jueves, 29 de abril de 2010

China's Communist Party: Atrophy and Adaptation


David Shambaugh, profesor en George Washington University, escribió el libro: China’s Communist Party: Atrophy and Adaptation (Partido Comunista de China: atrofia y adaptación), publicado en 2008. Shambaugh analiza el caso del partido y asevera que entender China implica entender la burocracia, pero igualmente hay que necesariamente comprender el confucianismo. Ello debe su nombre al más grande pensador chino de nombre Confucio.

Al confucianismo se le ha asociado tanto con una filosofía (de ética y comportamiento) como con una religión, pero es más lo primero. De ello se desprenden los valores confucianos que guían en particular a China y en general a muchas naciones asiáticas. Por ejemplo, sustenta que la mujer debe seguir y respetar al marido, que el súbdito debe respetar y someterse al gobernante, o que el hijo debe ser totalmente obediente a su padre (léase Piedad Filial). Así, el Partido Comunista de China (PCCh), ha abrazado tal filosofía para legitimar su actuar, unificando así a la población.

Shambaugh demuestra por qué el PCCh sigue vigente tras la caída del régimen soviético. Mas apreciemos que en China coexisten ocho partidos democráticos, que agrupan a campesinos, obreros, o disidentes taiwaneses, pero son partidos integrados a labores gubernamentales, y no representan oposición alguna. Shambaugh llama a China un “Estado ecléctico”, porque ha adoptado lo positivo de doctrinas de distintos sistemas políticos del mundo, para adaptarlo al funcionamiento del PCCh y del gobierno.

Se puntualiza que, China estudia de cerca casos de partidos comunistas al día de hoy vigentes, como el de Cuba, Vietnam y Corea del Norte. Aunque por ejemplo, cuestiona mucho el culto en que se funda el régimen de Corea del Norte, basado en el personalismo de su líder Kim Jong II. También han estudiado con lupa el caso mexicano del PRI, y cómo éste dictó y colapsó tras 71 años. Desde luego que estudian otros sistemas democráticos y lo que de ellos pueden adoptar. No olvidemos que el PCCh gobierna desde la fundación de la República Popular de China (1949) con Mao Zedong.

En China no hay elecciones, pero el proceso más prestigioso de la vida política nacional, es el Congreso Nacional celebrado cada 5 años, del que surgen los planes quinquenales para regir al país y el presidente de China; los ha habido desde 1921, el más reciente fue en 2007. Hu Jintao y Wen Jiabao, presidente y primer ministro chinos respectivamente, han materializado reformas democráticas al interior del partido, posibilitando así un avance exitoso.

El PCCh ha desvelado su “capacidad gobernante”, reinventándose, adaptándose, colocando al país como segunda economía mundial. La ideología del PCCh ha estado en crisis, mas no estancada: se ha regenerado. Si juzgamos desde una óptica occidental (EU), jamás coincidiremos y menos entenderemos China. El que se consideren una “democracia con características chinas”, es muy interesante, por eso seguramente nunca importarán una democracia occidental. Aunque el autor no asegura si el PCCh perecerá o vivirá, consentimos que las posibilidades de dar larga vida al titán, son prácticamente decisorias.


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Proceso "también miente"



La entrevista que publicó este abril la revista Proceso, en la que aparece en portada Julio Scherer García abrazado por el Mayo Zambada (prófugo de la justicia), narcotraficante perseguido por autoridades mexicanas y norteamericanas, compadre de “El Chapo”, desencadenó una ola de elogios, aplausos, felicitaciones…, así como de repudio, condenas, agravios… Todo hacia Proceso, y desde luego al entrevistador, el fundador del semanario: don Julio.

No pude leer a nadie en Proceso, que reprendiera el hecho insólito. Ni Álvaro Delgado quien comúnmente con su retórica incendiaria y brabucona dispara contra el gobierno federal, y contra el hombre que según él tiene “ensangrentado” al país: Felipe Calderón. Reconozco que ocasionalmente concuerdo con él. De la entrevista, los colaboradores de Proceso favorecen ampliamente a Scherer, tal es el caso de José Gil Ólmos, otros simplemente se fueron por la tangente. Nadie cuestionó. ¿Qué buscaba Scherer? ¿Datos para la captura del capo u otros?, ¿información para las autoridades?, o ¿vender un número más de su revista?

No soy reportero, tampoco especialista, empero sí tengo algo qué decir. Es difícil juzgar, más al no estar en el epicentro del acontecimiento. Scherer es un gran periodista, ni qué decir. Pero, ¿hasta dónde es apropiado que un medio periodístico se entreviste y exponga así como así con un (tristemente) poderoso e influyente narcotraficante? La entrevista no ayuda en nada al gobierno federal, y Proceso se mofa de que ellos se pueden reunir con el mismísimo diablo, y ni quién les diga nada.

Resulta absurdo el suceso, pues la revista asume una postura estrictamente crítica del sistema y la vida nacional (además de ser altamente parcial), sobresaltando la ética, valores y principios del gobierno; contrariamente lo poco o nada ecuánime resulta cuando, mientras enarbolan lo anterior, su fundador desayuna campantemente con un traficante, y peor aún, que Proceso sea hoy portavoz periodístico del narco (¿un títere?), de lo que una vez se quejaba Jenaro Villamil en el Tec de Monterrey.

El gobierno se debe y está obligado por los ciudadanos; Proceso también se debe, pero no está obligado a mucho o nada por éstos. Paradójicamente, el hecho pareciese más una reafirmación de que: con el narco “todo”, con el gobierno “nada”. La “revista es la primera, informa más que todos…”, arguye el capo, pero es una revista que “también miente” (¡!), en palabras de Zambada. La boda de “El Chapo”, de la que Proceso publicó hasta “pormenores”, cosa que “no existió”, es el ejemplo del narcotraficante.

En efecto, el deber periodístico abarca investigar, escudriñar, divulgar; paralelamente su labor conlleva un espíritu de ética y compromiso moral hacia sus lectores. Hay medios altamente objetivos pero estridentemente parciales, se inclinan hacia el radicalismo, retuercen la libertad de expresión como si ésta significara la inexistencia de límites.

Del “justo medio” hablaba Confucio, de la “medianía” Juárez. De esta manera, ante Proceso hay que ponerse de pie y aplaudirle, aunque también hay que reprenderle sus dislates, más aún cuando no sirven de nada, o sea: se desperdicia la oportunidad. Así, preparémonos pues para ver un siguiente número de la revista Proceso con “El Chapo”, el “Mayo” y Scherer abrazados.

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lunes, 26 de abril de 2010

El surgimiento de nuevos estados, en virtud de un hecho revolucionario

ENSAYO

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Para que estalle una revolución no basta con que “las clases bajas se nieguen” a vivir de la antigua manera; también es necesario que las “clases superiores sean incapaces” de vivir a la antigua manera [1].

Lenin

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INTRODUCCIÓN

El presente ensayo tiene por objeto, demostrar que, como el título arriba mencionado expone, el surgimiento de un Estado tiene por precedente un acontecimiento revolucionario armado que determina un nuevo orden jurídico (léase constitución). Para este aspecto nos remitimos al profesor Hans Kelsen, que asegura en la obra Teoría General del Estado[2], que la conducta del hombre es sujeta de normas, siendo ésta contenido de los preceptos jurídicos, “de tal modo que sin ésta idea del orden normativo no habría en absoluto Estado”.

En este trabajo no se muestra un análisis de un ordenamiento total superior, sino que se trata de apreciar cómo un hecho revolucionario afecta para constituir otro, y dar paso a la creación de un Estado. No obstante, es necesario hacer mención de dos cosas: 1) el derecho a la revolución, y 2) el derecho de la revolución.

En palabras del Doctor Luis Ernesto Aguirre Villarreal, experto en Derecho Constitucional[3], el primer concepto refiere al derecho moral de librarse de sus tiranos, tal como puede ser el derecho que un individuo posee de quitarle al vida a otro; mientras que el segundo remite al derecho que secunda un orden normativo, es decir, al acto revolucionario subversivo que se encuentra fundamentado en la constitución política de un país.

El propio Luis Ernesto Aguirre nos señala que, no existe constitución en el mundo que avale acto subversivo alguno, ni la propia Constitución mexicana que en su artículo 39 arguye:

“… El pueblo tiene en todo el tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”.

Aunque la sentencia es muy clara, no es definitiva, porque cada mandato constitucional es sometido constantemente a las interpretaciones de la función judicial. En esa tónica, un pueblo puede revelarse contra sus malos gobernantes, pero el precepto no puntualiza mediante qué términos.

El experto en Derecho Constitucional, deja en claro que lo anterior es factible, pero sola y estrictamente bajo los mecanismos jurídicos que permitan al ciudadano modificar la forma de su gobierno, no obstante dicho argumento tampoco adquiere espacio claro en el artículo 39 constitucional. Lo que sí apunta el experto, es que el único documento que estipula con mayor contundencia el derecho de la revolución, es la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que dice textualmente:

“Considerando esencial que los Derechos Humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y opresión…”.

Por un lado, si comparamos tanto el artículo 39 constitucional mexicano, con la anterior declaración, observamos que en ésta última se hace ver que un gobierno debe garantizar el régimen de Estado de Derecho a sus ciudadanos, de forma tal que éstos no se vean obligados al recurso de la “rebelión”. Por otro lado, el artículo 39 no clarifica de qué manera o por medio de qué acción (es) el pueblo adquiere ese “inalienable” derecho de modificar o alterar la forma de su gobierno, no dice si por medio de las armas o por medio de recursos institucionales. En todo caso, la que sí está más clara es la Declaración de Derechos Humanos.

El mismo Kelsen enfatiza en su obra que, solo cuando una constitución sea substituida por otra, “sin haberse observado en esta sustitución los preceptos que la anterior establecía para su propia reforma”, únicamente mediante esto es que se entenderá dicho reemplazo: “en virtud de un hecho revolucionario”.

Posteriormente argumenta: “el Estado establecido por la nueva constitución ya no es el mismo que aquél que había sido construido sobre la constitución antigua” (p. 144). Aquí aparece un punto a discusión, porque si bien un acto revolucionario supone una nueva constitución, el calificativo de “nueva” puede no ser el más apropiado. Por ejemplo, se dice que la Constitución de 1917 para México, producto de un acontecimiento revolucionario insurgente, no hizo desaparecer del todo la Constitución de 1857, sino que la de 1917 se creaba sobre las bases de aquella.

Se refiere a la Constitución de 1917 como una “reforma” de su antecesora y no una diferente en su totalidad. Ángel Sánchez Rincón, señala que la Constitución de 1917, “es el resultado de un largo proceso histórico iniciado aún antes de la propia Revolución mexicana que vino a reformar a la de 1857”. Asimismo cita que, dicha constitución “contiene en sí a las anteriores [1824 y 1857], pero con la diferencia de que son [incluidos] principios fundamentales, el respeto a la soberanía y los derechos individuales”[4].

No obstante, sí estamos de acuerdo en hablar de nuevos estados, dado que el orden jurídico se lleva a una reordenación y perfeccionamiento, independientemente de si la estructura constitucional es transformada mediante un proceso de ingeniería escrupuloso o no.




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Cada gran revolución ha destruido el aparato de Estado que fundó. Después de muchas vacilaciones y experimentos, cada revolución ha puesto otro aparato en su lugar. Las más de las veces de carácter totalmente distinto del que destruyó; pues los cambios del orden de Estado que produce una revolución, no son menos importantes que los cambios del orden social [5].

Franz Borkenau

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DESARROLLO

No se puede soslayar, retomando el punto anterior (del final de la introducción), que el Estado mexicano con la llegada de los revolucionarios al poder, se sometió a una suerte de metamorfosis si le podemos llamar así, que durante 71 años estructurarían un nuevo Estado, que en este caso como origen tenía un antecedente revolucionario. El perfeccionamiento del ordenamiento jurídico permitiría así, lograr un Estado fuerte y consolidado, o al menos más que aquél que previo a 1910, con el General Porfirio Díaz se tenía.

Una de las cosas que comenta Kelsen, es que “la identidad del Estado se funda precisamente en la identidad de la constitución” o lo que es lo mismo, en la identificación que tenga el pueblo respecto a ese nuevo ordenamiento. Igualmente es interesante, la manifestación de Kelsen sobre el problema material de dicha identidad.

Señala que en tal caso, a pesar de la ruptura jurídica en la esfera del orden estatal particular, podrá darse jurídicamente la identidad, siempre y cuando “el nuevo orden estatal tenga en lo esencial la misma esfera de validez territorial y personal que la que correspondiera al antiguo”, en otras palabras, siempre y cuando el mismo orden tenga el mismo territorio y los mismos hombres, lo que constituirá el mismo Estado antes y después del hecho revolucionario (p. 145).

Con este argumento, podríamos decir que no siempre se crea un nuevo Estado tras una revolución, porque por ejemplo, tras la Revolución mexicana los mismos hombres ocuparon el mismo territorio antes y después del hecho subversivo. Aunque desde luego, el Estado no es sola concepción de población y territorio, sino que su esfera explicativa es mucho más amplia, de ahí que las críticas hacia este señalamiento sean comprensibles.

Michael S. Kimmel y Jerome L. Himmelstein[6], plantean que el trabajo de Theda Skocpol, States and Social Revolutions, es un trabajo impresionante “de las causas y consecuencias de las revoluciones sociales en Francia, Rusia y China”. Los autores citan que las revoluciones sociales son “rápidas [y] básicas transformaciones de un estado de la sociedad y las estructuras de clase” que comúnmente son acompañadas indiscutiblemente por revueltas desde abajo, pero claramente se deja ver que, dicha transformación debe ser ambas cosas: social y política. Es interesante apreciar que, “las revoluciones sociales son distintas de las rebeliones, de las revueltas” (p. 1145).

Skocpol identifica tres escenarios para una revolución: (1) el colapso de un antiguo régimen de Estado, (2) la movilización masiva del campesinado en levantamientos de clase, y (3) la reconsolidación del poder de Estado por una nueva élite. Los resultados sociales de ello, se expone, vienen de factores estructurales específicos.

Aquí vale abrir un paréntesis, y hacer la distinción si es permisible, entre una revolución proletaria y una del campesinado, como se aprecia más adelante (cuando se habla de revolución burguesa o socialista). Lo que en el punto anterior 2, Skocpol no considera, es precisamente eso, ya que no solamente se refiere a movilizaciones masivas de la base campesina, sino igualmente proletaria en clara alusión a la masa obrera que cobra conciencia de su letargo, tal como lo fue la revolución bolchevique, aunque ciertamente estuvo apoyada por un país ampliamente agrícola, como distintivo de las varias revoluciones históricas.

Entonces, continúa Theda Skocpol, las revoluciones comienzan con el debilitamiento o el colapso completo de la estructura existente del Estado. Pero se enfatiza que, el desmoronamiento estatal no viene por la acción revolucionaria al interior del mismo, sino que ésta surge inmediatamente después del colapso, dadas las varias presiones estructurales que anteceden.

En este caso, es importante reflejar el argumento a la luz del caso mexicano. Marcelo Blidstein, de la Universidad de Tel Aviv, en Política y Caudillismo en el Congreso Constituyente mexicano de 1917[7], explica que tras casi seis años de guerras civiles, Venustiano Carranza “convocó a un Congreso Constituyente” en el año de 1916. “Para quienes participaron en el mismo y para los adeptos del constitucionalismo en general, esta junta significaba la cúspide del proceso revolucionario” (p. 39). Lo que se deja ver es que, el resultado sería entonces la carta magna que daría legitimidad a la lucha armada, y vida al Estado revolucionario, esgrimiendo un cambio revolucionario que vendría con la consolidación del caudillismo.

De acuerdo a Skocpol, las crisis políticas revolucionarias han ocurrido en estados débiles, frente a una incuestionable competencia de poderío militar o, tras la competencia económica frente a estados más fuertes y con sistemas políticos más consolidados. Otra de las cosas es que, frente a una crisis fiscal, por ejemplificar, el Estado buscará fortalecerse a través de reformas relevantes tales como terminar con los privilegios de impuestos de la clase alta, o adquiriendo control directo sobre los excedentes de la agricultura. El problema o la facilidad, dependerá de las relaciones estructurales que se tengan. Así, si la crisis es muy severa, si la clase alta es muy fuerte pero incapaz de controlar a las clases bajas enfurecidas, el Estado no podrá resolver su crisis (p. 1146).

Theda Skocpol expresa tres argumentos medulares:

1.- “Las revoluciones no son hechas, sino que ellas ocurren”. Esto quiere decir que ellas surgen a partir de ciertas condiciones estructurales, por ejemplo, una crisis de Estado política-militar, en conjunción con ciertas relaciones “entre el campesinado y la clase alta, y entre la clase alta y el Estado”, puede derivar en un acto revolucionario.

2.- El segundo argumento tiene qué ver con que “los actores en una situación revolucionaria, no son siempre claros sobre lo que ellos quieren”. Se apunta que sus motivos son siempre complejos.

3.- El tercer argumento deja en ver que aún cuando “algunos actores revolucionarios tienen propósitos claros”, los resultados de la revolución “están comúnmente en desacuerdo con tales propósitos”. De cualquier manera, en las tres revoluciones estudiadas por Skocpol, cada revolución creó un Estado más poderoso y más centralizado (p. 1149).

Los autores contraponen la postura de Skocpol, con la de Karl Marx, cuando presentan que el punto de vista marxista consiste en que “las revoluciones son hechas por clases más o menos conscientes” de ello. Se ejemplifica con la burguesía en el caso de las revoluciones capitalistas, y del proletariado en el caso de las revoluciones socialistas, todo ello, en contra de las clases dominantes y el modo de producción existente (p. 1151).

Theda Skocpol en su obra Los estados y las revoluciones sociales (1984), donde como ya se mencionó arriba, retoma los casos de Rusia, China y Francia, en cuanto a los hechos revolucionarios que tomaron lugar en cada país, asevera que cada Estado antiguo mantuvo anteriormente una forma de organización y manejo que ya no era propicia para las necesidades y deseos de sus propias poblaciones, pero específicamente, las crisis que atravesaron los regímenes previos a las revoluciones, eran más bien “crisis específicamente políticas, centradas en las estructuras y situaciones” de cada territorio.

Los casos revolucionarios son correspondientes a los periodos de 1787-1789 en Francia, 1917 en Rusia, y 1911-1916 para China. Skocpol plasma que “las crisis revolucionarias se desarrollaron cuando los estados del antiguo régimen resultaron incapaces de enfrentarse a los desafíos de situaciones internacionales en franca evolución”. Tales amenazas tenían qué ver con las aspectos externos en cuanto a la competencia económica de otros estados (p. 85).

La autora comenta que, se asume desde luego como una debilidad, que los estados monárquicos que se desarrollaron en los periodos establecidos, aunque centralizaban el poder, no eran lo suficientemente fuertes para contener la inconformidad y potencialidad de las masas, mismas que mayoritariamente eran propias de la agricultura (campesinado), o en otros casos del proletariado (obreros). Los monarcas estaban más preocupados por “asignar las riquezas crecientes de la sociedad”, hacia el “enriquecimiento militar y el desarrollo económico centralmente controlado y fomentado por el Estado”, descuidando una justicia social que no existía como propósito del antiguo régimen (p. 88).

Otra de las cosas, es que por ejemplo, en el caso de Francia los cargos públicos de la realeza eran vendidos a los mejores postores, sin embargo los nobles más pobres eran marginados de tales oportunidades. Skocpol arguye que éstos:

“se hallaban excluidos de la alta sociedad parisiense y del estilo de vida confortable en las ciudades de provincia, y tenían grandes dificultades para comprar los cargos más deseables en el ejército o en la administración civil” (p. 101).

Una de las cosas que según la autora, cambió tras los eventos revolucionarios, fueron los liderazgos, ya que anteriormente los dirigentes sin educación eran tristemente marginados de la participación en la toma de decisiones. En Rusia y China, expone la Skocpol, los dirigentes eran comúnmente excluidos causa de sus orígenes. Después de la revolución y habiendo demostrado capacidades, muchas cosas se vieron forzadas al cambio.

Lo que de la misma manera conllevó un cambio, fueron los aspectos que darían vida a la unidad revolucionaria. De esto Theda Skocpol puntualiza en el texto que, ideologías revolucionarias como el jacobinismo y el marxismo-leninismo, pudieron ayudar a las élites políticas “comprometidas por ellas a luchar” por, “construir y sostener el poder del Estado”. Una vez derrumbados los vestigios monárquicos, surgieron entonces las ideologías revolucionarias para “justificar la reconstrucción y el ejercicio del poder del Estado” (p. 270).

Así es como se habla del surgimiento de nuevos estados, en virtud de hechos revolucionarios. Pero hay algo que se menciona por parte de Theda Skocpol, que es el hecho de crisis revolucionarias posteriores. En Francia, “el resultado político de la Revolución francesa, plenamente consolidado por Napoleón, no fue el que preferían los grupos dominantes económicamente en Francia”. De esto se maneja que, fue difícil ponerse de acuerdo, en cuanto a la forma de institucionalizar al nuevo Estado, “tomando en cuenta lo que probablemente deseaba la mayoría de los franceses y los propietarios”, lo que conllevó inevitablemente a una legitimidad cuestionada, que desde luego estuvo secundada en la ideología revolucionaria que daría vida a los nuevos pactos nacionales (p. 286).

No se ha platicado en este ensayo de otros orígenes de un Estado, que los hay, mas no son objetos del presente. Lo que sí es que, el proceso revolucionario puede ser visto como un paso más en la evolución de la entidad abstracta que representa el Estado. Tampoco se cuestiona estructuralmente aquí, hasta dónde en verdad se puede hablar sin discrepancias, de la formación de un Estado tras un acto revolucionario, pero sí le podemos plantear como pregunta para reflexionar.

Si al llegar un grupo de hombres a un territorio despoblado, pasan éstos a fundar un nuevo pueblo, nación y por consiguiente un Estado, ¿hablamos de un “nuevo Estado” como tal y del principio de lo que es hoy en día la organización y ordenación más acabada producto de las invenciones del ser humano?, ¿se puede decir que tras la llegada y consumación de un evento revolucionario aquél Estado fue depuesto y se acabó para siempre, formando así otro?

Yo creo que más bien, como expone Kelsen, la creación, desarrollo y consolidación de un Estado, no lleva nunca (o no debe hacerlo) el fin de dicha organización. En el mejor de los casos, teniendo un comienzo, tendrá también un desarrollo y tenderá éste hacia su glorificación total en conjunto con los semejantes de ese Estado, mas no puede tener un final, ya que se estaría destinando la organización, desde su inicio mismo al fracaso total.

En este sentido, lo que quiero expresar, es que el surgimiento de nuevos estados, obedece más a la reestructuración de los cimientos de cierto Estado, en que se efectúe una revolución, que fueron puestos por los primeros hombres nacionales y patriotas, así como a su perfeccionamiento; que a un hecho que implique en estricto sentido la creación de un nuevo Estado. Es entonces la evolución y no la involución del perfeccionamiento y mejoría de dicha entidad que hoy conocemos como Estado.

Víctor Raúl Martínez Vásquez, escribió el artículo Bolivia: nuevo Estado, nueva Constitución. De ello se desprende que, el actual presidente indígena Evo Morales, “ha recuperado el control del gas, cuyas reservas se estiman para 150 años, los minerales que habían dado riqueza a los grupos oligárquicos con la plata del Departamento del Potosí, el estaño y otros minerales, ha nacionalizado el sistema de telecomunicaciones, impulsa una profunda reforma agraria que limita latifundios, ha logrado alfabetizar a cerca de un millón de personas, impulsando un programa de desayunos escolares inédito, incrementando el salario real de los trabajadores”, entre muchas cosas más, se dice.

Este nuevo rol redefinido del Estado boliviano, recuerda bien la frase del mandatario indígena: “queremos socios, no patrones”. Asimismo se comenta que el nuevo Estado ha requerido una nueva Constitución, un nuevo “pacto social”. Se estipula que la nueva Constitución boliviana fue aprobada por el Congreso en el año 2008, “ratificada por el pueblo en el refrendo dirimitorio” realizado en enero 2009.

De esto se muestran varios aspectos interesantes, uno de ellos y el capital para dicho país, es el que define a Bolivia como “Estado Social Unitario Plurinacional Comunitario”, un Estado que destaca la importancia de la unificación territorial del Estado, pero que de igual modo reconoce el distintivo plurinacional, plurilingüístico y pluricultural de su sociedad, “así como el valor que tiene la comunidad indígena”[8].
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CONCLUSIÓN

Como se puede apreciar, a la luz de lo aquí expuesto así como de la tesis planteada en el primer párrafo de este ensayo, el surgimiento de un nuevo Estado no tiene como antecedente un acontecimiento revolucionario, estrictamente. Si bien, Theda Skocpol se enfoca especialmente en los hechos revolucionarios, ello no debe hacer pensar que la investigadora no considere otras formas de creación de un Estado, como lo es el caso del Estado boliviano, donde las armas tomadas fueron las institucionales, propiamente dicho.

Lo que Kelsen expone don detenimiento es que, cuando la constitución de un Estado, no es modificada por los procedimientos formales que provee la propia constitución del país, es entonces que se habla de un hecho revolucionario que da lugar a un nuevo Estado. Pero se asume de esas mismas palabras, que la modificación constitucional de un país vía procedimental, no deriva entonces en el surgimiento de un nuevo Estado, como tal. Es aquí donde radica la contrariedad.

En todo caso, debe hablarse de que, como bien apunta Kelsen, el Estado deja de ser el mismo, cuando: a) se sustituye la constitución por otra, vía evento revolucionario, o b) es sustituida la constitución vía modificaciones que la propia carta magna permite. Para el primer inciso, hay que ver que la sustitución de la constitución implique verdaderamente eso “sustituir”, y no que se de solamente una reestructuración de la constitución política del antiguo régimen, en base a la organización deficiente a mejorarse, y al ordenamiento jurídico anterior, creando así una “nueva”.

De esta conclusión, la idea capital estriba en señalar que, un hecho revolucionario no es causa tan solo del surgimiento de un nuevo Estado, sino que el nuevo Estado puede también estar dado por reformas constitucionales que no impliquen necesariamente tomar las armas sino propios instrumentos jurídicos. Aunque esto, indiscutiblemente es motivo suficiente para otro ensayo.
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Material de consulta


KIMMEL, MICHAEL S., y HIMMELSTEIN, JEROME L. Review Essay: States and Resolutions: The Implications and Limits of Skocpol’s Structural Model. En: http://www.jstor.org/stable/2778755

SKOCPOL, THEDA. (1984). Los estados y las revoluciones sociales. Fondo de Cultura Económica, FCE: México.

RECASÉNS SICHES, LUIS. (1980). Compendio de Teoría General del Estado. Editorial Nacional: México.

VÁSQUEZ, V. R. (13 de agosto de 2009). RIOAXACA.COM. Recuperado el 25 de abril de 2010, de Bolivia, Nuevo Estado, Nueva Constitución: http://rioaxaca.com/v1/index.php?option=com_content&view=article&id=336:bolivia-nuevo-estado-nueva-constitucion&catid=54:victor-raul-martinez-vasquez&Itemid=132

Rincón, Á. S. (2010, febrero 05). En Política Zona Centro. Retrieved abril lunes 26, 2010, from Fortín: aniversario de la Constitución de 1857 y 1917: http://enpoliticazonacentro.blogspot.com/2010/02/fortin-aniversario-de-la-constitucion.html

Blidstein, M. (2010, abril lunes 26). Política y caudillosmo en el Congreso Constituyente mexicano de 1917. Universidad de Tel Aviv.
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Citas

[1] Skocpol, Theda. (1984). Los estados y las revoluciones sociales. Fondo de Cultura Económica, FCE: México. Página 85.
[2] Recaséns Siches, Luis. (1980). Compendio de Teoría General del Estado. Editorial Nacional: México. Página 135.
[3] Profesor del ITESM, campus Monterrey. En clase de Derecho Constitucional.
[4] En Política Zona Centro. Fortín: aniversario de la Constitución de 1857 y 1917. En: http://enpoliticazonacentro.blogspot.com/2010/02/fortin-aniversario-de-la-constitucion.html
[5] Skocpol, Theda. (1984). Los estados y las revoluciones sociales. Fondo de Cultura Económica, FCE: México. Página 257.
[6] Review Essay: States and Reolutions: The Implications and Limits of Skocpol’s Structural Model. En: http://www.jstor.org/stable/2778755
[7] Consultado el lunes 26 de abril 2010.
En JSTORE: http://www.jstor.org/stable/pdfplus/1052121.pdf
[8] En: http://rioaxaca.com/v1/index.php?option=com_content&view=article&id=336:bolivia-nuevo-estado-nueva-constitucion&catid=54:victor-raul-martinez-vasquez&Itemid=132

miércoles, 21 de abril de 2010

Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR)

El recuerdo inalterable de sus vidas


Aquél día parecía ser uno más, un mañana habitual en la vida de los semejantes. La noche cayó exhausta ante la imponente aurora, mas pocos saben que su aliento es nunca igual. Era un hombre de sueños e ilusiones, pero también de realidades. No solía decir adiós, porque nunca se alejaba, permanecía siempre aunque estuviera ausente. Pero aquél día, aquél maldito día permanecería marcado en la historia de esos seres.

Lejos pero muy lejos parece estar Sayula entero, de pasar a ser una ciudad homóloga a Monterrey o Nuevo Laredo. El terror que se vive en Monterrey y Nuevo León, se ha hecho ya costumbre. Las balaceras en la colonia Roma son cosa común, los tiroteos por avenida Garza Sada poco a poco dejan de amilanar.

Cuando no es Cadereyta lo es Juárez, Nuevo León; cuando no es García, es China, Nuevo León; cuando no han sido los “tapados” han sido los sicarios bloqueando avenidas a plena luz del día. No, Sayula está muy lejos de esto, mas nadie está exento.

Hoy nos dolemos ante el desconcierto, los sucesos se vuelven actos sin respuesta. En Sayula o lejos de aquí todos preguntamos ¿por qué, por qué ella? La desgracia ajena siempre articula, cuando ésta pasa cada pieza vuelve a su lugar, a su trinchera. Imposible saber que esto sea el final de algo, o el principio de un mal presagio para nuestra sociedad.

Sin embargo, lo que lentamente es desbordado en Sayula no puede ser otra cosa que la reverberación de la descomposición social, signos de un desgaste marcado y progresivo del eje societal. Sayula es al momento prueba y resultado del abandono al que ha sido sometida por cien años, desde la Revolución mexicana que no sirvió más que para enriquecer a unos cuantos, darle un rancho a Pancho Villa y aplacarlo, para subyugar con migajas a una masa amorfa.

A Sayula, sus gobernantes le han maiceado siempre, y más doloroso aún: el abandono de sus propios hijos. Porque la construcción y gloria sayulense y mexicana, no será mediante sola obligación partidista, sino también de su gente. México es una construcción social, aunque se le ignore.

Nuestras niñas, niños, y jóvenes, son hoy nuestras realidades, y más que esperanza son fruto de la municipalidad toda. Un fruto que mañana será apreciado a la luz de los recuerdos en que se habrán convertido estos pensamientos. Un fruto que le veremos podrido y putrefacto, o que será ensalzado por su fastuoso esplendor.

En no cruentos enfrentamientos caía ahora el día ante la despiadada pero majestuosa noche. Se alejaba el terminable día para no volver jamás, jamás porque ya nada es igual. Con él se llevaba la mar, con él las olas y los lastimosos rayos de aquél sol; con él hombres y mujeres destinados a no regresar jamás, con él la vida y la alegría de sus almas. Pero quedaba algo que aquellos funestos días no podrán arrancar: el recuerdo inalterable de sus vidas.


miércoles, 14 de abril de 2010

Así amanece Creel, Chihuahua...

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Tristeza, pasmo y frustración...

Sin palabras...

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Videos tu.tv

Dinastía a prueba de Fuego


EU publicó su reporte anual sobre derechos humanos en marzo, incluyendo a China, y ésta le contestó enérgicamente con su análogo. El Departamento de Estado norteamericano (U.S. Department of State), señala que sus reportes se fundamentan en la Ley de Asistencia Exterior (1961), y que establecen dos estatutos de países objetos de estos reportes: 1) países que reciben asistencia, y 2) países que son miembros de Naciones Unidas. Aunque hay estados “que no caen en estas categorías”, de todas formas se presentan sus respectivos historiales (http://www.state.gov/).

El Departamento de Estado divide en 6 regiones sus tan controversiales informes: la del Hemisferio Occidental incluye a México. En unas 130 cuartillas, EU plantea las prácticas de derechos humanos que privaron en China durante 2009. Le clasifica en siete secciones, de las cuales se desprenden otras tantas.
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Lo que expone EU es que, la República Popular de China (People’s Republic of China) es un Estado autoritario que ha empeorado la protección de los derechos humanos. Los ciudadanos no tienen “el derecho de modificar su gobierno”, que abusos como asesinatos extrajudiciales, tortura y confesiones de prisioneros por la fuerza son implementados comúnmente.

Ejemplifica con casos muy puntuales, como el motín del 05 de julio en la capital provincial de Xinjiang, Urumqi, donde la policía reventó la manifestación y concluyó con “200 personas muertas y 1,700 heridos”. Aunque la ley “proteja” al ciudadano, las autoridades realizan detenciones arbitrarias en cualquier momento. Cuestiona fuertemente el monitoreo de “conversaciones telefónicas, transmisiones por fax, Internet…”. En mayo, tras el terremoto en Sichuan, los ciudadanos chinos fueron advertidos de no congregarse en el sitio o establecer el día como una fecha a recordar. Muchos fueron encarcelados.

Otro aspecto es que “la ley no provee libertad de asociación”, y en el caso de los trabajadores, estos no pueden ni deben organizarse en uniones libres (sindicatos), pues para ello está la “Federación de Sindicatos de Toda China” (All-China Federation of Trade Unions), la cual es controlada por el Partido Comunista. Toda manifestación contra el gobierno, es reprimida brutalmente.

El gobierno central de China arremetió contra occidente y publicó el: US Human Rights Record in 2009 (Historial de Derechos Humanos de EU en 2009), divulgado por la Oficina del Consejo de Estado. La información descubre un eje de seis puntos donde se descobija la violación sistemática de derechos humanos por EU en su país y el mundo. Señala que EU posee un sistema llamado “ECHELON”, capaz de interceptar y monitorear llamadas telefónicas, fax, correos, Internet (…).

El Reporte utiliza mayormente fuentes estadounidenses como periódicos y documentos del Congreso. Apuntan que EU ha incrementado la venta de armas en el mundo, pasando de 25.4 billones de dólares en 2007, a 37.8, lo que le convierte en “el mayor vendedor de armas”. La realidad de China en los términos presentados puede desconcertarle, pero la de EU no se queda atrás. El cinismo, indolencia e insolencia estadounidense bien le amerita un premio “nobel de la desfachatez”.




lunes, 12 de abril de 2010

Somalia, tierra de nadie


Es difícil imaginar al mundo actual donde situaciones “impensables” aún existen, tal es el caso de la piratería, y no me refiero a la de artículos como zapatos o perfumes, sino a la persona que “junto con otras de igual condición, se dedica al abordaje de barcos en el mar para robar” (Real Academia Española). Este caso es distintivo en Somalia, país del continente africano que hoy es la más clara prueba de un Estado colapsado.
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Hasta antes de 1960, Francia, Italia y el Reino Unido mantenían una ocupación en lo que hoy conocemos como Somalia. Eran una suerte de protectorados de cada territorio colonizador. Al principio (1960), se intentó establecer un gobierno que cohesionara las diversas zonas, pero en 1969 se estableció una dictadura encabezada por el militar Mohamed Siad Barre, que duraría hasta 1991. Después de un lapso de dos décadas, el gobierno dictatorial que secundaba Estados Unidos se había deteriorado en gran medida, lo que suscitó una oposición armada.
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En 1991 el grupo opositor ya controlaba de facto (no de jure) la mayor parte de Somalia, no obstante, el movimiento insurgente se dividió en tres partes: 1) Movimiento Patriótico Somalí, MPS; 2) Movimiento Nacional Somalí, MNS; y 3) Congreso Unido Somalí, CUS. Cada uno de estos movimientos formó un gobierno, el primero en el Sur, el segundo en el Norte, y el tercero tomó la capital (Mogadiscio), provocando la huida del presidente Barre. Así se desataría una guerra civil interminable.
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El asunto de Somalia, es que refleja una realidad disímil a la occidental, y no debemos observable como algo inconcebible. Aquí surge el clan como elemento indispensable para entenderles. La casta por ejemplo, tiene un significado de “función”, como es el caso de la casta los Brahamanes en India, que son los sacerdotes; la organización de clase refiere a lo económico; y el clan corresponde a un vínculo familiar (de sangre).
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Pese a la ayuda internacional, nada ha logrado instaurar el orden, ya no se diga la democracia en Somalia. Tras la salida de Barre de la presidencia, en diciembre de 1992 EU desplegó tropas (rangers y deltas), para asistir a la ONU en sus tareas humanitarias, pero los alimentos que eran enviados para mitigar la hambruna, eran decomisados por Mohamed Farrah Aidid (CUS), quien había tomado la capital.
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EU lanzó una operación especial (octubre, 1993) para arrestar a miembros del gabinete de Aidid pero la misión fracasó en tanto dos helicópteros tipo “Halcón Negro” fueron derribados. El filme Black Hawk Down (La Caída del Halcón Negro), muestra el tremendo descalabro, y el hecho de que EU no debe pelear una guerra que no es suya. Dos semanas después, Bill Clinton ordenó la retirada de la Fuerza Delta y los rangers.
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Hoy nadie interviene a menos de que se trate de rescatar una embarcación con petróleo u otra mercancía (en el mejor de los casos), ni EU ni la OTAN van más allá. Nadie lo hace porque Somalia no es hoy un Estado ni país reconocido por alguien. La prescripción es que, se tiene qué dejar libremente a los habitantes somalíes dirimir sus conflictos y resolver su organización, pero en tanto ello ocurre el caldo de cultivo para el terrorismo y otras actividades hoy se gesta con celeridad. El problema vendrá cuando dicha cuestión implique un inminente riesgo para la comunidad internacional. Entonces sí, actuarán.
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Sayulenses en Facebook: "Sayula lindo y querido".

Estados Unidos: Indignación y Paradoja

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El sábado 13 de marzo a las 14:30 horas, cerca del puente internacional que une ciudad Juárez con El Paso, Texas, fueron asesinadas tres personas relacionadas con el consulado estadounidense. Lesley Enriquez, empleada del consulado, así como su esposo (ambos norteamericanos) fueron asesinados, dejando vivo en el vehículo a su bebé de 7 meses. Cerca del lugar también fue ultimado un mexicano esposo de una empleada del mismo consulado. El acontecimiento resultó un “crimen indignante”, así lo declaró la secretaria del Seguridad Interior de Estados Unidos, Janet Napolitano.

El hecho ya genera una cooperación estadounidense por encima de la soberanía mexicana, y pocos dicen algo. Llama la atención que Obama se muestre “indignado”, como lo expresó la Casa Blanca: “El presidente siente muchísimo y está indignado ante las noticias de los brutales asesinatos de tres personas vinculadas al consulado […]. Trabajaremos incansablemente para llevar a los asesinos ante la justicia”. Así será, como incansablemente resolvieron el caso de Enrique Camarena.

Llama la atención que los mexicanos no nos indignemos ni elevemos la voz ante las barbaridades estadounidenses en la historia. Se indignan siendo el mayor consumidor mundial de droga; mientras han derrocado gobiernos enteros; cuando han impuesto al mundo cuanto antojo les ha parecido; mientras han sido incapaces de castigar con su “democracia” a presidentes como Richard Nixon (léase Watergate). Reconozcamos a estas muertes como el costo de una guerra que libramos los mexicanos, por culpa (entre otros tantos) de los gobiernos y establishment de un país que hoy se desvanece como actor hegemónico.

Exhortemos a Hussein Obama a recordar que recibió el premio Nobel de la Paz mientras hace la guerra, una guerra hoy convertida en esperpento (Afganistán e Iraq). ¿Por qué no se van y se meten a Irán? Bien dicen que “el miedo no anda en burro”. Entonces, tales muertes son producto de una corresponsabilidad. Ahora bien, dicen que pensarán en la posibilidad de colocar aviones fronterizos a control remoto como en Afganistán ¿Para qué? Si seguramente no servirán de nada, igual que en el país asiático.

Cuando mataron al agente encubierto de la DEA, Enrique “kiki” Camarena (1985), adscrito a la Oficina Residente en Guadalajara, Jalisco, el evento provocó la Operación Leyenda: “la investigación más extensa que la DEA haya emprendido jamás”, para atrapar a grandes capos de la droga como Ernesto Fonseca, Miguel Félix Gallardo y Rafael Caro Quintero, entre otros (Drug Enforcement Administration). Seguramente la ‘operación consulado’ tomará lugar.

El crimen reitera el resquebrajamiento de códigos conductuales de y entre criminales, asesinando a sus pares y también a inocentes, pero no vengan ahora los medios ni el gobierno mexicano a arrodillarse frente al coloso, uno exhausto y débil por sus propios excesos, mismos que jamás ha castigado. Protejamos la dignidad y el valor de los mexicanos tantas veces pisoteados, y más allá el de la humanidad toda. El carismático Obama no sólo tiene qué poner atención enérgicamente tras estos acontecimientos, sino también tras aquellos hechos horripilantes y espeluznantes de sus propios soldados en que asesinan civiles o incurren en vejaciones.
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Sayulenses en Facebook: "Sayula lindo y querido".

martes, 6 de abril de 2010

100 días de gobierno en Sayula, Jalisco

Una fábrica de percepciones en Sayula
Urge pasar del "jefe máximo" Rivas a la personalidad colectiva
Los regidores sometidos al yugo rivista
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El año pasado, el actual alcalde de Sayula Samuel Rivas Peña (PRD), obtuvo apenas 5,309 sufragios, de 22,982 electores del listado nominal, según informó el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Jalisco (IEPCJ). Comenzaría a gobernar con 76.86% de los electores en contra. Así, la “legitimidad” ha estado a la vista.

No olvidamos que la labor de la ciudad no es fácil, y cuando hablamos del mismo edil por tercera ocasión, ahí consentimos que la tarea debe ser harto eficiente y recta. Alguien que desconozca al veterinario Rivas Peña, dirá que su gobierno no tiene la experiencia de dos administraciones previas, sino que: “es un gobierno más”.

Actualmente Rivas capitanea del Consejo de Seguridad de la Región Sur en que Sayula se circunscribe. Lo hace por tercera vez, ¿a caso porque nadie quiere el puesto? Cuestionemos si las acciones se traducen en mejores resultados en seguridad, o si solamente ha servido “para proyectarse”. Otro asunto tangible, es la conformación del primer Comité Vecinal (Lomas del Río). Pero preguntemos si quienes dirigen el comité, no serán manipulados por el Ayuntamiento, ¿de verdad darán solución a sus querellas?, ¿realmente es una auténtica organización ciudadana?

“México no se puede detener, México sigue adelante”, decía Rivas en su discurso inaugural. Las preocupaciones “son de todos”, apuntaba. Que se debía trabajar con “disciplina”, visión de “largo plazo”, rendición de cuentas, transparencia y ética, “juntos para poder llegar”. Asombrosamente no se observa eso.

Las acciones hasta hoy, más tienen que ver con fabricar una “esfera de percepciones” entre sayulenses, no así maniobras decisivas de las cuales se pueda sentenciar reflejan una genuina e irrestricta voluntad. Recordemos el agandalle del primer edil por las comisiones más importantes (Obras Públicas, Seguridad Pública, Hacienda, Tránsito y Vialidad…), que le permiten proyectarse como el “artífice” de obras y decisiones que se materialicen en la municipalidad: fulgores de egocentrismo y megalomanía.

Amargamente, los regidores de “oposición” parecen más someterse a determinaciones unilaterales y autoritarias del presidente, pues llegan a sesionar y deben aprobar prácticamente ¡lo que ya se acordó!, por el rivismo en concertación. ¿Seguiremos observando su actuación como: a) regidores autónomos, o b) simples marionetas (ya no decir de los correligionarios perredistas)? Pruebas de fuego -infructuosas, por cierto-, han sido la organización carnavalesca, y el Ramos, en que la ciudadanía se ha manifestado absoluta y tajantemente por entregar su administración a la sociedad civil, mas Rivas se niega.

Así las cosas, la visión a “largo plazo” no se ve, y Rivas se ha mostrado renuente al trabajo con el actual congresista sayulense. A todas luces se carece de una política integral en materia de salud, educación, pobreza y desarrollo económico. Lo que esta administración “tiene que hacer”, es exaltar los valores democráticos que tanto profesan, trabajar de tiempo completo, someter a escrutinio público-permanente todas sus actividades, de lo contrario, el perredismo en Sayula habrá derrochado tres años más de un gobierno deshonroso de recordar, y pasará a ser: el gobierno de las mentiras.
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