar, del propio panismo a nivel nacional, enseguida ha restado apoyos constantes a la estrategia de seguridad que ha consistido en declarar la guerra abiertamente a los cárteles de la droga y grupos armados que operan a su favor, impuesta principalmente por Estados Unidos a través de sus agencias de inteligencia. El País ha alcanzado una cifra de alrededor de 60 mil muertes en lo que va de este periodo sexenal, y aunque su mayoría se presume son delincuentes, también hay miles de vidas inocentes que se han perdido entre el fuego cruzado, padres, madres, y una niñez inocente.
Como ejemplo quiero citar lo que viví en carne propia cuando radiqué durante tres años en Monterrey, Nuevo León.
En 2010 me encontraba en esta ciudad norteña, y en el campus de mi universidad, una de las más exclusivas de México. Se presentó un enfrentamiento entre militares y sicarios en la avenida Eugenio Garza Sada, mismos que intentaron huir a través de las instalaciones del campus. Al ingresar, durante la noche (que para esto el campus se encuentra abierto día y noche por quienes viven en el interior y estudian), dos estudiantes de posgrado fueron sorprendidos por las balas que se presumen fueron de militares.
Aunque el caso nunca se ha esclarecido y no hay a la fecha responsables, se ha podido determinar que los estudiantes se vieron atrapados entre el fuego de los militares y delincuentes y/o que derivado de la confusión una de las partes disparó causándoles la muerte, mientras éstos salían por uno de los acceso del campus. Fui testigo también de balaceras a plena luz del día o durante la noche, ráfagas sin horario espantaban la tranquilidad a diario. Así se vive en México, especialmente en Monterrey o ciudades como Ciudad Juárez o Guadalajara, en ésta última donde hace un tiempo fuimos testigos de cómo el Cártel Jalisco Nueva Generación paralizó momentáneamente a todo el Estado de Jalisco, bloqueando carreteras, avenidas y acceso principales en la zona metropolitana. Así se vive ahora, donde la impunidad se ha convertido en regla.
El gobierno de Felipe Calderón ha sido acusado en reiteradas ocasiones de proteger al Cártel de Sinaloa, el más poderoso de la historia nacional liderado por Joaquín Guzmán Loera, alias el Chapo, y fugado del penal de máxima seguridad Puente Grande en el Estado de Jalisco extrañamente durante el sexenio de Vicente Fox, el primer gobierno de alternancia después de décadas del PRI. La acusaciones han dado origen a libros como Los señores del narco, escrito por Anabel Hernández sobre la protección de gobiernos, políticos y empresarios mexicanos al negocio de la droga. El actual secretario de Seguridad Pública nacional, Gerardo García Luna, ha sido señalado en innumerables ocasiones como uno de los protectores de dicho cártel y bandas criminales. Por una parte, es conocido que tanto el gobierno de Barack Obama en Estados Unidos como el propio Calderón, “buscan” insistentemente el paradero del Chapo para entregarlo ante la justicia.
Un duro golpe y que podría resultar en significativo apoyo a Vázquez Mota ante una campaña de agonía, sería que en estos días se anunciara la detención del capo mexicano que hoy figura paradójicamente entre las personalidades pudientes e influyentes de la revista Forbes.
Esto es parte de lo que hoy ha deteriorado el apoyo a la candidata albiazul Vázquez Mota, los mexicanos ya no desean más sangre derramada, más violaciones a los derechos humanos, más inestabilidad y violencia que hoy sin duda marcan a plomo a toda una generación de mexicanos que irán por la vida con la cicatriz de esta “lucha contra el narcotráfico”. Mucho se ha dicho sobre que esta guerra está perdida desde su comienzo, y que más ha sido impulsada por el gobierno de Washington a través de la Iniciativa Mérida, lo que en Colombia se conoció como Plan Colombia. Por supuesto, esto no es del todo comparable, pero lo que se busca es patrocinar un combate falso cuando las estructuras financieras permanecen intactas; cuando Estados Unidos únicamente actúa bajo intereses creados que no necesariamente se alinean al sentir de los mexicanos; cuando en EE.UU., su Ejército no está en las calles; cuando en pleno inicio del siglo XXI lo que se desea es crear nuevos “enemigos”, hoy ya no el comunismo, hoy ya no el terrorismo; hoy más que nunca y en México se trata de posicionar al narcotráfico transnacional como el objetivo de esa política del miedo.
Calderón ha sido así un subordinado de Washington, y Vázquez Mota no sería la excepción. No tenemos autonomía ni siquiera en materia de política exterior. Peña Nieto por su parte también se alinearía a la agenda de Washington y a la progresiva militarización del País, así lo ha dejado ver. Nada cambiaría en este sentido.
Los 52 millones de pobres y los poco más de 10 millones de personas en pobreza extrema, han servido también para desilusionar al País de que algo iba a cambiar con los gobiernos panistas. Y por si fuera poco, el divorcio del expresidente Vicente Fox con el partido que lo llevó a Los Pinos en 2000, que no ha apoyado a su candidata ni al PAN sino a Peña Nieto y en cambio hace llamamientos a votar por el PRI (¡…!), se ha sumado a esta serie de desencantos con la fuerza partidista que hoy nos gobierna. Es por ello y por muchas otras razones que aquí omito, que la contienda estará sin titubeos entre Peña Nieto y López Obrador. Si Peña Nieto triunfa, quizá la oportunidad de derrumbar el bipartidismo nacional quedará más y más lejos.
De Enrique Peña Nieto se puede decir que es el candidato que se ha mantenido al margen de las descalificaciones, del ataque, de la polarización, porque es sabido el apoyo que se ha orquestado desde su mandato como gobernador –desde hace seis años- en el Estado de México, entidad más poblada del territorio nacional, donde a través de las dos televisoras privadas (duopolio) más importante de México, han apoyado la publicidad y posicionamiento del priista a través de toda una estrategia de medios informativos.
Recientemente el diario británico The Guardian dio a conocer sobre estos tratos perniciosos entre Televisa y el ex gobernador –que en México ya se sabía pero que cimbró las estructuras políticas nacionales aún más-, para favorecer la construcción de una imagen rumbo a los comicios que se celebran este domingo.
Por si esto no fuera suficiente, Enrique Peña Nieto es íntimo colega del expresidente Carlos Salinas de Gortari (PRI), que hundió en la miseria a millones de mexicanos al fin de su sexenio (1988-1994) con el tan trillado “error de diciembre” y que además arribó a la presidencia de la República a través de un fraude electoral ampliamente documentado. Peña Nieto se rodea aunque a su vez se deslinda de ellos, de personajes tan desprestigiados como su tío Arturo Montiel Rojas, ex gobernador también del Estado de México y emblema de la corrupción, involucrado en escándalos desproporcionados por la riqueza inexplicable que llegó a acumular durante su paso como gobernador. Por otra parte se cuentan amigos del ahora candidato presidencial por el PRI-PVEM, como el ex gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington, acusado recientemente de blanquear dinero para la organización delictiva Los Zetas, brazo armado desprendido del Cártel del Golfo. La líder sindical más corrupta quizá de todos los tiempos, Elba Esther Gordillo Morales y que ha atado a la educación del País al sindicato más grande y poderoso de América Latina, el SNTE, se encuentra asimismo entre sus distinguidas amistades (Léa el libro Los socios de Elba Esther, escrito por Ricardo Raphael de la Madrid. 2007).
Así como brinda su amistad y públicamente se desdice de cualquier relación de complicidad, así mantiene firmes relaciones con otro líder sindical tan pernicioso como antidemocrático: Carlos Romero Deschamps, quien alcanzó el control del sindicato petrolero en 1996, mientras que Elba Esther lo hizo en 1989 con la llegada de Salinas de Gortari. Ambos se han mantenido impunemente en el poder de manera inacabable mientras por un lado, la educación sigue secuestra y no deja de ser más que un desastre nacional; y la paraestatal más importante de México, Pemex, continúa siendo utilizada por gobiernos, políticos y sindicalistas, como un jugoso botín.
Está muy claro que el regreso del PRI esta vez en coalición con el Partido Verde, traería para comenzar muy malos recuerdos después de 71 años en que el PRI gobernó ininterrumpidamente desde el triunfo de la Revolución Mexicana. Ahora el PRI amenaza con regresar a Los Pinos después de dos sexenios fallidos del PAN, y en un proceso de integración de las organizaciones de izquierda que no necesariamente ha sido excepcional, sino que por el contrario ha presentado desencuentros y trabas. La opción para muchos es que la candidatura a elegir ha de ser distinta, pero con el PRI.
En cuanto a López Obrador, ya en 2006 compitió por la presidencia de la República cuando fue Jefe de Gobierno del Distrito Federal, la capital de la Nación y sede del mayor número de movilizaciones y protestas de México así como de los poderes de la Unión.
A López Obrador le robaron la presidencia, se la arrebataron a través de un maquinado fraude electoral, es lo que se ha dicho una y otra vez, y con lo cual no necesariamente concuerdo, habría que leer el libro Así lo viví escrito por Luis Carlos Ugalde, presidente consejero del Instituto Federal Electoral (IFE). Se podrán tener distintas opiniones, y esto es parte de las sentencias que hoy inquietan a los mexicanos.
A López Obrador se le asocia constantemente con el perfil intransigente y violento de aquellos líderes de nuestra América: Hugo Chávez, Cristina Fernández, Evo Morales, Rafael Correa, entre otros, y que de ganar México se convertiría en Venezuela o en Cuba. A estos argumentos no existe prueba alguna, solo su actuación tras los comicios 2006 en que radicalizó el discurso y comenzó una marcha por todo el País visitando los más de 2 mil municipios y plazas públicas, cosa que nadie ha hecho hasta hoy. Los bloqueos en avenida Reforma de la Ciudad de México, sus acusaciones sobre el fraude de 2006 y el encono generado desde entonces, hicieron que muchos de sus propios partidarios se alejaran de él. López Obrador polarizó al País, enfrentó a ricos y pobres, a las clases altas con las clases bajas, algo naturalmente radical que en estos tiempos a pocos convence.
Hoy por hoy Obrador ha intentado mantenerse al margen de aquella imagen de miedo y sobre todo de la campaña impulsada en 2006 por la oposición y la clase empresarial denominada “López Obrador es un peligro para México”, asociándolo con la pérdida de empleo, las estatizaciones, el debilitamiento del peso mexicano, y el desplome de la economía.
Que hoy, es verdad, México posee un estatus saludable en términos macroeconómicos, pero microeconómicamente hablando los mexicanos sienten la pérdida del poder adquisitivo en un 80 por ciento desde hace tres décadas con el ingreso de México al GATT y el inicio de la era neoliberal que privatizó tan solo entre 1988 y 1994 más de 1 mil empresas estatales “de un Estado muy propietario”, diría entonces el presidente Salinas de Gortari, sobre el cual existe un documental recomendado titulado “Un hombre que quiso ser rey”, un proyecto en México por Editorial Clío. Ante esta disyuntiva: descalificar a un hombre que no ha tenido la oportunidad de gobernar al País originario del PRI, sí, pero disidente del mismo y fundador de la izquierda nacional tras las elecciones fraudulentas de 1988; y ante la realidad lacerante de México donde los mismos de siempre se aprestan a asumir el poder, para millones de electores mexicanos cabe siempre la posibilidad de tomar un riesgo, de que al final esto no podría ser peor de las crisis y devaluaciones que ya antes hemos vivido con el PRI.
El investigador y economista Adrián Meza Holguín, egresado de la Universidad de Guadalajara (UdeG), sostiene que en 30 años de políticas neoliberales lo que se ha conseguido es una serie de políticas “fallidas” así como una caída abrumadora del “salario real y del empleo” (Carta a los indecisos. Periódico El Guardián: www.periodicoelguardian.com).
Tan sólo en este sexenio panista, el poder adquisitivo del salario ha caído en un 42 por ciento. Se ha precisado que en 1982, por ejemplo, un trabajador podía adquirir con un salario mínimo 50.9 kilos de tortillas, mientras que al inicio de este sexenio se podía comprar apenas 7 kilos de tortilla (LA JORNADA. Pérdida de 42% del poder adquisitivo del salario en lo que va de este sexenio. 11 de abril 2012). En términos de crecimiento México presenta una tasa de 2.5 por ciento anual desde 1980, según datos del Centro de Estudios para la Preparación y Evaluación Socioeconómica de Proyectos (CEPEP), y si restáramos el crecimiento poblacional promedio anual, el crecimiento del País en términos reales del PRI sería de aproximadamente el 1 por ciento. Por demás muy pobre.
Es de obviar que cualquier decisión en materia económica que impulse cualquier candidato de ganar, incide en una economía mexicana que depende en un 85 por ciento de la economía de Estados Unidos, a donde van a parar la mayor cantidad de nuestras exportaciones. Cualquier determinación habría de ser sumamente cuidadosa más por la reacción del exterior y las medidas que podrían ser impuestas como medida de coerción por EE.UU.
López Obrador no es militar, sino licenciado en Ciencias Política de la UNAM, nunca ha estado en Venezuela y aunque no posee conocimientos profundos en economía, ha anunciado ya al gabinete presidencial que ocupará las carteras del gobierno federal, cosa que nadie ha hecho y donde se encuentran desde académicos, hasta empresarios notables que incluso en 2006 estuvieron en contra de su candidatura. López Obrador es el único que se ha pronunciado por no solo llegar administrar el sistema, sino por cambiarlo y comenzar la fundación de un nuevo régimen y un nuevo Estado de bienestar que cada vez se desvanece más, en un País donde la “flexibilización” laboral es un duro eufemismo para la pérdida de los derechos laborales y protección social. Ha sido él el único comprometido en romper con este ciclo viciado de complicidades, corrupción e impunidad operante, que ha ocasionado en parte esta crisis multivariable que hoy tiene secuestrado al Estado nacional, y donde los estallidos de violencia social se ven en todas partes con el riesgo inminente de que ésta se generalice enarbolando la consigna del “mal gobierno”, donde los cárteles de la droga se apoderan día con día de pueblos, ciudades y regiones enteras.
Esta es pues, una pequeña parte del escenario que priva en México anterior a los comicios nacionales más importantes de nuestra construcción nacional a celebrarse el domingo, donde se vive una realidad enajenada y depauperada por quienes dan prioridad al capital por encima de la condición humana, donde millones de mexicanos ha dejado de soñar y son millones también los que preferirían salir huyendo de contar con la oportunidad. Este es hoy nuestro México, mismo que habremos de revalorar después del 1 de julio.
@joseisabeles
*José Guadalupe Isabeles Martínez, es licenciado en Ciencia Política por el ITESM Campus Monterrey, así como fundador y director general de Periódico El Guardián. Periodismo Digital y Análisis, de Guadalajara, México.
[1] Consultado el martes 26 de junio 2012 en: http://www.cdi.gob.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=217