Todo surgió de una inquietud, así como surgen muchas cosas. Así encontré Un extraño en la tierra, obra escrita por Juan Ascencio, “biografía no autorizada de Juan Rulfo”, de editorial Debate (2005). Ascencio iniciaría sus investigaciones y la preparación de ésta magnífica obra, días después de la muerte de Rulfo (enero-07-1986). La obra consta de 408 páginas, incluyendo las notas. Y créame, a mí me ha dejado un muy buen sabor de boca.
Ahí relata la vida de Juan Rulfo hasta en sus más íntimos detalles. Empezaré por decirle el nombre del escritor según el Libro de Nacimientos en Sayula: Juan Nepomuceno Pérez Vizcaíno, nacido el 16 de mayo de 1917 (a las cinco de la mañana), “en la casa número 32” de la calle “Francisco I. Madero”, hoy Manuel Ávila Camacho. Podemos apreciar cómo Rulfo se cambiaba de nombre cuando llenaba un registro de algo, pero es interesante ver que cuando ingresó a trabajar en 1936 a la Secretaría de Gobernación (gracias a su tío el coronel David Pérez Rulfo, muy amigo de M. Ávila Camacho), y cuando entró al Instituto Nacional Indigenista, en ambos casos expresó haber nacido en Sayula.
Rulfo bien podía no sentirse “sayulense”, porque como dice Rainer M. Rilke (citado por Ascencio): “la verdadera patria de una persona es solamente su infancia”, y parte de ella la vivió Rulfo en San Gabriel, Jalisco. La mala fortuna tocaría las puertas de la familia, pues la Revolución Mexicana les quitaría todo. Su progenitor sería asesinado por defender sus tierras, entonces era un rico hacendado allá en San Pedro Toxín, cerca de Tolimán. Rulfo quedaría huérfano a los seis, su padre moriría a los 33, su madre a los 30. Juan no volvería a ver a su madre, él estudiaba en el seminario en Guadalajara. “Fue la primera vez que me pasaron muchas cosas”, diría Rulfo.
Rulfo seguirá siendo “una gloria nacional”, pero para comprender su obra hay que entender su vida. Pasó por el Heroico Colegio Militar; tendrían un tío cacique, Rodolfo Paz Vizcaíno, de quien quisiera escribir una novela; leería muchísimo desde chico; vería los cristeros colgados de los postes; tendría una formación espiritual en el seminario; sería agente de migración en Guadalajara; “aviador” en el gobierno; alcohólico en rehabilitación; vendedor de llantas Goodrich-Euskadi; becario del Centro Mexicano de Escritores, lo que facilitó El llano en llamas y Pedro Páramo; enemigo de Octavio Paz, de quien señalara tenía “un dedo presidencial infalible para las becas” (p. 246), respecto al “cacicazgo cultural” que ejercía…
Ahí relata la vida de Juan Rulfo hasta en sus más íntimos detalles. Empezaré por decirle el nombre del escritor según el Libro de Nacimientos en Sayula: Juan Nepomuceno Pérez Vizcaíno, nacido el 16 de mayo de 1917 (a las cinco de la mañana), “en la casa número 32” de la calle “Francisco I. Madero”, hoy Manuel Ávila Camacho. Podemos apreciar cómo Rulfo se cambiaba de nombre cuando llenaba un registro de algo, pero es interesante ver que cuando ingresó a trabajar en 1936 a la Secretaría de Gobernación (gracias a su tío el coronel David Pérez Rulfo, muy amigo de M. Ávila Camacho), y cuando entró al Instituto Nacional Indigenista, en ambos casos expresó haber nacido en Sayula.
Rulfo bien podía no sentirse “sayulense”, porque como dice Rainer M. Rilke (citado por Ascencio): “la verdadera patria de una persona es solamente su infancia”, y parte de ella la vivió Rulfo en San Gabriel, Jalisco. La mala fortuna tocaría las puertas de la familia, pues la Revolución Mexicana les quitaría todo. Su progenitor sería asesinado por defender sus tierras, entonces era un rico hacendado allá en San Pedro Toxín, cerca de Tolimán. Rulfo quedaría huérfano a los seis, su padre moriría a los 33, su madre a los 30. Juan no volvería a ver a su madre, él estudiaba en el seminario en Guadalajara. “Fue la primera vez que me pasaron muchas cosas”, diría Rulfo.
Rulfo seguirá siendo “una gloria nacional”, pero para comprender su obra hay que entender su vida. Pasó por el Heroico Colegio Militar; tendrían un tío cacique, Rodolfo Paz Vizcaíno, de quien quisiera escribir una novela; leería muchísimo desde chico; vería los cristeros colgados de los postes; tendría una formación espiritual en el seminario; sería agente de migración en Guadalajara; “aviador” en el gobierno; alcohólico en rehabilitación; vendedor de llantas Goodrich-Euskadi; becario del Centro Mexicano de Escritores, lo que facilitó El llano en llamas y Pedro Páramo; enemigo de Octavio Paz, de quien señalara tenía “un dedo presidencial infalible para las becas” (p. 246), respecto al “cacicazgo cultural” que ejercía…
Rulfo se haría acreedor al Premio Nacional de Literatura (1970), al Homenaje Nacional en el Palacio de Bellas Artes (1980), al premio Príncipe de Asturias (1983). Pese a que no volvió a escribir ni publicar otra novela, salvo aquella llamada La cordillera (que no se materializó), la obra de Rulfo se inmortalizó y la novela Pedro Páramo fue llevada al cine. Si bien Rulfo problematizó su lugar de nacimiento, fuese por “El ánima de Sayula” (homosexuales), o lo que fuese, sin su narrativa no se entendería hoy el siglo XX.
Correo: joseisabeles@hotmail.com
Opinión Virtual: www.youtube.com/joseisabeles